El robot que habla consigo mismo ya existe
Cuando el autómata Pepper se enfrenta a una contradicción o detecta un fallo, puede verbalizarlo para que el usuario entienda el problema y lo aclare
Hace años los robots eran cosa de la ciencia ficción o de las grandes industrias. No obstante, aquellos brutales brazos mecánicos no encajaban con la imagen proyectada por las novelas y las películas. Soñamos con autómatas desde que inventamos las primeras máquinas y, de hecho, tenemos algunos con más 2.500 años de antigüedad, como la estatua de Memon, regalada a Amenhotep por su hermano Hapu. Sin embargo, aquel cliché de que «el futuro es ahora» nunca ha sido más cierto. Estamos rodeados de inteligencias artificiales, robots domésticos y complejos sistemas informatizados. Hemos conseguido incluso que hablen con nosotros ¿cuál es el siguiente paso? Tal vez, que hablen consigo mismos.
Hay muchos campos punteros en la frontera de la robótica, pero que los autómatas puedan hablar consigo mismos en voz alta no es uno de ellos. Sin embargo, esto no quiere decir que no existan investigaciones al respecto. De hecho, en 2020 Ariana Pipitone y Antonio Chella publicaron un artículo en el que coqueteaban con la idea y sugerían los posibles beneficios que tal innovación podría acarrear. Un año después, los dos expertos italianos han puesto en marcha el primer robot que no solo crea una suerte de voz interior, sino que la verbaliza.La voz interior es un concepto bastante inexplorado en robótica, así que Pipitone y Chella tuvieron que valerse del conocimiento ya aportado por otras disciplinas, como la psicología o las neurociencias. De hecho, son estas mismas disciplinas las que nos sugieren las potenciales ventajas de esta voz interior. En estudios con humanos, parece que mantener un discurso interior mejora el desempeño de algunas actividades, fomentando el aprendizaje y la racionalización. Empapándose de la literatura científica, los investigadores encontraron que este tipo de conversaciones suelen diferenciarse en dos tipos. Por un lado, el discurso evaluativo, el cual se encarpaso. ga de ponderar los riesgos y beneficios para así optimizar y orientar nuestras acciones. Por otro lado, estaría el moral, que aunque comparte muchas características con el evaluativo, agrega lo evidente: connotaciones morales que dan otras implicaciones a la decisión. En cierto modo, esto es lo que Pipitone y Chella han tratado de emular con su robot Pepper.
Ambos buscaban desarrollar un robot transparente en cuanto a sus procesos y razonamientos. Para ello, diseñaron a Pepper empleando ACT-R, un software que modeliza los procesos cognitivos humanos, o, dicho de otro modo, la forma en que «pensamos». Dado que esta tecnología todavía está empezando, el diseño del robot se ha orientado a una serie de acciones y respuestas bastante restringidas que los mismos investigadores reconocen como una limitación del estudio. No obstante, es un primer Para probar a Pepper, los investigadores le plantearon un reto: tendría que seguir una serie de instrucciones relacionadas con poner la mesa.
Concretamente, el experimento consistió en sesenta instrucciones. En la mitad de ellas, Pepper contaba con la posibilidad de verbalizar esa especie de voz interior producida por el ACT-R, en la otra actuaría como un robot normal. En cada bloque de treinta instrucciones, veinte de ellas (cuarenta en total) fueron diseñadas para generar algún tipo de conflicto en Pepper. Algunas entraban en confrontación con las normas de protocolo que le habían implementado: por ejemplo, que el participante le pidiera colocar la servilleta en cualquier lugar que no fuera el plato.
Una servilleta mal puesta
Otros problemas provenían de que se le pidiera algo que ya estaba hecho, como colocar el tenedor en la mesa cuando este ya estaba allí. El último tipo de conflicto se debía a posibles fallos de funcionamiento en el robot. De este modo, la situación de la servilleta hizo que Pepper emitiera el siguiente audio: «Ehm, esta situación me molesta. Nunca rompería las reglas, pero no puedo molestarlo, así que hago lo que él quiere». Hay que recordar que estas frases pueden parecer engañosamente complejas y dar la sensación de que el robot está reflexionando de una forma más humana y emocional de lo que realmente lo hace. No siente «molestia» alguna, pero así es como sus programadores han hecho que exprese los conflictos que detecta.
En cualquier caso, este primer experimento parece haber arrojado resultados interesantes. Si bien es pronto para decir que la voz interior mejora el rendimiento de Pepper, sí podemos decir que, en determinadas ocasiones, permite que el usuario que interactúe con él afine su petición para que, ante un conflicto, Pepper pueda cumplir la petición con éxito. A la velocidad a la que cambia la tecnología, quién sabe si en unos años podremos elegir una opción parecida en nuestros dispositivos, facilitándonos el control de las máquinas. Solamente el tiempo dirá si la clave para controlar la tecnología será una mejor comunicación con ella en ambas direcciones.
Esta tecnología todavía está empezando, por lo que el diseño del robot se ha orientado a una serie de acciones restringidas