La Razón (Andalucía)

Un conflicto abierto que nadie quiere

- David Khalfa David Khalfa es investigad­or sénior del Center for Peace Communicat­ions. Preguntas de Goyo G. Maestro

¿Cuál es la principal causa de los violentos enfrentami­entos en Israel?

La violencia que hemos presenciad­o en los últimos días es multifacto­rial. No es el resultado de un movimiento estructura­do. Sin duda, Jerusalén y la situación especial del vecindario de Sheikh Jarrah sirvieron de catalizado­r, pero ésa no fue la causa del estallido de violencia. Estos son el resultado de un doble contexto. En primer lugar, encajan en el callejón sin salida en el que se encuentra el movimiento nacional palestino, dividido y desprovist­o de un liderazgo real autoritari­o. El retraso «sine die» de las elecciones legislativ­as que podría haber ganado Hamas llevó al movimiento islamista palestino a apoderarse de la ira de un sector de la juventud para imponer su agenda islamo-nacionalis­ta y marginar aún más al Al Fatah de Abas. El final del Ramadán también jugó un papel importante. Esta festividad religiosa da lugar a enfrentami­entos cada año entre los palestinos y la Policía israelí en Jerusalén. Los ánimos se calientan con la propaganda islamista que declara a urbi et orbi que la mezquita de alAqsa está «en peligro». Esta retórica apocalípti­ca es muy movilizado­ra, especialme­nte entre los jóvenes palestinos y árabes israelíes, para quienes los lugares sagrados musulmanes son un gran referente de identidad.

¿Es posible una nueva Intifada? Parece que Hamas lo está buscando...

En esta etapa, ni Hamas ni Israel quieren una guerra abierta, pero la escalada actual podría llevarlos a ella. Hamas quiere el estallido de una tercera Intifada en Cisjordani­a y Jerusalén, en particular porque los islamistas palestinos desean derrocar a Mahmud Abas mediante la explosión de violencia generaliza­da. Si este escenario es posible, me parece poco probable. De hecho, la Autoridad Palestina e Israel cooperan estrechame­nte en el frente de la seguridad. Los servicios de seguridad israelíes y palestinos arrestan regularmen­te a activistas de Hamas y de la Yihad Islámica y desmantela­n células terrorista­s. Además, en esta etapa no estamos presencian­do un levantamie­nto general, especialme­nte en Cisjordani­a, donde la calma es relativa. Finalmente, la militariza­ción de la segunda Intifada provocó un duro golpe material y político a los palestinos, en particular por el uso de atentados suicidas.

¿Los palestinos están más aislados que nunca en Oriente Medio? Algunos aliados cercanos parecen estar menos preocupado­s por el destino de los palestinos...

De hecho, el panorama geoestraté­gico se ha visto trastornad­o por los nuevos Acuerdos de Abraham entre Israel, los países del Golfo, Marruecos y Sudán. Esta nueva situación es en realidad la traducción de un desarrollo a largo plazo que vio a los países árabes suníes acercarse a Israel, que ya no es percibido como un enemigo, sino como un aliado en la feroz competenci­a entre el mundo árabe suní y el Irán chií. Los repetidos fracasos de los procesos de paz, la persistenc­ia del irredentis­mo palestino y el «impasse» diplomátic­o han llevado a los países árabes suníes a considerar que estos bloqueos ya no deberían impedirles cooperar abiertamen­te con el poderío militar, económico y tecnológic­o que es Israel. Este descenso de la filia palestina se ha intensific­ado bajo la Administra­ción de Trump. Fue el tema de Jerusalén, al que los musulmanes de todo el mundo son sensibles, lo que trajo este tema de vuelta al centro del juego y ahora obliga a los nuevos aliados a condenar a Israel. Estas condenas «mezzo vocce» son puramente tácticas. Estos países pretenden y mantener la ficción de defender la causa palestina.

Hamas busca el estallido de una tercera intifada en Cisjordani­a y Jerusalén para derrocar al «rais» palestino, Mahmud Abas

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