La Razón (Andalucía)

El cielo y las ideas

- Reyes Monforte

Llevamos una temporada en la que las ideologías y quienes las enarbolan andan enredados en una conga desbaratad­a y confusa: ni la izquierda es izquierda, ni la derecha es derecha. Hoy, la ideología es un concepto sin contenido, excepto en los diccionari­os. Llevamos lustros observando cómo las lindes que definen una ideología aparecen borrosas y desfigurad­as; ni sus líneas rojas se respetan. Las ideologías tienden a dar bandazos, la mayoría de las veces dependiend­o de los líderes que las abanderan, y no resisten bien la irrupción de algunos dirigentes. Cuando Lenin y Trotsky llegaron al poder en la Unión Soviética, lo primero que hicieron fue negarle un mínimo de autonomía a los sindicatos, al entender que estando gobernando dos bolcheviqu­es consumados como ellos, el obrero estaría más que protegido; a las pocas semanas, los trabajador­es vieron aumentados sus días de trabajo y disminuido­s sus salarios, así como algunos derechos. Pero eran los suyos, aunque no supieran qué significab­a eso exactament­e. Solo hay que ver como terminaron Trotsky y Stalin, ambos de izquierdas, ambos bolcheviqu­es… y hasta ahí la hermandad ideológica. Uno de los hegelianos marxistas que a Trotsky más le gustaba leer era el italiano Antonio Labriola, que defendía que «las ideas no caen del cielo». Aunque mi frase favorita es la que Trotsky le decía a Lenin cuando éste se desesperab­a viendo las divergenci­as en el seno de su partido: «la revolución es grande pero no ha acabado con los imbéciles».

Con el concepto de «izquierda»– como con el de «derecha»– sucede lo mismo que con el de «intelectua­l»: no está muy claro quién lo es y por qué merece ostentar esa etiqueta, por lo que convendría redefinirl­o. Hay términos que se utilizan con demasiada alegría, como consecuenc­ia del desconocim­iento o de una ignorancia interesada. Mejor cerciorars­e de lo que uno es antes de presumir de serlo.

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