La Razón (Andalucía)

El tétrico final de Villa Jurado

El chalet de La Moraleja en la que acontecier­on parte de los hechos narrados por Rocío Carrasco en su polémica docuserie es ahora propiedad de una entidad bancaria

- POR ANA S. JUÁREZ

El 24 de febrero de 2008 José Antonio Alonso, entonces propietari­o de la inmobiliar­ia de lujo HouseKeepi­ng, aseguraba que por ser amigo de la familia prefería no hablar, pero que habían cerrado la venta de Montealto, una mansión de tres plantas construida sobre una parcela de 2.750 metros. El inmueble no era el más grande ni el más lujoso de La Moraleja, la selecta urbanizaci­ón de la localidad madrileña de Alcobendas, pero sí uno de los más mediáticos. Este chalet situado en el paseo Conde de los Gaitanes llevaba desde su construcci­ón en 1985 con el sobrenombr­e de Villa Jurado, por el apellido de su ilustre habitante: la cantante Rocío Jurado. Alonso explicó entonces a la Prensa que la intención del nuevo propietari­o no era vivir en la casa, sino reformarla y alquilarla una vez terminada la obra. Ya estaba pensado hasta el precio de arrendamie­nto: unos 18.000 euros mensuales. Detrás de la venta de Villa Jurado había una tragedia, la muerte de la matriarca del clan. La cantante falleció el 1 de junio de 2006 víctima de un cáncer de páncreas. Dentro de la herencia, figuraba esta mansión, la joya del testamento, motivo de disputas silenciosa­s y terrible escenario de la docuserie con la que Rocío Carrasco está mostrando al mundo sus dos décadas de silencioso sufrimient­o junto a Antonio David Flores.

Entre estas paredes, a un paso de la mansión de Tita Thyssen o la del futbolista Sergio Ramos y la presentado­ra Pilar Ribio, fue donde Flores y Carrasco vivieron como matrimonio. Pero también donde «la más grande» falleció después de ser trasladada de Estados Unidos. Allí no pudieron detener el avance de su enfermedad. El estremeced­or tele-relato de Rocío Carrasco nos devuelve de nuevo a la casa de su progenitor­a. Desde el porche de esta vivienda la Jurado pidió a la joven de 18 años que meditara su decisión de casarse con Antonio David. Y cuando lo contaba escenifica­ba la escena: «Me postré de rodillas para que no se fuera». Allí se instaló junto a Antonio David y lo hizo en dos momentos distintos de su ajetreada vida marital. La primera a su regreso de Argentona. Rociito estaba por entonces embarazada de su primer vástago, la pequeña Ro. Años más tarde volverían a residir allí coincidien­do con el proceso de gestación y primeros años de vida de David Flores, hoy mayor de edad. A esta casa Antonio David Flores siempre quiso volver incluso ya separado de su mujer, ya que consideró siempre que era el domicilio donde debían criarse sus hijos (con él). Esta vivienda también estuvo plagada de momentos dulces. Era una casa de puertas abiertas y la artista recibía para celebrar todo lo celebrable. Desde la primera comunión de Rocío hasta sus cumpleaños. Una casa por cuya escalera blanca, según el reciente testimonio de la propia Rocío Carrasco, subió Rocío Jurado alertada por los gritos de su hija en el momento en que esta rompe con el ex guardia civil.

Esta casa es también el origen del patrimonio de Gloria Camila y José Fernando Ortega, los hermanos de Rocío Carrasco. Ambos, tras la venta de la propiedad, recibieron como caudal hereditari­o

una cantidad que rondaba el millón de euros. Mientras que Rocío, la única hija biológica de la Jurado, rozaba los dos. Una partición –poco equitativa– pero así dispuesta por Rocío Jurado en testamento. Ortega Cano no recibió nada de la casa en herencia, tan solo las reses bravas de Yerbabuena. Rosa Benito fue entonces al programa de Ana Rosa a explicar semejante decisión, y manifestó que, aunque la finca ya era del torero, su cuñada gastó en vida mucho dinero para mejorarla. La cuñada de Jurado sostuvo entonces que ésta había favorecido a su hija biológica frente a los pequeños colombiano­s adoptados, porque «mi sobrina está más desprotegi­da que los niños. Ella, la pobre, ya no tiene ya ni padre ni madre, y Gloria Camilla y José Fernando tienen a un progenitor con un enorme patrimonio. ¿Sabéis lo que tiene Ortega Cano? A los niños no les va a faltar de nada», deslizó entonces Benito.

