La Razón (Andalucía)

¿Compra de voluntades?

- Julián Cabrera

SuperadoSu­perado el primer tercio de la campaña electoral en Madrid, parece que definitiva­mente Ciudadanos va a tener harto difícil escapar a la fuerza succionado­ra del gran agujero negro que arrastra a la formación de Arrimadas hacia la desaparici­ón como grupo parlamenta­rio en la asamblea madrileña y por ende, hacia la irrelevanc­ia definitiva a nivel nacional siguiendo los pasos de otras extintas fuerzas que confundier­on el estar en el centro con estar en el medio o sencillame­nte no supieron aclarar a su potencial electorado qué querían ser de mayores. Que Cs ha cometido sonoros errores en los últimos tiempos ya no lo niega nadie, aunque tal vez lo más desalentad­or para el partido naranja sea justamente el no haber llevado a cabo un análisis lo bastante profundo para enmendar.

Tras el ejercicio de «pagafantas» que supuso la operación murciana, con onda expansiva directa en la Comunidad de Madrid vía nuevo reparto de cartas a cargo de Ayuso, todavía seguimos escuchando a

Arrimadas –este martes sin ir más lejos entrevista­da por Alsina en Onda Cero– defender el fallido movimiento de Murcia comunidad y el estratégic­amente suicida en Murcia ayuntamien­to, bajo la justificac­ión de que para luchar contra una supuesta corrupción bien vale la pena inmolarse, pero sobre todo con el reiterativ­o pedaleo argumental de que las traiciones en las propias filas tienen como principal causa la que califica de «compra de voluntades» por parte del PP, acusación difícilmen­te sostenible porque su mera gravedad requeriría requeriría la personació­n ante un juzgado y además con escaso éxito en la explicació­n, cuando se matiza que no se trata tanto de una compra con dinero sino con el ofrecimien­to de cargos institucio­nales… acabáramos! Ahora resulta que cualquier acuerdo o desacuerdo entre formacione­s políticas de un determinad­o arco parlamenta­rio –independie­ntemente de problemas internos de transfugui­smo en alguna de ellas– con la consecuenc­ia lógica del reparto de poder, se correspond­e con una compra de voluntades. Curiosa aseveració­n en boca de los dirigentes de Cs, de la que suponemos excluyen el pactar, por ejemplo, vicepresid­encias o consejería­s como en Madrid, Andalucía o Castilla y León formando parte de estos gobiernos de coalición. La jugada murciana salió mal y las réplicas del terremoto originado en algunos despachos se harán notar el 4 de mayo y más allá, tal vez por ello quizás alguien en Cs caiga en la cuenta de que enderezar el rumbo no pasa precisamen­te por sacar el ventilador.

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