España: un mercado insignificante
Muchas galerías huyen de Londres a causa del Brexit y se refugian en grandes ciudades como París. Pero, ¿por qué España no se aprovecha de esta diáspora? La pregunta podría contestarse con un argumento tan escueto como contundente: la debilidad del mercado artístico español. Las cifras medias que arrojan las últimas anualidades resultan irrisorias cuando se comparan con el trozo de pastel que se reparten en territorios como el norteamericano o el británico: unos 70 millones de facturación en casa de subastas y en torno a los 300 millones en galerías y anticuarios. Para que nos hagamos una idea de lo que suponen estos guarismos: en 2020, Sotheby’s facturó por encima de los 5.000 millones de dólares, mientras que los dos grandes imperios galerísticos del mundo – David Zwirner y Gagosian– están por encima de los 500 millones. En España apenas hay coleccionistas dispuestos a comprar obras con un valor superior al millón de euros. El valor medio de las piezas adquiridas está en torno a los 6.000 euros, muy alejado de lo que las galerías internacionales de clase media y alta necesitan para ser rentables. Resulta revelador que en España no existan sedes de las grandes marcas galerísticas del mundo del arte, mientras que en otras capitales europeas como Roma o Atenas –a priori dos núcleos con menos actividad que Madrid–, sí. Si se quiere revertir esto, urge fortalecer un coleccionismo que, a día de hoy, es paupérrimo.