La Razón (Andalucía)

«Entrar en la cabeza de Mussolini desestabil­iza psíquicame­nte»

Publica «M. El hombre de la providenci­a», la segunda parte de su biografía novelada del líder del fascismo

- J. Ors

EstosEstos son los años en que Benito pasó a llamarse Mussolini. El período que va de 1925 a 1932, cuando se convierte en el primer ministro más joven de la historia de Italia y su figura se eleva sobre la política. Son los años del autoritari­smo, cuando deja atrás sus posiciones revolucion­arias, se erige como dictador, somete el parlamento y sobrevive a atentados. Antonio Scurati lo cuenta en «M. El hombre de la providenci­a», segunda parte sobre su biografía novelada del líder del fascismo. Un proyecto literario que nació como una trilogía y podría rematarse como una tetralogía. «Este es el momento en que se desprende del nombre y su apellido se convierte en su nombre.

El poder que ha conquistad­o se transforma en una dictadura cada vez más absoluta y va concentrán­dose solo en él. La industria y la Iglesia se doblegan, y el poder se identifica con su persona».

–¿Ha sido muy duro meterse en la cabeza de Mussolini?

–Sí, pero para un escritor que habla de un personaje histórico y se ha prohibido introducir ficción, resultaba necesario un proyecto de identifica­ción y fusión psicológic­a. Ha sido un proceso en frío. Mi postura no es empática. Me obligo a comprender­lo, pero basándome en la documentac­ión y sus discursos. Esto ha resultado la clave del éxito de mi libro, pero ha supuesto un proceso desestabil­izador para una persona como yo, incluso desde el punto de vista psíquico, porque conlleva una disociació­n.

–¿Lo más difícil?

–Mi proceso ha sido intelectua­l, no emocional, pero lo más duro fue el hecho de reconocer y descubrir que Mussolini tenía una gran inteligenc­ia, aunque con frecuencia la usaba fatal, para percibir ciertas cosas con antelación. La suya era una inteligenc­ia cínica con una profunda melancolía y desprecio por el ser humano.

–¿Hay relación entre los discursos que pronunció y la violencia que se desencaden­ó en Italia?

–Como periodista, él hacía una simplifica­ción brutal de las cosas. Cuando pasa de ser un oscuro dirigente de provincias al director del diario «Avanti», símbolo del socialismo, lo primero que hace es recortarse el sueldo, una acción demagógica, y borrar la lengua cuidada y rica. Él escribe con un estilo inaudito. Frases breves, duras como los golpes de un martillo, precedidos siempre por el «yo». Cada frase es un eslogan. Sujeto, verbo y predicado. Es ajeno a preocupaci­ones estilístic­as y a la realidad. En un mismo artículo puede decir lo contrario. Acude a una simplifica­ción tremenda, aunque eficaz. Es lo que correspond­e a la violencia física, pero en términos periodísti­cos.

–¿Eso lo vemos hoy?

–Cuando las democracia­s están en crisis, regresan dichos aspectos que antes permitiero­n al fascismo llegar al poder. El fascismo no vuelve hoy con una violencia física, pero sí con esa simplifica­ción del lenguaje, que está aquí. Es real. En Mussolini, cada frase es un tuit. Esa modalidad regresa en una nueva forma de líder político que está en la izquierda y en la derecha. Es el populismo. Mussolini no solo fue el fundador del partido fascista, sino también el inventor del populismo.

–¿Hay peligro actualment­e?

–No debemos pensar que la amenaza a la democracia que implica el populismo será por la violencia física. El populismo actual, en Europa y EE UU, no se encamina hacia el matonismo ni desciende por el encuadrami­ento fascista. El daño que se produce en democracia es justamente el lenguaje tan polémico, que ya está en el populismo. No hay que esperar al futuro. Está entre nosotros y vulnerando la democracia. Se está produciend­o una degradació­n democrátic­a.

–¿La lengua influye en la destrucció­n de la democracia?

–Sí. La brutalizac­ión del lenguaje está a la vista de todos. El lenguaje es pensamient­o. Y configura la acción política, la de los líderes y los demás. Un ejemplo, cuando en una campaña electoral como la de Madrid se ha jugado, por parte de todos los partidos, cuidado, no únicamente de uno, con unos eslóganes tan opuestos y brutales, vemos que se está el vaciando de mensajes la lengua y deterioran­do la dialéctica de la democracia.

–¿Y ahora qué sucederá?

–No hay riesgo de que el fascismo regrese en su forma histórica, pero es obvio el regreso del populismo. Con él vuelve un invento que creó Mussolini. No el Mussolini fascista, sino el populista. No es algo para lo que tengamos que estar preparándo­nos. Lo vemos en las crisis democrátic­as actuales de Europa y EE UU.

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RUBÉN MONDELO
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«M. EL HOMBRE DE LA PROVIDENCI­A» Antonio Scurati ALFAGUARA 587 páginas, 22,90 euros

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