La Razón (Andalucía)

Temor a sufrir un nuevo repunte como en Chile

El fin del estado de alarma, unido a la fatiga pandémica y al triunfalis­mo de las vacunas, nos puede poner en jaque

- BELÉN TOBALINA MADRID

La percepción de los médicos, virólogos y expertos en modelos matemático­s es unánime: pese a que la incidencia está bajando, no podemos bajar la guardia. Y para muestra lo sucedido en Chile, donde, pese a ser el tercer país con mayor porcentaje de población vacunada, están subiendo los contagios de forma alarmante. El número de casos diarios alcanzó un nuevo récord el pasado 9 de abril, cuando se registraro­n 9.151 casos nuevos, la primera vez que se superaba la barrera de los 9.000 desde que comenzó la pandemia (el máximo hasta entonces eran 6.938 casos registrado­s el 14 de junio). Las UCI están más desbordada­s que nunca. De ahí que el país se haya blindado ante posibles importacio­nes de contagios y los ciudadanos necesiten incluso permisos para poder salir a hacer la compra de alimentos (los mayores de 80 años no). Los desplazami­entos en vacaciones, el avance de la variante brasileña y los contagios en los jóvenes están detrás del repunte de casos. De fondo... el triunfalis­mo de la vacuna o como un país puede pasar del milagro de la vacunación a retroceder y estar peor que antes de la vacuna. ¿Podría pasar los mismo aquí?

«España debería tener mucha precaución de cómo la gente actúa tras la vacuna, y máxime con poca población vacunada. Se han de evitar aglomeraci­ones y estar en sitios cerrados», recomienda el Dr. Rafael Medina, profesor del Departamen­to de Enfermedad­es Infecciosa­s e Inmunologí­a Pediátrica de la Facultad de Medicina de la Universida­d Católica de Chile. Medina nos facilita unos datos de la realidad del país para que nos podamos hacer una idea de lo que podría pasar si nos relajamos: «Tras vacunar a los sanitarios, se ha inoculado a las personas de más edad. De hecho, esta semana se está administra­ndo la vacuna a los de 48 años. El 80% de los mayores de 60 años ya tiene las dos dosis, y el 33,7% de la población tiene la pauta completa». En el país ponen AstraZenec­a y la china Sinovac. «El problema no es de las vacunas empleadas, ya que tienen una eficacia del 67% frente a sufrir la enfermedad leve sintomátic­a, previenen en un 85% las hospitaliz­aciones y en un 80% las muertes. El problema es que Chile hizo énfasis en la vacunación, pero no en mantener las precaucion­es y durante las vacaciones de verano (en diciembre, enero y febrero) hubo mucho movimiento en Chile sin trazado. Esto explica que la mayoría de los enfermos tenga menos de 50 años y no estén vacunados». Otro factor que ha podido influir es el tema de las nuevas variantes. «En Santiago de Chile vive un tercio de la población del país y predomina la variante brasileña. También tenemos la británica y la sudafrican­a. En todo caso, la gente vacunada que se infecta es casi anecdótica, una decena de personas. De ahí que el principal problema sea la movilidad y la trazabilid­ad. Es importante mantener la percepción de riesgo, la gente no sabe cuan riesgoso es en

fermar, y vemos gente sin mascarilla­s y reuniones entre no convivient­es. Estamos teniendo adultos jóvenes con enfermedad grave. De hecho, los de 35 a 50 años son los que más se están infectando. Tenemos pocas camas de UCI disponible­s. Están al 96% de ocupación. Ahora la presión es mayor pese a que tenemos más camas que en la primera oleada. Por eso es vital que a medida que avanza el plan de vacunación no se baje la guardia en cuanto a otras medidas de contención o si no el virus seguirá transmitié­ndose», advierte.

«Es cierto que nosotros estamos en otoño y vosotros vais hacia el verano, pero cuando vuelvan a septiembre si se relajan las medidas podrían tener una nueva oleada. Ojalá para entonces su porcentaje de población vacunada sea más elevado, porque el problema es cuando se pierde la percepción del riesgo», añade Medina.

Coincide con él Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiolo­gía de la Universida­d CEU San Pablo: «Lo que está ocurriendo en Chile puede pasar en España una vez se levante el 9 de mayo el estado de alarma, pero con dos condiciona­ntes. El primero, el estacional. A ver si para el verano la vacunación está más avanzada. Y segundo, el tipo de vacuna empleada, ya que las que se están poniendo aquí evitan aproximada­mente en un 95% sufrir la Covid de forma grave y la muerte». «Lo importante en todo caso –prosigue Nistal– es que el 85% de los mayores de 60 años esté vacunado con las dos dosis o si no al menos con una, no tanto ese 70% de inmunizaci­ón de rebaño de la que tanto se habla. Cuando se tenga a los mayores vacunados ahí se podría abrir, antes no, para evitar un nuevo colapso sanitario. Por eso, hasta entonces habría que crear un mecanismo similar al estado de alarma. En mayo no hace el mismo tiempo que en verano y podrían subir los contagios. Por eso, para ir a lo seguro habría que reducir la movilidad hasta que la mayoría de las personas de más de 60 años esté vacunada. Si no podría pasar algo similar a lo de Chile en septiembre u octubre». Y es que aunque en nuestro primer verano de Covid hubo menos contagios porque salíamos de un cierre total y estábamos conciencia­dos, hoy la situación de fatiga pandémica es bien diferente y existe el peligro de un mayor desfase que haga que al final del verano tengamos que volver a sufrir una oleada.

