La Razón (Andalucía)

El Caravaggio fue objeto de «trueque» en la Academia de Bellas Artes en 1823

Enrique Pérez de Castro lo habría cedido a cambio de un cuadro de Alonso Cano

- POR MATÍAS G. REBOLLEDO

El misterio siempre ha rodeado a Caravaggio. Es normal, sobre todo si tenemos en cuenta que uno de sus episodios históricos mejor datados cuenta que apuñaló a otro hombre por ganarle una partida de un primigenio tenis. De hecho, y pese a su renombre internacio­nal y calado en la Historia del Arte, apenas se le atribuyen unas 80 obras verificada­s por los expertos. Para ponerlo en contexto se ha de saber que de Rubens hay aproximada­mente 1.400 piezas catalogada­s. Así las cuentas, es normal que el mundo de la pintura se revolucion­ara el pasado 7 de abril con el hallazgo de una supuesta obra suya que iba a subastar, aunque luego se retractase, la casa Ansorena. Desde entonces, cada respuesta arañada a golpe de investigac­ión ha generado su propio árbol de preguntas. Primero, se estableció que sería declarado Bien de Interés Cultural por parte del Ministerio, bloqueando su salida de España; luego, que habría generado un interés de reventa de más de 80 millones de euros; y, más recienteme­nte, que «La coronación de espinas» perteneció siempre a la familia Pérez de Castro, fundadora de la escuela de diseño IADE y descendien­te del arquitecto del Valle de los Caídos.

Escueto comunicado

Lo que no se sabía hasta la tarde de ayer es que la posesión del cuadro por parte de la ilustre familia data de 1823, cuando Emilio Pérez de Castro ofreció a la Academia de Bellas Artes de San Fernando una obra contrastad­a del pintor Alonso Cano («San Juan Bautista») a cambio de «cualquiera de una lista de cuatro». El coleccioni­sta y académico de honor se decantó por el presunto Caravaggio y, desde entonces, ha estado en posesión de su familia. El dato lo hizo público la institució­n en un escueto comunicado que, además, confirmarí­a que el «Eccehomo con dos sayones» siempre se sospechó relacionad­o con el pintor italiano.

La revelación de la doctora Itziar Arana, coordinado­ra del Centro de Estudios I+D+I de la Academia, vuelve relevante un dato que hasta ahora parecía trivial: en el lote en el que se incluía el cuadro había hueco para un presunto «San Francisco», también de Alonso Cano. Esto podría sugerir que el origen del Caravaggio estaría en las Coleccione­s Reales y que su adquisició­n por parte de los Pérez de Castro se deba a la simple devaluació­n del trabajo del italiano que marcó el siglo XIX. Más allá del trazo histórico del cuadro, sobre el que es probable que vayamos conociendo más por el interés que ha generado el «buen ojo» de Pérez de Castro, sigue generando polémica. Tras rechazar, momentánea­mente, que el cuadro –en pésimas condicione­s de conservaci­ón– fuera analizado por el Prado, los propietari­os han elegido a la casa Colnaghi, liderada por el español Jorge Coll, para llevar a cabo unas labores de restauraci­ón que, sin embargo, desde la Junta de Calificaci­ón se consideran inabarcabl­es por lo exiguo del presupuest­o que ha fijado el Ministerio.

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En el catálogo, el cuadro aparecía como «Ecce Homo con dos sayones»

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