Brexit en la Superliga por las amenazas de la UEFA
Chelsea y City abandonan tras una reunión de urgencia de los clubes
Los miembros fundadores de la Superliga se reunieron anoche de urgencia tras conocer que dos de los clubes ingleses involucrados, el Chelsea y el Manchester City, se bajaban del proyecto. Estas dos entidades no aguantaron las amenazas de sanción de la UEFA y las presiones que también llegaron desde la FIFA y del propio Gobierno británico. La rebelión en Inglaterra llegó así mismo de parte de los aficionados, que se manifestaron masivamente a las puertas de Stamford Bridge, deteniendo el paso del autobús del Chelsea y retrasando el comienzo del partido que disputaron ayer ante el Brighton. Las amenazas de la UEFA tuvieron su efecto, a pesar de que la Superliga goleará en el fondo de solidaridad a la Champions. La nueva competición repartirá 400 millones de euros para fomentar el fútbol frente a los 129 del torneo actual. Infantino, presidente de la FIFA, atacó a los 12 clubes a la vez que elogiaba el polémico Mundial de Qatar.
Bajó Peter Cech porque el autobús del Chelsea no encontraba otro medio de pasar para poder disputar su partido contra Brighton de la Premier League. Los aficionados habían parado a la plantilla para mostrar su indignación por formar parte de la Superliga y no había manera de solucionar eso. El partido se retrasaba, los hinchas no se iban y el autobús estaba parado como en un atasco, pero sin que hubiera ningún atasco. Aquello tenía mala solución. Entonces bajó Cech y pidió tiempo, rodeado de aficionados con carteles y enfados por lo que consideraban que era un traición de su equipo. «Dadnos tiempo», repitió el ex guardameta para ver si le hacían caso. Y pasado el tiempo, poco tiempo, el Chelsea pidió los papeles para salirse del proyecto al que se había apuntado el sábado. Hay un contrato firmado y, aunque las cláusulas no se conocen, se supone que habrá penalizaciones, pero es poco probable que Roman le preocupe el dinero que tenga que pagar. Las presiones de la UEFA y también del Gobierno británico fueron determinantes.
Entonces quedaban en once los clubes organizadores de la Superliga, pero resultó no ser la única baja. El City tampoco lo tenía claro y también reflexionaba sobre su permanencia. Reflexionaba para no seguir. Así que los que quedaban se reunieron para ver qué decisiones tomaban (al cierre de esta edición aún no había terminado la reunión).
En el aire aún estaban las palabras que había dicho Pep Guardiola horas antes. El entrenador español aseguró que no tenía información suficiente acerca de lo que estaba sucediendo. Pero, sin embargo, sí que tenía la opinión formada: «No es deporte cuando la relación entre el esfuerzo y el éxito, entre el esfuerzo y la recompensa, no existe. No es deporte cuando el éxito está garantizado de antemano. No es deporte cuando no importa si pierdes», aseguraba el entrenador de uno de los clubes más ricos del planeta. Y añadió: «No es justo cuando un equipo lucha, lucha y lucha, llega hasta lo más alto, pero no puede clasificarse porque el éxito ya estaba garantizado para otros pocos clubes».
Pep Guardiola es algo más que un entrenador en el club inglés. Antes de que llegara se creó una estructura sólo para convencerle y que estuviera contento. Cuando el City estuvo amenazado de ser expulsado de la Champions por su mala práctica económica, Guardiola prometió fidelidad. Por eso sus palabras pusieron ayer en marcha el mecanismo de salida y el conjunto de MánchesAbramovich ter, como el Chelsea, apuesta por dejarlo.
El golpe es duro para la Superliga, que pierde a dos referentes y a la que se le complica el horizonte de llegar, primero a los 15 fundadores y después a los 20 con los que querían empezar la competición cuanto antes. Agosto de este año era una fiesta improbable, pero que mantenía la esperanza de muchos. Ahora, el camino es más largo.
El problema es que el PSG se mantiene firme en su postura de aliado de la Champions y el Bayern ya ha expresado que no le convence el proyecto. Ceferin se ha agarrado a ellos. Sin el City, son ya nombres que pesan mucho para hacer una competición sin contar con ellos. De los cuatro semifinalistas de esta Champions, sólo el Real Madrid sigue manteniendo su postura.
Es cierto que el ambiente en Inglaterra ha sido contrario a la Superliga, desde los aficionados hasta el Gobierno. «Vamos a mirar todo lo que podemos hacer con las autoridades del fútbol para asegurarnos de que esto (la Superliga) no sale adelante como está planeado», aseguró Boris Johnson, el primer ministro. Las presiones tanto de las autoridades como de los aficionados han golpeado muy duro a unos dirigentes millonarios que no quieren más problemas con el fútbol. En el Manchester United se anunció que Ed Woodward, vicepresidente del United, dimitirá de su cargo al final de esta temporada. ¿Será por la Superliga?
En el Liverpool, los jugadores sacaron un comunicado con su capitán Henderson a la cabeza pidiendo no jugar la competición: «No nos gusta y no queremos que suceda», aseguran. «Esta es nuestra postura colectiva», añadían. «Nuestro compromiso con este club de fútbol y sus aficionados es absoluto e incondicional». El entrenador, Klopp, también había mostrados sus reticencias.
En España, por su parte, se ha desvelado que el Barcelona tiene que aprobar su inclusión en la Superliga a través de la votación de los socios compromisarios del club, pues fue una de las condiciones que puso Laporta.