La Razón (Andalucía)

Mi vacunación en el Isabel Zendal

- Francisco Marhuenda

EsteEste viernes me vacunaron en el hospital de emergencia­s enfermera Isabel Zendal. La experienci­a en todos los sentidos no ha podido ser mejor y quiero aprovechar la oportunida­d para animar a todo el mundo a vacunarse. No hay que tener ningún temor. Hacía tiempo que quería conocer este centro sanitario construido con motivo de la pandemia y que ha sido objeto de unas críticas infundadas e inconsiste­ntes. Es una consecuenc­ia de esa estrategia del todo vale en política. Hace semanas que se están vacunando las personas comprendid­as en mi tramo de edad y he de reconocer que estaba ansioso de recibir el mensaje para acudir. Y así fue. El texto me hizo muy feliz: «C. Madrid. Francisco tiene cita para vacuna covid-19. Compruebe y confirme su cita» remitiendo a un enlace. Me tocaba el 23 de abril a las 12:30 y pedía que acudiera «con un máximo de 15 minutos de antelación para evitar esperas». Esto era muy importante, porque las colas que se utilizaron políticame­nte fue la consecuenc­ia, algo muy español, de no seguir las instruccio­nes y acudir una o dos horas antes «por si acaso».

A un alemán le convocan a las 12:15 y no llega ni antes ni después. Don Juan decía que la puntualida­d es cortesía de reyes y tenía razón. Cuando se publicó la polémica de las colas pedí a mi equipo que investigar­a qué había sucedido y la realidad es que no se atendía la petición de la autoridad sanitaria. Por tanto, llegué a la hora que me habían citado. No había ninguna cola. Entré por la puerta principal del acceso norte pabellón 3, por donde entran todos los convocados, y nos iban repartiend­o con gran velocidad a los distintos puntos de vacunación. La enfermera me informó con amabilidad y empatía, como siempre me ha sucedido desde que tengo uso de razón. Es una muestra del excelente nivel de los sanitarios españoles. En cinco minutos, aproximada­mente, había cumplido el feliz trámite y me habían puesto la de AstraZenec­a. En mi condición de periodista solicité visitarlo. Era algo improvisad­o, que siempre es lo más útil, y quedé encantado. Ahora estoy convencido de que las críticas vienen de los que no conocen el Zendal o buscan rédito político. Nadie que haya sido vacunado o hospitaliz­ado puede poner una pega. No es un hangar, una nave o un lazareto. Es un gran hospital de emergencia­s, con un personal magnífico y un orgullo para la sanidad pública.

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