Concurso de acreedores

¿Qué queda hoy del búnker que construyó Rocío Jurado para proteger a los suyos? La respuesta es nada. Tan en secreto como se vendió a un anónimo empresario y tan silenciosa­mente como todas las empresas allí domiciliad­as pasarían –con otra composició­n accionaria­l– al domicilio de Rocío y Fidel a su chalet de 400 metros cuadrados de Valdelagua, en el norte de Madrid, la casa entró en concurso de acreedores. Algo tuvo que ver que la compra se gestara en plena crisis del boom del ladrillo, pero esta es otra historia. Una cadena de impagos por parte del nuevo propietari­o hizo que el inmueble entrase irremediab­lemente en subasta hipotecari­a a través de la web del Boletín Oficial del Estado (BOE). Una puja anónima y telemática sin espacio para mitómanos. Fue un miércoles 25 de enero de 2017. Para entonces la propiedad ya presentaba un aspecto de abandono, que ahora se aprecia a primera vista. Se subastó por 3,8 millones por una deuda de 2,9 millones con Bankia. Sorprenden­temente, la puja quedó desierta y el juzgado de primera instancia de Alcobendas otorgó la vivienda el 12 de marzo de 2018 a la menciotres nada entidad bancaria, que es su actual propietari­o, según ha podido verificar este medio.

Todo está como lo dejó la Jurado, ya que desde 1986 que se hizo la piscina no consta la existencia de obra alguna en el inmueble. Eso sí, la valla exterior luce impoluta y la hiedra está perfectame­nte cuidada. El pretendido lavado de cara que el nuevo propietari­o iba a hacer al interior del inmueble nunca se produjo. Y, al menos legalmente, las obras no se han hecho en el inmueble, al no constar estas en el consistori­o municipal. La última entrega de «Rocío: contar la verdad para seguir viva» fue vista en algún momento por 6.374.000 personas. El programa de La Fábrica de la tele congregó a 2.248.000 espectador­es de audiencia media y el 25,2% de cuota de pantalla. Muchos de ellos devoran las antiguas fotos de Villa Jurado. Esas que mostraban amplios ventanales, un piano y mucho blanco al estilo Miami. Ahora los 400 metros de semisótano, donde estaba la zona de servicio, la caldera, la bodega y la sauna permanecen en silencio. También la primera planta de 360 metros donde están los salones, cocina, despachos, baños y el dormitorio principal. También habita el olvido en aquel complejo segundo piso de 163 metros y sus dos dormitorio­s donde se rompió la relación entre Rocío y Antonio David, que tantas horas de contenidos televisivo­s

está ocupando en tiempos de covid. También, la piscina de 95 metros cuadrados, que acabaron climatizan­do, yace sin algarabía alguna, como el jardín y las terrazas, antaño con cómodos sillones blancos. El ojo avizor de Google Maps la desvela gris, mientras que las colindante­s lucen azules. «Aquí no se baña nadie que murió Rocío Jurado», cierra una veterana vecina de esta urbanizaci­ón.

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EFE Rocío Jurado, en el jardín de su casa, atendiendo a la prensa el día en el que comunicó su enfermedad
 ??  ?? José Ortega Cano y Rocío Jurado, junto a sus dos hijos adoptados en Colombia, Gloria Camila y José Fernando
José Ortega Cano y Rocío Jurado, junto a sus dos hijos adoptados en Colombia, Gloria Camila y José Fernando
 ??  ?? Rocío Carrasco y Fidel Albiac, en Villa Jurado, tras el regreso de la cantante de su tratamient­o en Houston
Rocío Carrasco y Fidel Albiac, en Villa Jurado, tras el regreso de la cantante de su tratamient­o en Houston
 ?? CIPRIANO PASTRANO ?? Estado actual de la valla de «Villa Jurado». Impoluta y con la hiedra perfectame­nte cuidada a pesar de que la vivieda está desocupada
CIPRIANO PASTRANO Estado actual de la valla de «Villa Jurado». Impoluta y con la hiedra perfectame­nte cuidada a pesar de que la vivieda está desocupada
 ?? MEDIASET ?? Uno de los salones de la primera planta del chalet de Rocío Jurado
MEDIASET Uno de los salones de la primera planta del chalet de Rocío Jurado
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MEDIASET Villa Jurado tenía pinturas y esculturas que representa­ban a la artista

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