Un conflicto abierto que nadie quiere
¿Cuál es la principal causa de los violentos enfrentamientos en Israel?
La violencia que hemos presenciado en los últimos días es multifactorial. No es el resultado de un movimiento estructurado. Sin duda, Jerusalén y la situación especial del vecindario de Sheikh Jarrah sirvieron de catalizador, pero ésa no fue la causa del estallido de violencia. Estos son el resultado de un doble contexto. En primer lugar, encajan en el callejón sin salida en el que se encuentra el movimiento nacional palestino, dividido y desprovisto de un liderazgo real autoritario. El retraso «sine die» de las elecciones legislativas que podría haber ganado Hamas llevó al movimiento islamista palestino a apoderarse de la ira de un sector de la juventud para imponer su agenda islamo-nacionalista y marginar aún más al Al Fatah de Abas. El final del Ramadán también jugó un papel importante. Esta festividad religiosa da lugar a enfrentamientos cada año entre los palestinos y la Policía israelí en Jerusalén. Los ánimos se calientan con la propaganda islamista que declara a urbi et orbi que la mezquita de alAqsa está «en peligro». Esta retórica apocalíptica es muy movilizadora, especialmente entre los jóvenes palestinos y árabes israelíes, para quienes los lugares sagrados musulmanes son un gran referente de identidad.
¿Es posible una nueva Intifada? Parece que Hamas lo está buscando...
En esta etapa, ni Hamas ni Israel quieren una guerra abierta, pero la escalada actual podría llevarlos a ella. Hamas quiere el estallido de una tercera Intifada en Cisjordania y Jerusalén, en particular porque los islamistas palestinos desean derrocar a Mahmud Abas mediante la explosión de violencia generalizada. Si este escenario es posible, me parece poco probable. De hecho, la Autoridad Palestina e Israel cooperan estrechamente en el frente de la seguridad. Los servicios de seguridad israelíes y palestinos arrestan regularmente a activistas de Hamas y de la Yihad Islámica y desmantelan células terroristas. Además, en esta etapa no estamos presenciando un levantamiento general, especialmente en Cisjordania, donde la calma es relativa. Finalmente, la militarización de la segunda Intifada provocó un duro golpe material y político a los palestinos, en particular por el uso de atentados suicidas.
¿Los palestinos están más aislados que nunca en Oriente Medio? Algunos aliados cercanos parecen estar menos preocupados por el destino de los palestinos...
De hecho, el panorama geoestratégico se ha visto trastornado por los nuevos Acuerdos de Abraham entre Israel, los países del Golfo, Marruecos y Sudán. Esta nueva situación es en realidad la traducción de un desarrollo a largo plazo que vio a los países árabes suníes acercarse a Israel, que ya no es percibido como un enemigo, sino como un aliado en la feroz competencia entre el mundo árabe suní y el Irán chií. Los repetidos fracasos de los procesos de paz, la persistencia del irredentismo palestino y el «impasse» diplomático han llevado a los países árabes suníes a considerar que estos bloqueos ya no deberían impedirles cooperar abiertamente con el poderío militar, económico y tecnológico que es Israel. Este descenso de la filia palestina se ha intensificado bajo la Administración de Trump. Fue el tema de Jerusalén, al que los musulmanes de todo el mundo son sensibles, lo que trajo este tema de vuelta al centro del juego y ahora obliga a los nuevos aliados a condenar a Israel. Estas condenas «mezzo vocce» son puramente tácticas. Estos países pretenden y mantener la ficción de defender la causa palestina.
Hamas busca el estallido de una tercera intifada en Cisjordania y Jerusalén para derrocar al «rais» palestino, Mahmud Abas