UEFA Nostra
Por aquello de la paronomasia, los acrónimos FIFA y UEFA siempre fueron fácilmente identificables con la palabra «Mafia», que no sólo hace referencia a la Cosa Nostra siciliana, y a sus ramificaciones estadounidenses, sino que cruzó la frontera del lenguaje común para significar «grupo organizado que trata de defender sus intereses sin demasiados escrúpulos», según la tercera acepción del DRAE. La teleserie chilena «El presidente» (Amazon Prime) narra con un rigor histórico no exento de humor cómo se manejaban los hilos del fútbol en sus más altas esferas hasta anteayer, cuando el mismísimo FBI irrumpió en la neutral Suiza para desmontar la trama criminal que, entre otros disparates, le había vendido un Mundial a la satrapía teocrática de Qatar: el que España jugará en 2022 en estadios construidos sobre los cadáveres de seis millares de trabajadores explotados en condiciones aledañas a la esclavitud (según Amnistía Internacional).
Aunque el docudrama se centra en la CONMEBOL, la sucursal sudamericana de FIFA, es revelador de cómo han actuado los jerarcas del fútbol de la generación anterior a Infantino y a Ceferin, el sucesor de Platini y de sus problemas con la justicia al frente de UEFA. Al ex futbolista se le ocurrió primero ampliar a 24 selecciones la Eurocopa, un error que ha convertido el torneo es un pestiño, y luego dispersar la edición 2020 por una docena de países hasta convertirla en un caos organizativo. Los intereses que han movido a estas decisiones, como al disparate que en su día fue reservar plazas de Champions para ligas de segundo y tercer orden (no son justificables bajo ningún prisma desplazamientos entre semana a Kazajistán o Azerbaiyán), son todavía una incógnita. Aunque se los puede uno figurar sin tener la imaginación de Julio Verne.
No conviene hacer una enmienda a la totalidad, sin embargo, siquiera sea para salvaguardar el prestigio de los triunfos de España y de sus clubes. Quien impugne a FIFA y UEFA como organizaciones regidas por comportamientos mafiosos, ¿insinúa que las trece Champions del Real Madrid o las seis Ligas Europa del Sevilla son ilegítimas por su connivencia con los capos? Si es cierto que un demiurgo maléfico manipula los torneos, ¿se tomó vacaciones entre 2008 y 2012 o también maniobró para que la Selección triunfase? ¡Caramba, qué bien nos ha ido con la Mafia! La crítica es legítima y necesaria, sobre todo cuando se trata con poderes tan avasalladores. Pero sin olvidar que jugando a este juego, con estas reglas, hemos ganado más que perdido. Todos.