La Razón (Andalucía)

El Madrid, seco bajo la lluvia

El equipo de Zidane lo intentó al final, pero fue incapaz de desordenar al rival. El partido del martes marcó el choque. LaLiga, más difícil

- POR JOSÉ AGUADO MADRID

Sonaba «Malamente» de Rosalía cuando el Madrid saltaba a calentar en Valdebebas, como si cantase lo que le pasa al Madrid frente al gol en ese final de LaLiga. Marcó al Cádiz, pero no lo hizo antes frente al Getafe ni contra el Betis y da la impresión de que el campeonato se le puede estar escurriend­o, gota a gota, asfixiado por las bajas y el cansancio, obligado a un esfuerzo para el que no le da la vida. Lo intentó, en una segunda parte a vida o muerte, con el Betis con más espacios y los de Zidane debatiéndo­se entre los dos frentes, quitando a Modric y a Carvajal porque el Chelsea espera y jugando con Hazard, en una situación límite. Más allá de un remate anterior al larguero de Rodrygo no tuvo ocasiones para romper el empate. Sólo una llegada de Vini, cuando pudo correr y tras la que se quedó sin fuerzas. Jugo media hora el brasileño, porque también necesitaba un respiro.

Tiene que hacer malabarism­os Zidane para mantener el tipo en la dos competicio­nes y no a agotar a los futbolista­s. El problema es que parece que no le da para ambas. Llovía en Madrid porque siempre llueve cuando juega el equipo en Valdebebas y se secaba Zidane con una toalla empapada. Era imposible que eso funcionase y fue imposible también encontrar soluciones para ganar el partido. Fue cambiando con el paso de los minutos, de nombres y de sistema, de ganas incluso, pero no hubo manera. Quizá en un estadio lleno, con la necesidad y con el público empujando, el partido hubiese tenido otro final, pero esto es lo que hay: la lluvia gotea contra las sillas azules y vacías de Valdebebas y no hay nadie que empuje al Madrid para que se olvide de su cansancio. Otra vez el Betis, y ya van muchas, amargó al equipo de Zidane.

Los de Pellegrini aguantaron bien y con el partido abierto y desordenad­o tuvieron más ocasiones más claras para ganar que cuando empezaron dominando, de manera académica, pero sin morder.

El Madrid se dejó hacer, porque

no tiene prisa, aunque luego eche de menos el tiempo perdido. El Betis controlaba y un ordenado Madrid maduraba el partido. Ha perdido frescura y con el choque del Chelsea tan cerca, también es más precavido o eso parece. O quizá es que nadie puede igualar la fiereza con la que juega Vinicius y que se contagia al resto. Zidane optó por Rodrygo y Asensio en las bandas, cambiándos­e a lo largo del partido de lado y al Madrid le costó llegar a la portería rival, porque no tienen la velocidad ni el atrevimien­to de Vini para irse adelante aunque parezca una locura. Y cuando salió, ya era tarde.

Fue eso lo que hizo que a los blancos les costase entrar en el partido. El Betis empezó mejor colocado, con Guardado al mano de operacione­s y buscando el lado izquierda donde caían Canales y Joaquín. No se inmutó el Madrid, que si algo sabe hacer estos últimos tiempos es defenderse y no perder la calma. La vuelta de Carvajal en la banda derecha se nota. Por fútbol y por personalid­ad. El lateral juega con la consistenc­ia que no tiene Odriozola. Es algo que o se tiene o sólo da el paso de los minutos y de los años. Es más una sensación que otra cosa, pero casi se puede palpar. Por eso le cambió Zidane: le necesita el martes.

La primera parte se jugó con el freno de mano, sin forzar, pero fue en la segunda cuando se desató la necesidad blanca y las posibilida­des del Betis con más espacio. Zidane lo movió todo para dar otro aire al equipo, para abrirlo, buscar espacios o rapidez. Isco no se lo da, pese a que su intento de protagonis­mo es encomiable. Otra cosa es que sea lo que necesita el Madrid.

Sin Kroos ha perdido las luces largas con las que veía más lejos. Modric es el único que busca los cambios de sentido con el que mover al rival, pero está sólo y suma más minutos de los que todo el mundo esperaba a estas alturas del curso. Para buscar el gol, además de un Hazard sin minutos, el plan fue Odriozola y a Marcelo. Y luego, Blanco, el canterano. Y no funcionó.

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Víctor Ruiz se lanza al suelo para quitarle un balón a Vinicius, que entró en la segunda mitad
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