De cómo romper una campaña
«Todo esto te daré si me adoras» prometió el príncipe del mal a Jesús, mostrándole desde una colina la amplitud de sus dominios... pero ya se sabe que el demonio te da para después quitarte. Miente por sistema.
No sé cómo convenció Pedro Sánchez al pobre Ángel Gabilondo para que concurriese a las elecciones de Madrid, pero desde luego la promesa (la presidencia local) no compensa todo lo que le ha quitado. Para empezar, la dirección de la campaña, en la que ha irrumpido como elefante en cacharrería. Recordemos que Gabilondo ganó las anteriores elecciones en Madrid, no es ningún tonto. Así que le tiene que resultar desesperante comprobar cómo el jefe se mete (y le mete) en todos y cada uno de los charcos que conviene evitar, chafándole literalmente las posibilidades.
De por sí, Pedro Sánchez es mal compañero de viaje en la capital. Es él quien ha hecho de Ayuso una agustina de Aragón, ninguneándola, arremetiendo contra ella, desesperando a los hosteleros y haciendo de la actual presidenta un símbolo de la libertad. En segundo lugar, si además el presidente promete una subida de impuestos –justo lo que detestan los madrileños– y, en tercero, insiste en la alianza con Podemos, que va el último en las encuestas, una se pregunta si lo que no estarán buscando el presidente del Gobierno e Iván Redondo es la ruina de su candidato. «Todo esto será tuyo...» Le han ofrecido Madrid y, curiosamente, le están haciendo imposible repetir triunfo.
El principal error de Ángel Gabilondo en la campaña anterior fue anunciar que iba a subir el impuesto de sucesiones. ¿Cómo
Para Gabilondo es desesperante ver como Sánchez se mete (y le mete) en todos los charcos que coviene evitar
es posible que Pedro Sánchez apueste ahora por una batería de tasas y gravámenes, justo en esta semana crucial? Y ahí tenemos ahora a Nadia Calviño y a la ministra de Hacienda, enzarzadas en una batalla impuestos no/impuestos sí, que no hace sino demostrar que de este Gobierno no cabe fiarse y que, además, no saben ni lo que proponen. «De ninguna manera estamos hablando de subir impuestos y menos a corto plazo» afirma Calviño, justo después de que María Jesús Montero precisase que espera subidas en Sociedades, Patrimonio y Sucesiones, de modo que entren vigor ya en 2022. La de Hacienda se refería muy especialmente a Madrid. Intentaba que «a nivel autonómico» no se dejasen «vacías de contenido» algunas figuras fiscales. Hay una cuarta cuestión que acaba de enlodar a Ángel Gabilondo. Sánchez afirma, una y otra vez, que no habrá reforma legal para facilitar las restricciones frente al covid, que se abandonará a las comunidades ante la pandemia. Contra las opiniones los juristas, repite que no es necesario hacer modificaciones en las leyes para que las autonomías puedan establecer el toque de queda o aplicar multas. ¿Acaso no hemos visto lo que ocurrió antes del estado de alarma? ¿No hemos contemplado a los tribunales anulando decisiones de las autonomías en Aragón, Extremadura, Madrid o País Vasco? Se necesitan instrumentos legales porque limitar las libertades constitucionales (reunión, expresión, manifestación) es materia grave ¿O es que la declaración del estado de alarma no servía para nada? Toda esta vacilación subraya en Madrid la idea de que las comunidades están solas frente al peligro. Ignoro si Gabilondo conseguirá remontar en las votaciones, pero cualquier éxito será un milagro de los cielos, frente a lo que parecen esfuerzos denodados de Sánchez por cargarse su candidatura. Líbreme Dios de mis amigos, que de mis enemigos ya me libro yo.
Las vacilaciones del presidente sobre el estado de alarma subrayan en Madrid la idea de las CC SS están abandonadas