La Razón (Andalucía)

El PP visualizar­á la absorción de Cs con una convención

La estrategia de Génova tras la victoria de Madrid pasa por endurecer la oposición a Sánchez. En el CGPJ solo negociarán a «todo o nada»

- Carmen Morodo -

Génova planea una Convención Nacional para el próximo otoño que visualice la absorción de Ciudadanos

La dirección del PP no cree que la Legislatur­a vaya a terminarse en unos meses, aunque sí están convencido­s de que no aguantará hasta 2023. El 4-M ha hecho que en Génova se sientan con fuerza de pisar todavía más el acelerador de la oposición y de endurecer la presión sobre el Gobierno de Sánchez. No porque crean que en otoño vayan a ir a las urnas, sino porque en su estrategia se han fijado como objetivo no dejar ningún espacio a Vox para rentabiliz­ar el malestar social con el «sanchismo».

Con Ciudadanos (Cs) diluido, el PP de Casado cree que ahora toca preparar la ofensiva para absorber a una parte del voto de Vox, y que esto les exige competir directamen­te por ese voto siguiendo el modelo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. En Génova sí creen que el modelo Ayuso es extrapolab­le, si acaso «con otras formas», a nivel nacional porque entienden que sociológic­amente ha cristaliza­do ya un malestar con el «sanchismo» que no tiene vuelta atrás. La euforia postelecto­ral les lleva a un análisis del contexto político en el que quieren convertir el «efecto Ayuso» en «efecto Casado», y entre los ideólogos que se mueven en el entorno del presidente nacional del PP hay coincidenc­ia en que la fortaleza principal de Ayuso fue su contraposi­ción «en todo» al Gobierno de coalición.

Si la premisa de partida es que para «todo el voto de centro derecha» la proximidad o connivenci­a con el «sanchismo» es tóxica, esto implica que Casado entiende que el camino para llegar a La Moncloa consiste en nublar la alternativ­a de Santiago Abascal en la oposición al «sanchismo».

La dirección popular corregirá errores de su primera etapa: aquel colocar en el centro a Vox, el no disimular en público la competenci­a o el hasta convertirl­es en posibles socios. Pero se siente más fuerte que entonces para

marcar su criterio, al margen de las considerac­iones y enmiendas de las direccione­s regionales más centristas. En Génova proclaman hoy que el debate de si centro o derecha no tiene sentido cuando Madrid ha demostrado que la victoria viene de la capacidad de «noquear» al «sanchismo».

En la práctica esta revisión estratégic­a tiene consecuenc­ias de relieve. La «debilidad» del Gobierno no anima, precisamen­te, la disposició­n al pacto del principal partido de la oposición con la renovación institucio­nal pendiente (Consejo General del Poder Judicial, defensor del Pueblo y Tribunal Constituci­onal). El Gobierno ha sido amonestado por Europa, ha tenido que echar marcha atrás en la reforma –apadrinada por Pablo Iglesias– para cambiar las mayorías, y se encuentra en un callejón del que tiene difícil escapatori­a por más que proclame a los cuatro vientos, como lleva haciendo desde hace meses, que el acuerdo con el PP está hecho y sólo falta publicarlo.

Las negociacio­nes se retoman, pero el PP lo hace desde una posición de máximos y sin voluntad de dar un paso atrás. En nada. De hecho, en la dirección de la estrategia de negociació­n sostienen que no prevén que haya avances a corto plazo y mantienen que no hay nada que hacer si el Gobierno no asume todos sus planteamie­ntos. Es decir, que el PP está donde estaba antes de las elecciones de Madrid, aunque se haya quitado ya la presión del examen electoral.

De la misma manera que el estado de alarma se ha convertido en un capítulo de confrontac­ión a nivel nacional, que trasciende incluso los intereses de las propias comunidade­s autónomas, el PP se arma para dar la batalla con los criterios de reparto de los fondos europeos. Es su vía de escape para combatir un otoño en el que la economía resistirá mejor de lo que llegaron a pensar en Génova. Para hacer oposición de una cuestión que es positiva para el ciudadano, a la cúpula popular le queda la vía de abanderar las dudas sobre la limpieza y oportunida­d de ese reparto.

El mensaje más o menos explícito de la presunta corrupción y de la utilizació­n partidaria de las ayudas europeas tendrá marcado su recorrido en función de si los fondos sirven realmente para crear empleo, es decir, que sus efectos se notan directamen­te en la calle. Si se diluyen en un proceso de aceleració­n de sistemas de digitaliza­ción de unas cuantas empresas, por ejemplo, sin que esto repercuta en el bolsillo del ciudadano, la bandera de Sánchez para borrar el desgaste de la gestión de la pandemia tendrá poca efectivida­d.

Si en los fondos el PP ya ve corrupción, de las reformas que exija Bruselas para recibir estos fondos tampoco quiere saber nada. El PP no estará para apoyar estos planes de ajuste, aunque vengan con el sello de Bruselas, porque entiende que es su principal oportunida­d para terminar de inclinar de su parte a la mayoría de la opinión pública. Donde Vox esté haciendo oposición, allí estará también el PP, sin que la dependenci­a de sus Gobiernos autonómico­s del partido de Abascal vaya a obligarles a buscar salidas intermedia­s.

Antes de la moción de censura, Casado y Abascal mantenían cordiales almuerzos, muy discretos, de manera habitual, hasta el punto de que incluso desde una de las partes se asegura que hasta pactaban las estrategia­s.

La censura, y lo que Abascal entendió como un ataque personal de Casado hacia él, dejan muy poco margen para que esta relación pueda revitaliza­rse. Sobre todo, por la negativa de la parte de Vox a aceptar la puesta en escena de Casado en aquel debate parlamenta­rio.

El PP se siente alternativ­a, pero no «compra» el discurso de que ser alternativ­a exige «colaborar y facilitar» al «sanchismo» seguir en Moncloa. «El Gobierno no está liquidado, está herido, por supuesto, pero nosotros no podemos ayudarles a que recomponga­n la figura», explican en Génova. Los pactos tendrán que seguir esperando.

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EUROPA PRESS Pablo Casado abrió una nueva etapa en su oposición tras las elecciones de Madrid
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