La Razón (Andalucía)

El legado de George Floyd

La condena al ex agente Dereck Chauvin por asesinato desemboca en una investigac­ión federal sobre la Policía de Minneapoli­s. Biden pide una ley contra las «malas praxis»

- Julio Valdeón -

Después de que Derek Chauvin, ex agente de la policía de Minneapoli­s, fuera condenado por todos los cargos que estaba acusado, el departamen­to de Justicia de Estados Unidos anunciaba que ha ordenado abrir una investigac­ión federal para estudiar las prácticas de la policía en Minneapoli­s. Lo anunció el fiscal general, Merrick Garland, que quiere determinar si la muerte de Floyd fue un incidente aislado o, por contra, estamos ante una serie de patrones de conducta que podrían violar sistemátic­amente la Constituci­ón y las leyes. El fiscal también quiere analizar las interaccio­nes entre la Policía y las personas con problemas de salud mental, que demasiado a menudo desembocan en tragedia.

Con independen­cia de los resultados que arroje la investigac­ión federal, lo cierto es que tras la condena de Chauvin el suspiro general pudo escucharse Costa a Costa. No por la suerte del hombre, que cumplirá decenas de años de cárcel después de que el jurado consideras­e probado que asesinó a George Floyd en mayo de 2020, sino por la posibilida­d de que estemos ante el principio de una nueva era.

Con el tono de las grandes ocasiones, la vicepresid­enta, Kamala Harris, reconoció que, en efecto, el Gobierno había exhalado un suspiro de alivio. Aún así, añadió, no puede borrar el dolor. Una medida de justicia no es lo mismo que una justicia igualitari­a. Este veredicto nos acerca un paso más. Y el hecho es que todavía tenemos trabajo por hacer.

Karris también recordó que el pasado verano presentó, junto a Cory Booker y Karen Bass, la Ley de Justicia en la Policía de George Floyd, un proyecto diseñado para «responsabi­lizar a las fuerzas del orden de sus acciones, contribuye­ndo de paso a generar una confianza mutua entre la Policía y los ciudadanos».

El presidente, Joe Biden, expresó su deseo de que el veredicto de Minneapoli­s se convierta en un «paso de gigante» en la marcha hacia la justicia en América y la lucha contra el racismo. Al mismo tiempo, advirtió: «No podemos detenernos aquí. No podemos dejar este momento o mirar hacia otro lado, pensando que nuestro trabajo está hecho. Tenemos que mirarlo de frente, tal y como lo hicimos durante esos nueve minutos y 29 segundos».

El demócrata pretende mantener el rumbo en lo tocante a derechos civiles. Que la muerte de George Floyd, que provocó unas protestas masivas, que incendió el debate público y la campaña electoral, sirva como piedra de toque, trampolín y excusa para construir una Policía más robusta, profesiona­l y, claro, respetuosa con la vida de los ciudadanos a los que debe proteger. Desde la trinchera rival, entre tanto, le reprochan que no haya mencionado los violentos incidentes vividos en algunas manifestac­iones tras el terrible episodio.

Los comentaris­tas de la Fox, por ejemplo, consideran que Biden evita opinar sobre el clima de impunidad con el que parecían desenvolve­rse los elementos más extremista­s que se infiltraro­n en el movimiento Black Lives Matter; tampoco habla demasiado de las reivindica­ciones de políticos como la congresist­a demócrata Rashida Tlaib, que ha prometido acabar con la Policía. Aunque es bastante probable que declaracio­nes de ese jaez le resultarán intolerabl­es, no lo es menos cierto que necesita el apoyo de Tlaib y otros en el órgano legislativ­o.

En general el alivio, al que tanto contribuyó la actuación de una fiscalía impecable, deriva de que la violencia institucio­nal, las agresiones y muertes de civiles a manos de las fuerzas del orden, tienen todo el aspecto de haber sido definitiva­mente desterrada­s al cajón de una barbarie que nadie o casi nadie tolera. Cambiaron los tiempos. Ha contribuid­o a la evolución de la una sociedad vacunada contra un racismo que tiene mucho de residual.

También, en el terreno práctico, ayuda la explosión de la videocraci­a, que registra y multiplica las imágenes de la vida diaria, incluidas las de unos incidentes que antes quedaban sometidos al albur de los testimonio­s y a unas periciales de segunda mano. «Debido a los teléfonos inteligent­es», comentó la vicepresid­ente Harris, «muchos estadounid­enses ahora han visto la injusticia racial que los estadounid­enses negros han conocido durante generacion­es: la injusticia racial contra la que hemos luchado durante generacion­es; que mis padres protestaro­n en la década de 1960; que millones de nosotros, estadounid­enses de todas las razas, protestamo­s el verano pasado», alegó la vicepresid­enta hija de un jamaicano de raza negra y de una mujer india.

Al mismo tiempo nadie duda de que hay muchos elementos que no están al alcance ni de la Casa Blanca ni de las Cámaras legislativ­as. En Estados Unidos los cuerpos de Policía están sujetos a mil normativas locales, se cuentan por miles las policías locales e influye sobremaner­a la política del Estado correspond­iente y, por supuesto, la letra pequeña de los convenios colectivos firmados entre los gobernador­es y los alcaldes y los todopodero­sos sindicatos de policía.

Como escribió el columnista del «New York Times», Leonard Leonhard, poco sospechoso de radical izquierdis­ta, todavía es algo rarísimo que un policía sea condenado por asesinato. Y eso que la policía estadounid­ense mata a decenas de personas cada mes. Leonhard recuerda que «sólo ha habido siete condenas por asesinato de oficiales por disparos policiales fatales desde 2005». «Eso sugiere», añade, «que las posibilida­des de que un asesinato por parte de la Policía conduzca a una condena por asesinato son aproximada­mente de una en 2.000».

En su opinión está por ver que el juicio de George Floyd sea algo más que una excepción histórica. Por cada George Floyd recuerda que hubo tragedias como las muertes de Michael Brown, Eric

Alivio en las calles tras unas semanas de alta tensión, mientras Biden aspira a que el fallo sea un «paso de gigante»

Garner, Freddie Gray, Daniel Prude, Tamir Rice, Breonna Taylor y tantas otras, generalmen­te rematadas con la absolución de los agentes acusados y unas cuantas semanas de protestas. O incluso sin que los agentes tengan que pasar por un proceso judicial. Por su parte el ex presidente estadounid­ense, el demócrata Barack Obama, ha comentado que «la verdadera justicia requiere que aceptemos el hecho de que los afroameric­anos son tratados de manera diferente, todos los días. … Y requiere que hagamos el trabajo a veces ingrato, a menudo difícil, pero siempre necesario, de hacer que la América que conocemos sea más como la América en la que creemos». El tiempo determinar­á si la condena de Derek Chauvin es ese paso de gigante o no.

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EFE
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Ciudadanos norteameri­canos celebran el fallo contra el ex agente de Policía, Derek Chauvin, por la muerte del afroameric­ano George Floyd hace un año

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