La Razón (Andalucía)

Movilidad social

Las opciones de los españoles para mejorar de nivel de vida se reducen

- J. A. Alonso-Madrid

Los tiempos de pandemia han desnudado muchas de las debilidade­s que venían aquejando a España en las últimas décadas, y una de ellas es el bloqueo de la movilidad social, la escasísima o nula posibilida­d que tienen muchos de sus ciudadanos de ver recompensa­do su esfuerzo o mérito con independen­cia de su origen social y económico. Es la tesis de un reciente estudio de la consultora que preside el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, Freemarket Corporate Intelligen­ce, titulado «Reparar el ‘‘Ascensor Social’’», que analiza con datos y perspectiv­a esta realidad tan «Made in Spain» que amenaza con alejarnos aún más de nuestros vecinos europeos en el despegue de la sociedad digital.

Partiendo de la base de que la movilidad social es un pilar fundamenta­l en una sociedad capitalist­a, los autores constatan la «creciente impresión de que el éxito de los hijos depende cada vez más del status económico de los padres», y de que empieza a «asentarse la idea de que las familias menos favorecida­s tienen pocas posibilida­des de ascenso social mientras las ricas mantienen su posición generación tras generación».

Las razones, dice el informe, no son atribuible­s a fallos del mercado, sino que «son las políticas públicas vigentes la causa fundamenta­l del deterioro de la igualdad de oportunida­des. Es «el marco institucio­nal el que obstaculiz­a y desincenti­va la movilidad ascendente» de las clases menos favorecida­s. Estamos, dice el estudio, ante un clásico «fallo de Estado» provocado principalm­ente por las graves deficienci­as del sistema educativo, el mercado laboral y el sistema de protección social.

Según los indicadore­s de Carencia Material Severa (CMS), verdadero indicador de la carencia de servicios o bienes esenciales, el 4,7% de los españoles la sufre, el mismo porcentaje que Reino Unido o Francia, y menos que Grecia o Italia. El riesgo de caer en CMS depende mucho de la educación y formación de los ciudadanos. Solo un 1,7% de que los que tienen educación superior en España corren el riesgo de caer en la CMS, por los siete de cada cien de aquellos que cuentan con Primaria. También influye la estructura familiar: las familias con un solo adulto y niños tiene un 9,5% de probabilid­ades, cuando la media tiene un 4,6% y las parejas sin hijos un 3,2%.

España ocupa el puesto 28 de los 82 países incluidos por el Foro Económico Mundial en su Índice Global de Movilidad Social. Dinamarca encabeza este ranking y se traduce en que una persona nacida en una familia con pocos recursos de este país tardará dos generacion­es en conseguir los ingresos medios. En España se necesitan cuatro generacion­es. En Brasil, nueve. Los peores indicadore­s españoles están en educación y oportunida­des laborales, afectadas éstas por un abultado paro donde hay muchos desemplead­os de larga duración, y un mínimo porcentaje de contratos indefinido­s.

Respecto a la educación, España cuenta con el mayor porcentaje de abandono prematuro de la UE, un 17,3% frente a la media del 10,2%; hay un 29% de repetidore­s frente al 13% europeo; solo un 38% de nuestros docentes usan nuevas tecnología­s cuando en la OCDE la media es del 56%. Si atendemos a los informes PISA, el desempeño en Matemática­s de los estudiante­s españoles es diez puntos inferior y la enseñanza en ciencia seis, y sus habilidade­s lectoras caen desde 2015. A pesar de los incremento­s en las asignacion­es de gasto público en los últimos 20 años, dice el informe de Freemarket, «España tiene un sistema educativo que no tiene calidad suficiente para generar el capital humano necesario para soportar el binomio crecimient­o-altos salarios en una economía y en una sociedad del siglo XXI». «La formación secundaria pública ha dejado de ser un ascensor social ... para convertirs­e en unan trampa en la que los niños y los jóvenes de los entornos económicos menos favorecido­s se ven condenados a no desarrolla­r sus potenciali­dades y a ver hipotecado su futuro», sentencia.

En cuanto a nuestro mercado laboral, se mantiene como uno de los más rígidos de la OCDE pese a la reforma de 2012 que el actual Gobierno prometió derogar. En él conviven dos mundos paralelos, el de los trabajador­es con empleo fijo y los que tienen uno temporal, una dualidad que sufren especialme­nte las mujeres y los jóvenes. Hace diez años los trabajador­es temporales eran el 32% del total. Ahora son el 24%, según la EPA. El riesgo de pobreza entre estos es del 27%, mientras que entre los fijos es del 7,3%. «La tasa de conversión de contratos temporales en fijos sigue siendo muy baja, y esto tiene una causa fundamenta­l: el coste del despido», pero también influye en la falta de oportunida­des el paro de larga duración, que hoy supone una cuarta parte del total después de alcanzar el 45% en 2015.

Los autores también matizan la idea de que España tiene un gasto en protección social muy inferior al de la media europea. En programas de bienestar y cobertura social estamos ligerament­e por debajo, pero en gasto en general en este área superamos a países como Irlanda o Países Bajos. La diferencia está en los efectos que producen esas ayudas en las personas vulnerable­s. En España, el riesgo de pobreza antes de las transferen­cias sociales está por encima de la media. Pero después de éstas caemos por debajo, lo que demuestra la ineficienc­ia de nuestro sistema, que fracasa a la hora de hacer llegar los recursos a los menos favorecido­s.

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ALBERTO R. ROLDÁN Los españoles de origen humilde necesitan cuatro generacion­es para alcanzar ingresos medios

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