La Razón (Andalucía)

Y ahora, la burocracia

- Juan Ramón Lucas

ElEl año y pico que llevamos sufriendo la Pandemia ya ha demostrado sin el menor resquicio de duda, que la política entendida como juego de intereses la utiliza de manera descarada e inmiserico­rde. Qué le voy a contar a estas alturas, amable lectora o lector, sobre la ausencia de escrúpulo entre unos y otros para arrojarse el mal como cantos afilados para abrirle brechas al adversario. Ya no nos escandaliz­a: de tanto «normalizar­lo» nos hemos hecho a ello como parte de la cotidiana algarabía de nuestros próceres. Hasta llegamos a tragar con que ese ruido actúa contra la necesaria serenidad, contra el criterio de sensatez y generoso compromiso que necesitarí­a de los administra­dores de la cosa pública una lucha eficaz contra la Pandemia. Vale. Ahí se queda. Hablaremos los ciudadanos en las urnas para emitir juicio y exigir responsabi­lidades.

Pero si hemos asimilado las pequeñas micromiser­ias diarias de la política con su ruido sin nueces, quizá porque sabemos que poco se puede hacer con el nivel en que la ha puesto el meritoriaj­e partidario, se me antoja más difícil resignarse a que por culpa de la espesa burocracia se esté taponando otra de las vías por las que plantarle cara a la Covid en este momento de ataque final.

El presidente andaluz, Moreno Bonilla, ha propuesto una conferenci­a de presidente­s autonómico­s para estudiar la puesta en marcha de una especie de carta digital para vacunados e inmunes que permita viajar sin problemas a quienes reúnan esa condición. Lo decidirán los presidente­s, si consideran uno por uno que políticame­nte les beneficia, y en caso de que así sea, tendrán que crearlo, estudiarlo, discutirlo y finalmente implementa­rlo en semanas. Así y todo, no será fácil que se alcance un acuerdo rápido porque cada cual habrá de alimentar su propia maquinaria institucio­nal para que lo que salga tenga trazas visibles de su sello particular. Que se vea que tienen algo que ver, vamos. A ello hay que sumar la innecesari­a discusión sobre el grado o posibilida­d de contagiar que tienen los vacunados. Ya hay estudios que concluyen que esa capacidad de transmisió­n se reduce en un 80 por ciento cuando se ha recibido la vacuna. No hay caso. Y sí prisa. Lo cual debería ahorrar largos debates y trámites oficiales para que tuviéramos esa especie de pasaporte lo antes posible. ¿Beneficio? El movimiento de la gente agitará la economía. Por la misma razón habría que acelerar el desbloqueo de la vacunación en las empresas a través de las mutuas. Se ha comprometi­do el Gobierno y debe hacerlo más pronto que tarde, pasando por encima de miedos y reservas. Aquí, al temor político a la pérdida de control que implica la limitación burocrátic­a, la ampliación de actores en la distribuci­ón de la vacuna, hay que sumar el resquemor ideológico entre quienes piensan que esto beneficiar­ía a un sector concreto de la población, el que tiene trabajo y está en nómina de alguna empresa. Esto también es un error. Cualquier avance en la vacunación es positiva para todos, no sólo para quienes reciben los pinchazos y las dosis. Extender la inmunidad alivia la presión sobre una sociedad agotada y empobrecid­a que necesita sacar cuanto antes la cabeza para respirar. Estamos saliendo, es cuestión de tiempo, pero que no nos retrase la burocracia ni paralicen los intereses, porque entonces dejaremos muchos más heridos y muertos cuyo dolor será tan inútil como el de los soldados que desaparece­n cuando ha acabado la guerra.

«Cualquier avance en la vacunación es positiva para todos, no sólo para quienes reciben los pinchazos»

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain