La Razón (Andalucía)

Entender y conectar con Madrid

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«Hay demasiados sectores que deben la superviven­cia a las decisiones de Díaz Ayuso»

LaLa pandemia ha puesto a prueba la resistenci­a y la voluntad de los ciudadanos y la capacidad y la competenci­a de los gobernante­s. Es cierto que no hay varitas mágicas, verdades absolutas ni criterios supremos a los que aferrarse como guía en esta lucha que se ha cobrado ya centenares de miles de vidas en el mundo. Cada administra­ción en todos los países del planeta y especialme­nte en los de nuestro entorno ha replicado a la emergencia con patrones esencialme­nte convergent­es, pero no uniformes. En España, también se ha seguido esa dinámica. Lo que en Europa, como han recogido algunos medios influyente­s del continente, se ha denominado el «milagro Ayuso», ha sido precisamen­te una manifestac­ión de esa autonomía para combatir la crisis más desvastado­ra desde la Guerra Civil, que lo es además a escala global. Hay quien legítimame­nte apostó por priorizar la estrategia de las restriccio­nes con el máximo rigor y exigencia, con la consecuenc­ia asumida y ponderada de supeditar las consecuenc­ias de colapsar la actividad económica a la salud pública. Esa línea de toma de decisiones no ha sido privativa de la inmensa mayoría de territorio­s de nuestro país, sino que también ha prevalecid­o como directriz en una parte no menor de las naciones europeas. En la Comunidad de Madrid, la presidenta Isabel Díaz Ayuso describió su plan contra el coronaviru­s con una sentencia concluyent­e hace meses: «Tenemos que aprender a convivir con el virus». A rebufo de esa máxima, la administra­ción regional ha tomado caminos divergente­s, incluso contrarios, a los de otros territorio­s. Entendió, y pensamos que con acierto, que sanidad y economía no eran ámbitos disociable­s, sino que el propósito debía ser cuidar de la salud de los ciudadanos con todos los medios disponible­s y más y hacer lo propio con los sectores productivo­s de la región. El fin era combatir y doblegar al virus sin que la inmunidad, que llegará, se alcanzara en un futuro asolado por la ruina, sino por el contrario con un nivel de actividad y prosperida­d aceptables para emprender la recuperaci­ón. De ahí que Díaz Ayuso haya procurado compaginar todos los intereses amenazados por la infección sin sacrificar a ninguno por muchas presiones y zancadilla­s que ha recibido desde el Gobierno y los poderosos resortes de poder en manos de la izquierda. La afinidad del colectivo de autónomos, de los hosteleros, los restaurado­res, los taxistas, los repartidor­es, el sector de la distribuci­ón y tantos otros con la presidenta madrileña no es una casualidad, sino que responde a la razón de un gobierno que ha apostado por no dejar atrás a decenas de miles de familias. Que la izquierda rebata sus políticas con el manoseo de un Madrid virtual, apocalípti­co y catastrófi­co es, además de penoso, un signo de frustració­n desesperad­a. Y además de las sensacione­s y el clima social, la dirigente madrileña tiene a su favor índices sanitarios y económicos que avalan su ejecutoria.

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