Corrupción, política y frentismo en la Segunda República española
Luis María Cazorla lleva al lector a los años 1933 y 1936 para mostrar los juegos y estratagemas políticas y cómo era la vida en aquel Madrid
La Segunda República parece una fuente inagotable de experiencias ejemplarizantes. El Partido Republicano Radical, el de Lerroux, que intentaba una política de centro, liberal, ajustada a la legalidad y defensora del régimen, como se vió ante el golpe de 1934, se deshizo por la corrupción. El último asunto fue el «escándalo Nombela». Un funcionario colonial, de Fernando Poo, Antonio Nombela denunció al subsecretario de Presidencia por corrupción con la Compañía de África Occidental. Una comisión parlamentaria estudió el caso en las Cortes, exoneró a Lerroux, pero desgració al Partido Radical. Lo que provocó una crisis de gobierno que desembocó en la convocatoria electoral de febrero de 1936, cuyo resultado polarizó más la vida española.
En ese contexto politizado y apasionado se desarrolla la novela de Luis María Cazorla. Es la segunda entrega de la trilogía que inició con «La rebelión del general Sanjurjo», ambientada en la Segunda República.
El fantasma de Largo Caballero
Cazorla, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, desarrolla esta entrega en la época del bienio radical-cedista, entre 1933 y 1936. El trasfondo es el de la España republicana que intenta alejarse del fantasma socialista y exclusivista de Azaña y Largo Caballero. Todo transcurre en un país inmerso en una crisis económica, de gran enfrentamiento social y violencia. La primera parte de la obra se sitúa en la Guinea española, un lugar desconocido hoy para la mayoría de los estudiantes. El autor describe la vida colonial, la corrupción local y el trato a los negros.
La segunda es más política. Se adentra en el convulso Madrid republicano. La aventura de los protagonistas sirve a Cazorla para exponer las quiebras de un régimen pretendidamente democrático. El retrato de los dirigentes es muy certero, en especial, de Niceto Alcalá-Zamora y Alejandro Lerroux, mostrando que del caos personal provenía el desorden político. La descripción de la crisis de gabinete por los temas de corrupción, el del estrapelo y luego el «caso Nombela» está realizada por alguien que conoce bien la naturaleza humana y partidista. La presencia de Gil Robles y el problema que supone para el presidente de la República no pasan desapercibidos para Cazorla. No falta tampoco la descripción del Madrid nocturno y del espectáculo, de la vida desbordada de la capital. En buena medida, gran parte de la cultura y la política de la época se fraguó en aquellos locales de moda. Una muy buena obra para adentrarse en ese tiempo.
▲ Lo mejor
La capacidad del autor para, con una prosa amena, introducirnos en el laberinto político y social de la época
▼ Lo peor
Nada que sea mencionable en una historia bien tejida y que está muy bien ambientada