«En Chile han realizado un trabajo exquisito con la vacunación. El problema que nos tiene que entrar a todos en la cabeza es que no se puede volver a la vida anterior por la vacuna. Puedes estar inoculado e infectar a otros. Los problemas los tendremos según nos comportemo­s en verano. Y será el error más grave que hemos tenido en pandemia. Espero que no suceda y que las autoridade­s sanitarias se lo tomen en serio, porque en verano estará la mitad de la población vacunada, pero no habrá un 80% de inmunizaci­ón de rebaño y podríamos volver a empezar. Hay que evitar que eso pase a toda costa. La Covid no se acabará así por así, como si la vacuna fuera una varita mágica que nos permitiera volver ala vida que teníamos a finales de 2019», advierte Àlex Arenas, doctoren Física de la virai Virgilid e Tarragona. Máxime cuando, como recuerda, seguimos cometiendo errores incomprens­ibles: «Europa dice que se ha de secuenciar como mínimo un 5% de los casos y que lo recomendab­le es un 10%, y en cambio, el Ministerio de Sanidad propone entre un 1 y un 2%. Y sucede lo mismo con el tema de la trazabilid­ad. No podemos cantar victoria antes de tiempo. Por lo que en interiores, siempre mascarilla y ventilació­n aunque estemos vacunados porque no existe el riesgo 0 de que un vacunado no infecte. Me da miedo pensar que cuando se avance en la inoculació­n la gente se olvide del riesgo como les ha pasado a los chilenos, que nos debe servir de aviso. Hay que continuar siendo precavidos y no seguir yendo detrás de la epidemia. Veremos bajar los ingresos y las muertes pero ese no es el final, y eso es lo que ha sucedido en Chile», recuerda Arenas, que añade que «el problema del fin del estado de alarma es que sin este mecanismo los toques de queda o los cierres se caen. Las autonomías van a intentar implantarl­os, pero tendrán que pasar por los juzgados porque sin estado de alarma se tienen que respetar los derechos fundamenta­les y no se puede limitar la movilidad».

Para el médico Antonio Burgueño, en cambio, el problema no es la movilidad, sino que «si no se acelera el ritmo de vacunación volverán a subir los casos en otoño. Y es probable que en octubre el nivel de anticuerpo­s sea bajo. Cuanto más se tarde en vacunar podría coger el ciclo al alza de la enfermedad por el mal tiempo, que la inmunizaci­ón de vacunados y aquellos que ya han pasado la enfermedad sin estar inoculados se pierda con el tiempo y que surja una cepa resistente. Por eso, la vacunación debería ser masiva. No se está haciendo porque las casas farmacéuti­cas llevan el ritmo a su aire, cuando se les debería exigir ampliar unidades de fabricació­n por mucho que eso les reduzca rentabilid­ad. Para agosto es probable que EE UU haya terminado de vacunar, mientras que en la UE sólo lo estará un 30% de la población al ritmo al que vamos. Hay que pagar más y exigir una producción más rápida. Lo de Chile claro que nos puede pasar, aunque no creo que suceda. Eso sí, los vehículos transmisor es del virus de 15 a 40 años o de 15 a 50 seguirán sin vacunar en España hasta el final del verano. Y el grupo de 15 a 30 años está muy relajado en todos los países. Están hartos y es una situación que hará que suban los casos y haya oleadas».

El epidemiólo­go Antoni Trilla espera que no suceda lo de Chile: «Tras el estado de alarma algunas restriccio­nes pueden sufrir modificaci­ones, pero no será una mano abierta. El problema de la legislació­n española va a dar pie a que las autonomías mantengan ciertas restriccio­nes y es de esperar que los jueces no las tumben. En todo caso el ejemplo de Chile te hace ser prudente y lo lógico es mantener restriccio­nes acorde a la situación epidemioló­gica. En todo caso, es posible que en septiembre u octubre suban los casos, deseo que no. Si Europa vacuna al 70% de la población, para la llegada del frío no se deberían colapsar las UCI. En todo caso hay que vacunarse de forma masiva y no relajarse. Por eso creo que el Gobierno debería ser prudente. El peligro no desaparece­rá».

«ESTA SEMANA EN CHILE SE ESTÁ VACUNANDO YA A LOS CIUDADANOS DE 48 AÑOS Y TENEMOS LAS UCIS COLAPSADAS»

«NOS TIENE QUE ENTRAR EN LA CABEZA QUE PESE A LA VACUNA NO PODEMOS VOLVER A LA VIDA ANTERIOR»

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JESÚS G. FERIA
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EUROPA PRESS Los expertos temen que, a medida que aumenta la población vacunada, tengamos un verano sin cabeza y suban los contagios entre septiembre y octubre, sobre todo en el caso de los más jóvenes
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ALBERTO R. ROLDÁN
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EFE

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