La Razón (Andalucía)

Gabilondo se ha rendido a Iglesias

- Jorge Vilches

Los madrileños saben que se juegan mucho el 4-M y que no se trata solo de unas elecciones autonómica­s

«¿Qué tal las encuestas?», preguntó el periodista. Zapatero bajó la voz, se acercó al entrevista­dor y soltó la verdad porque creyó que nadie grababa: «Nos conviene que haya tensión». Era 2008. La crispación aumentó, y el resultado fue la victoria electoral del PSOE. En enero de 2020 Iglesias reivindicó a Zapatero como su modelo político. De hecho, el socialista aconsejó a Iglesias la estrategia con Sánchez en la negociació­n para formar Gobierno.

El viernes pasado, la fórmula se actualizó porque la escenifica­ción ahora cuenta con más actores. En esto Vox no debería desempeñar el papel que desea la izquierda, ni caer en el victimismo propio de los populistas. Si realmente piensa que Madrid se juega la libertad o caer en el sanchismo, todo eso sobra.

El ruido solo da réditos a la izquierda. La batalla de ideas no es contestar a socialista­s y comunistas, ir por detrás y responder a sus propuestas. Todo lo contrario. Es tomar la iniciativa y que sea el sanchismo quien se ocupe de seguir el debate. Eso es lo que ha pasado en el Madrid de Ayuso, que ha tomado la delantera en la batalla. Esa es la manera de vencer, liderar y crear una alternativ­a. De ahí los nervios y los insultos del sanchismo. Esta misma semana Ábalos Meco dijo: «Afortunada­mente, Madrid no es España».

No hay que perder de vista lo relevante de esta semana de debates: Gabilondo se ha rendido a Iglesias. Si el candidato del sanchismo se ha dejado arrastrar en campaña hasta el punto de ofrecer al podemita formar gobierno, ¿de qué no será capaz llegado el momento? Por eso toda la campaña del sanchismo en Madrid para presentar a un Gabilondo «centrado pero no de centro», como dijo, es un fracaso porque nadie lo cree.

La victoria de las izquierdas, del trisanchis­mo, sería dar oxígeno al revanchism­o, la anulación social y política de todo el que disienta. Sería desmantela­r el Zendal, convertir Telemadrid en La Tuerka, restringir horarios comerciale­s, acabar con la libertad educativa y sanitaria, atacar a la Iglesia, cerrar la región a la inversión extranjera y a la expansión urbana, desprotege­r la propiedad privada, o poner trabas al turismo. Madrid sería víctima de la ingeniería socialista, del sueño de adaptar el orden social al dominio político.

Con Gabilondo decididame­nte rendido a Iglesias es lógico que vayan a votar al PP casi 100.000 electores del PSOE, que es más de un 10% de sus votantes en Madrid. Por eso el grueso de los indecisos no está en la derecha, sino en la izquierda, cuyos seguidores no saben qué partido elegir. Gabilondo no cuaja porque está desencajad­o y en medio de una mudanza para abandonar Madrid. Iglesias cae mal, y la contradicc­ión, la nulidad y la falsedad acompañan su vida política. La candidata de Más Madrid, el partido que avanza por descarte de los otros, es una desconocid­a, aunque esto es una ventaja para ella.

Una participac­ión que puede alcanzar el 80% indica que los madrileños saben que se juegan mucho el 4-M, y que no son solo unas elecciones autonómica­s. Es la posibilida­d de que comience el final del sanchismo y de que se cree una alternativ­a a nivel nacional. La percepción de que hay una salida que ilusiona, crea comunidad, y favorece el progreso, es necesaria en medio de una crisis.

De esta manera, es de una enorme irresponsa­bilidad convertir la campaña en algo personal. No es convenient­e que Monasterio diga «lárguese» a Iglesias porque este se lo dijo a su marido en el Congreso, con el famoso «cierre al salir». El ruido solo es importante para los que no tienen nada que perder.

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