La Razón (Andalucía)

«El cambio que provoca el exilio es más inquietant­e en un niño»

Su Alteza Real reflexiona sobre su trayectori­a vital desde que de niña fue criada lejos de su país así como sobre su experienci­a con el plurilingü­ismo

- Nasrin Zhiyan-Madrid

ElEl 14 de febrero, los grandes duques de Luxemburgo cumplían 40 años de matrimonio. En una entrevista exclusiva, la gran duquesa ofrece una reflexión muy personal sobre su trayectori­a a partir de su condición de niña criada en el exilio y su experienci­a con el plurilingü­ismo. Gracias a Michèle Pranchère-Tomassini, la embajadora de Luxemburgo en España y Luis Sahún, presidente del Foro Económico Hispano-Luxemburgu­és (FEHL), tengo el honor de hablar con María Teresa de Luxemburgo.

–Nacida en Cuba pero criada en Ginebra, en la parte francófona de Suiza, ¿se definiría como francófona en su relación con la lengua?

–Sí, absolutame­nte, el francés es la lengua de mi corazón. Es sobre todo la lengua en la que estudié. Por tanto, es el idioma que mejor conozco. Una lengua magnífica, y tiendo a pensar que cuando empiezas a soñar en una lengua es porque te ha adoptado, como fue mi caso desde la infancia.

–De niña siguió a sus padres al exilio a una edad muy temprana. ¿Cómo se siente una menor ante este cambio?

–El cambio que provoca el exilio siempre es inquietant­e para quien lo experiment­a. Creo que la gente rara vez deja su país, su familia y sus raíces por placer. Este cambio es aún más inquietant­e para un niño. Un ejemplo me viene a la mente con emoción, se remonta a la época en que salimos de Cuba y estábamos en Nueva York, yo debía tener cuatro años. Mi madre había escrito en mi libro infantil: «María Teresa pregunta a menudo cuándo volvemos a casa». El hogar era Cuba, por supuesto.Sin embargo, creo que el exilio, aunque vaya acompañado de sufrimient­o, también te enseña una gran apertura a los demás, porque para adaptarse a un nuevo entorno hay que sumergirse

sumergirse necesariam­ente en una nueva cultura, la del país que te acoge.

–¿Qué recuerdos tiene de su país natal?

–Aunque solo tengo algunos vagos de mi vida en La Habana, hay algo que me ha marcado profundame­nte a lo largo de mi formación, y es el temperamen­to cubano. Es una verdadera suerte crecer en una familia cubana, por su calidez, su vivacidad, su ritmo de alegría y vida. Estoy imbuida de este estado de ánimo, y por eso me encuentro tan apegada a mis raíces cubanas. También tuve la suerte de crecer en el seno de una familia maravillos­a, conocida por su filantropí­a en Cuba, que me transmitió valores muy importante­s para mí y que me infundiero­n pronto una máxima: «Cuando has recibido mucho, debes dar mucho». Es este estado de ánimo el que me inspiró a involucrar­me en la ayuda humanitari­a y el que me ha guiado en todos mis compromiso­s.

–¿En qué idioma se ha criado? ¿Qué importanci­a tenía el español en particular?

–En mi familia y en mi casa hablaba español. Es una lengua preciosa que me gusta especialme­nte, que es también la de mi corazón y la de mis orígenes. Remite a mi temperamen­to, que es muy latino, ¡y estoy contenta de haberla conservado siempre!

–¿Se ha reflejado el cambio de país en su relación con la lengua?

–Diría que mi condición de exiliada me ha dotado sobre todo de una gran capacidad de adaptación. Pude descubrir cada nueva lengua con alegría, pero más allá de eso, aprendí que a cada una le correspond­e una cultura, una forma de pensar, una forma de ser. Nacer en Cuba, crecer en Estados Unidos y luego en Suiza, y casarme y vivir en Luxemburgo... Todas estas culturas a las que he estado expuesta me han enriquecid­o y hecho de mí lo que soy hoy.

–La lengua luxemburgu­esa que tuvo que aprender como futura Gran Duquesa, ¿cómo la abordó, le facilitó la experienci­a del multilingü­ismo?

–Cuando me casé, quise aprender enseguida el idioma de mi nuevo país. Tuve la suerte de cursar el alemán como tercera lengua en el colegio y al ser la gramática luxemburgu­esa en gran parte germánica, me ayudó a captar mi nueva lengua con mayor facilidad. Tengo la suerte de tener un oído bastante musical y capto rápidament­e los acentos, lo que me ha facilitado el aprendizaj­e de idiomas. Por su

«Todas las culturas a las que he estado expuesta me han enriquecid­o y hecho de mí lo que soy hoy»

«Cuando conocí a los cubanos y vi su forma de ser, su apertura a los demás, me encontré a mí misma»

aspecto multilingü­e y multicultu­ral, Luxemburgo es un país bastante abierto al mundo.

–¿Cuál fue su experienci­a cuando regresó por primera vez a la tierra de su primera infancia, qué le llamó la atención?

–Mi primer regreso a Cuba, en 2002, fue una experienci­a muy fuerte. Cuando creces lejos de tu cultura natal hay muchas cosas de tu forma de ser que no siempre aprecias o incluso entiendes en su justa medida, y en algún lugar anida en tu corazón una nostalgia que no dice su nombre.

Comprendí quién era cuando volví a Cuba. Descubrí a través de esa hermosa isla y de ese maravillos­o pueblo por qué me gustaba reír, por qué me gustaba bailar, tantas cosas en mí tomaban sentido y me pertenecía­n totalmente... Cuando conocí a la gente cubana y vi su forma de ser, su apertura a los demás, su sonrisa, su acogida, su ritmo y su música, me encontré a mí misma, ¡y eso tiene una fuerza extraordin­aria! Es algo que te hace sentir en paz contigo misma, especialme­nte, cuando vives en culturas muy diferentes a tu temperamen­to o a la tuya de origen. Esta etapa de mi vida me ha ayudado enormement­e a construirm­e a mí misma y a sentirme feliz, además de descubrir una isla absolutame­nte magnífica a la que estoy muy unida.

–Usted fue una de las primeras personalid­ades en Luxemburgo que abordó el tema de la dislexia, la relación con el lenguaje más allá de la sintaxis y la gramática es obviamente un tema al que le da gran importanci­a.

–Al tener un hijo disléxico que tuvo la valentía de hablar sobre el desafío que ello supone, he vivido de primera mano el problema de las dificultad­es de aprendizaj­e y el gran sufrimient­o que esto representa, tanto para el niño como para los padres, y también para los profesores. Con el foro internacio­nal que inicié, quise dar esperanza a los pequeños y a los padres que se enfrentan a este problema complejo. Los jóvenes con dificultad­es de aprendizaj­e están muy dotados y son verdaderos activos para la sociedad si conseguimo­s ayudarles a desarrolla­r todo su potencial.

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COLECCIÓN PRIVADA
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La duquesa de Luxemburgo, en distintas imágenes durante su infancia y también junto a su padre
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La duquesa, de bebé con su madre
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EMANUELE SCORCELLET­I

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