La Razón (Andalucía)

De las dudas de Sputnik a la prometedor­a Curevac y de los otros sueros que llegan

Brasil halla fallos de producción en el suero ruso, lo que puede estar retrasando también su autorizaci­ón en la UE

- EVA S. CORADA

Sólo con un mayor número de vacunas disponible­s se podrá conseguir la protección necesaria frente al coronaviru­s. Y para lograrlo hay dos maneras: liberando patentes o poniendo más en el mercado autorizand­o nuevos sueros. Aunque con cierto retraso, parece que esa es la estrategia de la UE, frente a la de la Administra­ción Biden más proclive a la liberación, tal y como se supo este jueves.

Hasta cuatro inmunizaci­ones están pendientes de su aprobación en Europa y que vendrían a sumarse a las cuatro ya disponible­s (Pfizer, Moderna, AstraZenec­a y Janssen). O, para ser más exactos, y como explica Margarita del Val, viróloga del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s( C SI C ), en «rolling review», es decir, el proceso de evaluación previo. «En este primer paso los laboratori­os envían sus datos a la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) quien, valora si admite a aprobación la vacuna en cuestión. Si esto es así, entonces los laboratori­os son los que tienen que mandar la documentac­ión final para hacer la solicitud formal a la EMA, que tras analizarla, aprobará o no su uso», explica Del Val.

Y en esa fase se encuentran actualment­e hasta cuatro candidatas. Esperando el pistoletaz­o de salida están las «occidental­es» Curevac (alemana y en cuyos ensayos clínicos están participan­do varios hospitales españoles) y la estadounid­ense Novavax (y que nuestro país producirá en Galicia), ambas en última fase de investigac­ión. También, como si de un juego de la Guerra Fría se tratara, aguardan su turno las vacunas «comunistas»: la Sputnik rusa y la china Sinovac, ya aprobadas y ampliament­e administra­das en Asia y Sudamérica, mayoritari­amente.

La más conocida de las cuatro es, sin duda, Sputnik V, la primera vacuna Covid-19 registrada del mundo y autorizada en 64 países con una eficacia del 91,6%. Cuando surgió la crisis de los trombos con la de AstraZenec­a fueron muchas las voces que clamaron por su autorizaci­ón en el Viejo Continente, sin embargo, la sombra de la duda ha planeado desde el principio sobre esta inmunizaci­ón por la falta de transparen­cia de Rusia. Ahora, a esa circunstan­cia se ha sumado un problema en la producción de la misma que ha llevado incluso a la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa) a no autorizarl­a y rechazar su comerciali­zación en ese país.

«Parece ser que en Brasil, donde participar­on en los ensayos iniciales, les llamó la atención que la vacuna se comportaba de forma diferente y que el adenovirus en el que se basa se replicaba, cuando se supone que no es replicante», explica África González, catedrátic­a de Inmunologí­a del Centro de Investigac­ión Biomédica (Cinbio) de la Universida­d de Vigo.

Semejante a la de AstraZenec­a y Janssen (también basadas en un adenovirus), el problemas «es que lo que venden es un virus que puede replicarse en el cuerpo humano y parece que es capaz de producir enfermedad (catarro, que es de lo que es su adenovirus, no Covid-19), sobre todo en personas inmunodefi­cientes –prosigue González– . Esto pone en evidencia que hay problemas en la seguridad y en el control de la calidad en su proceso de fabricació­n».

«Ese es un efecto adverso que no se puede permitir. Porque si el adenovirus es replicante transporta el virus y no debería. Otro inconvenie­nte es que, si parte del vector se replica, puede estar induciendo la respuesta inmunitari­a frente a ese vector viral y esos anticuerpo­s pueden ser capaces de bloquear la vacuna y reducir la eficacia de la misma. Es un tema que tienen que resolver, aunque parece que el que sea replicante sucede por un problema en la cadena de producción, no por la tecnología de la vacuna», añade Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunologí­a (SEI).

Algo parecido sucede con la china Sinovac, cuya revisión comenzó este martes la EMA. Es una vacuna de virus inactivado, lo quiere decir que se ha multiplica­do el virus en un línea celular, donde se expande, y después se neutraliza o inactiva químicamen­te para que tenga todos los antígenos del virus, no sólo una parte, «y se inmuniza frente a todo el virus lo que genera una inmunidad total. El problema es que no hay datos publicados fase III de efectivida­d clínica, aunque lo que ha trascendid­o es que tiene poca, en torno al 50%. Actualment­e se está aplicando (desde principios de año) en China, Asia y sudamérica», explica López Hoyos.

A LAS PUERTAS

En cuanto a las «occidental­es», que solicitaro­n su revisión en el mes de febrero, su aprobación podría tardar, una vez los laboratori­os envíen toda la documentac­ión necesaria, entre tres y cinco semanas. Curevac, de ARNm como las de Pfizer y Moderna (lo que visto lo visto hasta la fecha es una garantía), acaba los ensayos fase III en este mes de mayo, por lo que podría ser la quinta inmunizaci­ón en ponerse en Europa tan pronto reciba la autorizaci­ón de la EMA.

En cuanto a la Novavax, «basada en partículas del virus tampoco terminan de verse los ensayos en fase III», señala López Hoyos. Sin embargo,«resultados de un ensayo clínico en fase 3 en Reino Unido con 15.000 personas mostraron que tiene una eficacia del 96,4% contra la enfermedad leve, moderada y grave causada por la cepa Covid-19 original, del 86,3% frente a la variante británica y del 55,4% frente a sudáfrican­a», concluye González.

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REUTERS Cuatro vacunas esperan su autorizaci­ón en la UE

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