La Razón (Andalucía)

Abstención: 260.433 no votantes que pueden dar el vuelco el 4-M

El equilibrio de indecisos entre derecha e izquierda anula su capacidad de vuelco. No así los abstencion­istas: más de un 60,8 por ciento son votantes de izquierdas. Moncloa e Iglesias se alían para sacarlos a la calle

- CARMEN MORODO

La izquierda confía en movilizar a su electorado que hoy representa más del 60 por ciento de los que aseguran no acudirán a votar

En estas elecciones, la fuerza de un posible cambio, sobre las tendencias cristaliza­das en la mayoría de las encuestas, no reside en los indecisos, sino en la bolsa de ciudadanos que declaran que optarán por la abstención.

Ésta es la clave que manejan con bastante coincidenc­ia en los cuarteles generales de los candidatos en liza, y lo que explica, además, la alianza de Moncloa y del candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, para rentabiliz­ar a su favor las dudas y la respuesta de Vox a la amenazas que han denunciado cargos del Ministerio del Interior y el propio líder de Podemos en plena campaña electoral.

El viernes, la campaña saltó por los aires por el choque de Vox con Podemos, en el que los dos actores compartían el mismo objetivo de forzar la polarizaci­ón, y esto ha llevado a un nuevo escenario en el que Moncloa hasta ha puesto a jugar electoralm­ente al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para reclutar el voto «por la democracia y contra el odio».

Los partidos cruzan sondeos y se detienen, sobre todo, en la letra pequeña, que a estas alturas de campaña señala que hay más de un cuarto de millón de ciudadanos que avanza su decisión de no votar en estas elecciones. Una cantidad significat­iva como para mover el resultado.

El 60,8 por ciento son votantes de izquierdas, y el 39,2 por ciento, de derechas. Esto lleva a concluir, y sobre ello trabajan en la izquierda y en la derecha, que sólo el incremento de la participac­ión es el que puede hacer en estos momentos que la izquierda se acerque a la derecha y coloque el re

sultado electoral muy igualado en escaños. Justo en un incremento sobresalie­nte de la participac­ión es en lo que fundamentó el CIS del socialista Tezanos en esta semana la contradicc­ión de todos los sondeos para dar la mayoría a la izquierda.

A diez días de las elecciones el número de indecisos se sitúa alrededor de los 200.000 votantes. Y esta bolsa duda entre dos comportami­entos fundamenta­les. Votar a una candidatur­a o abstenerse. De ellos, el 53,4 por ciento optaría, si finalmente votara, por una lista en liza, mientras que el 46,6 por ciento antepondrí­a la abstención al voto, según un informe de Nc Report.

Las dos mayores bolsas de indecisos se encuentran entre los potenciale­s votantes del PSOE y el PP: 35.216 electores socialista­s y 30.814 electores populares. Esto representa el 4,5 por ciento del voto socialista y el 2,2 por ciento del voto popular. Por bloques, el número de indecisos es similar a izquierda y a derechas, y esto es lo que les resta fuerza como para ser protagonis­tas de un vuelco electoral el 4-M.

En el ecuador de la campaña la izquierda da por perdido el debate con la derecha sobre la gestión sanitaria y Vox les ha ofrecido la coartada que necesitaba­n para intentar imponer un giro discursivo que les beneficie en la movilizaci­ón de su votante. Libertad o comunismo, es el eslogan del PP. Ahora la izquierda se apunta al lema «odio o democracia». A sabiendas de que, al menos hasta este momento, en una parte del potencial electorado de centro y de izquierdas lo que más puede pesar es la confrontac­ión entre ruina o no ruina, entre apertura o cierre total, que es el eje teórico sobre el que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha levantado su política de confrontac­ión con Pedro Sánchez.

El viernes por la noche en Sol cerraron la jornada con encuestas que dejaban a la candidata al borde de la mayoría absoluta, en los 65 escaños; y con Vox, en los 12 escaños que tiene en la actualidad. Por su parte, en la izquierda, según el tracking del viernes del PP, el PSOE se desplomaba de los 37 a los 29 escaños, Unidas Podemos subía un diputado, y Más Madrid ganaba dos respecto a los resultados de las últimas elecciones autonómica­s. Los socialista­s pagarían todo el desgaste.

El PP quiere mantenerse en las coordenada­s con las que planteó su campaña, a pesar del punto de inflexión que impone el choque del viernes entre Vox y Podemos. Génova busca evitar ese choque porque cree que da oxígeno a la izquierda, y por eso ya ha empezado a extender la idea de que los de Santiago Abascal «trabajan para el PSOE en vez de para el centro-derecha». «La razón de ser de Vox es hacer daño al PP, y lo estamos viendo».

En el lado de Vox, Abascal insistió ayer en cuestionar las amenazas de muerte recibidas por el líder morado y aseguró que la izquierda siempre intenta impedir que los ciudadanos voten «en paz y en libertad».

Aquí hay un elemento importante que afecta a la estabilida­d de la competenci­a entre PP y Vox. Génova no puede sumarse en público a las dudas que manifiesta Vox sobre las amenazas a Iglesias y al ministro Marlaska, pero en la dirección del PP hay quien admite, fuera de micrófono, que las comparte, y, lo que es más importante, en el PP saben que también conectan con el sentir de buena parte de su electorado.

Posiblemen­te esto no tiene tanto peso como para ser condición que lleve a que revisen su opción de voto, por la excepciona­lidad de las circunstan­cias de esta campaña por culpa de los daños sociales y económicos de la crisis sanitaria de la Covid.

Pero sí evidencia la capacidad de Vox de jugar en un terreno en el que no puede moverse un partido de gobierno como el PP, a pesar de que, sin embargo, sus posicionam­ientos sí conectan con votantes del granero de los populares.

Las encuestas del viernes de Ayuso la colocaban en los 65 escaños, a 4 de la mayoría absoluta, y hundían al PSOE a los 29

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Infografía LA RAZÓN

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