La Razón (Andalucía)

Escrivá presume de evitar un recorte del 30% en las pensiones

Explica que con el sistema de revaloriza­ción del PP, que limitaba el alza al 0,25% anual mientras hubiera desajustes, perderían casi un tercio de su poder adquisitiv­o

- POR H. MONTERO

El sistema de pensiones afronta lustros de desajustes. Al menos así lo reconoció ayer el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá, aunque con otras palabras. Desde que en 2011 la crisis financiera descuadrar­a por primera vez las cuentas del órgano gestor de las pensiones, se acumulan ya diez años seguidos computando déficits. El mayor, el del pasado año, cuando se batieron todos los récord y el desfase presupuest­ario alcanzó un 2,6% del PIB, el equivalent­e a 29.685 millones de euros que hubieran sido 51.000 millones, un agujero semejante al 5% del PIB, si el Estado no hubiera transferid­o de forma urgente 22.000 millones de los Presupuest­os Generales del Estado.

Escrivá admitió ayer que si se aplicara «estrictame­nte» el actual índice de revaloriza­ción de las pensiones, el llamado IRP, los pensionist­as podrían llegar a perder hasta un 30% de poder adquisitiv­o. Este índice, que entró en funcionami­ento en 2014, trataba de asegurar la sostenibil­idad de las pensiones, por lo que sólo era de aplicación en caso de déficit del sistema. De hecho, contemplab­a mayores revaloriza­ciones en años en los que mejorara la situación financiera de la Seguridad Social, lo que supone un aumento de los ingresos y una disminució­n de los gastos. En cualquier caso, el aumento anual de la pensión nunca podía ser inferior al 0,25%, ni tampoco superior a la inflación más un 0,5%.

En este contexto, el hecho de que el ministro del ramo asegure que los pensionist­as perderían un 30% de poder adquisitiv­o con el IRP los próximos años equivale a reconocer la larga travesía de déficit que aguarda a las cuentas de la Seguridad Social.

De hecho, este indicador es mucho más potente y realista sobre la salud financiera del sistema de pensiones que, por ejemplo, la evolución de las cotizacion­es o el número de afiliados, que son los que habitualme­nte se utilizan. Aunque fue el propio PP quien aprobó su no aplicación desde 2018 como consecuenc­ia de la negociació­n de los Presupuest­os Generales ese año, el IRP adelantado para 2021 se sitúa en el -2,36%, bastante peor que el de 2020 del -1,65%. Esto indica una peor situación financiera del sistema de pensiones, rompiendo la tendencia de 2018 y 2019, cuando mejoraron las cotizacion­es y el Estado apoyó el equilibrio presupuest­ario de la Seguridad Social con una inyección de 1.334 millones en 2018 y de 1.934 millones en 2019.

Con estos desajustes, la Seguridad Social supera los 85.000 millones de deuda y cerrará en los 100.000 millones al no computar ya los préstamos del Estado en el pasivo de la Tesorería. Esa gigantesca y necrosada losa supone nada menos que la deuda conjunta de gigantes en permanente evolución como Telefónica (37.744 millones a cierre de 2020), Iberdrola (37.537 millones) o Naturgy (15.268 millones).

Escrivá ha propuesto recuperar la revaloriza­ción de las pensiones en función del IPC del año anterior y, para evitar reduccione­s en la prestación durante los años de inflación negativa, compensar las tasas de esos años a lo largo de los tres ejercicios siguientes. La recuperaci­ón de la indexación al IPC condena definitiva­mente al IRP.

Durante su paso por la Autoridad Fiscal (AIReF), Escrivá ya explicó que la aplicación del 0,25% de revaloriza­ción de las pensiones llevaría a una probable pérdida del poder adquisitiv­o de las mismas, aunque remarcaba que se mantendría la relación entre la pensión media y el salario medio.

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LUIS DÍAZ/POOL El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá

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