La Razón (Andalucía)

Montonera por Europa

El Villarreal batió al Valladolid y fue el único de los tres aspirantes a la quinta plaza que ganó; alcanza al Betis, que empató en Eibar, y ambos se quedan a un punto de la Real

- Lucas Haurie

La derrota ante el Villarreal deja al Valladolid muy tocado. En la última jornada el Atlético visita Pucela

Las últimas jornadas de Liga es lo que tienen, que se disputa el mismo partido en varios lugares a la vez. En el Nuevo Zorrilla e Ipurúa, se enfrentaba­n por la Liga Europa Villarreal y Betis mientras luchaban por la permanenci­a Valladolid y Eibar. ¿Dónde jugaba cada uno? Pues los cuatro en ambos estadios, con los rivales directísim­os de la cola oficiando como locales frente a los adversario­s encarnizad­os de la zona noble como huéspedes nada cómodos. Al caer la noche, los dos visitantes, con su triunfo y su empate, se igualaban en la sexta plaza mientras que los dos locales siguen con el agua en las pestañas: colistas los armeros y antepenúlt­imos los pucelanos.

Aunque tendrá la bola extra del día 26, la final de la Liga Europa que puede darle el pase a la Champions, el Villarreal desea llegar a Gdansk con su futuro europeo garantizad­o y para ello necesitaba resarcirse en Valladolid del varapalo del domingo en La Cerámica, donde el Celta goleó. Fue un encuentro desbocado el que depararon Sergio y Emery, dos entrenador­es a quienes a menudo se acusa de excesivo conservadu­rismo. El empate nada solucionab­a a ninguna de las partes y las ocasiones se sucedieron desde los primeros minutos, cuando Alcácer rozó el gol en una portería y Weissman replicó con un cabezazo en los predios de Asenjo.

La primera mitad terminó sin goles y el portero amarillo firmó la primera acción decisiva del partido al inicio de la segunda, cuando El Yamiq se aventuró con una conducción en diagonal mediante la que se plantó en las barbas de Asenjo y largó un derechazo al techo de la red que el guardameta desvió a córner con un manotazo. Justo antes, Roberto también había detenido un obús de Pedraza en posición franca, pero el tiro del lateral cordobés fue más potente que colocado y al cancerbero le bastó con mantenerse firme.

Gerard Moreno es el hombre de la situación en Villarreal. Cuando el encuentro amenazaba con languidece­r, el delantero catalán se fabricó su vigésimo segundo gol de la Liga: bajó un pase que más bien era un voleón, cuerpeó con Nacho para hacerse sitio y remató a la media vuelta, cruzado, cruzado, imposible para Roberto. Desesperad­o, el Valladolid se lanzó a rescatar siquiera un punto que estuvo a punto de agarrar en el minuto 90, cuando Marcos André mandó a las nubes un remate franco a la salida de un córner. Ahí murieron los castellano­s, que aún encajaron, en la última jugada, un segundo tanto obra de Capoue, que culminó con un preciso toque de interior un contragolp­e de Trigueros.

Contra un Eibar que es el equipo menos goleador del torneo, la ventaja que adquirió el Betis a los cuatro minutos debería haberlo propulsado hacia una victoria sencilla. Una buena conducción de Lainez por la derecha terminó en pies de su compatriot­a Guardado, cuyo zurdazo despistó a Dmitrovic tras tocar en Atienza.

Ahí terminó el partido ofensivo del equipo de Pellegrini, que se entregó a un ejercicio de amarre impropio de su prestigio. Confió demasiado el chileno en la mala puntería de los vascos, que le dieron la razón en una primera mitad espantosa en la que todo parecía bajo control, excepto cuando Bryan Gil se embarcaba en algunas de sus carreras por uno u otro costado.

Pero José Luis Mendilibar, que hace tres jornadas se daba casi por descendido, no es hombre que entregue la cuchara así como así, de modo que se lanzó a tumba abierta tras el descanso. Tampoco tenía otro remedio, naturalmen­te, pero sí extrañó que el Betis aceptase manso su papel de yunque sin siquiera amenazar a la zaga local, que acampó tranquilam­ente en el centro del campo como si enfrente no hubiese un Fekir, un Canales o un Borja Iglesias capaz de descoserla. Cada vez defendían los verdiblanc­os más cerca de su área y la habitual lluvia de centros del Eibar se convirtió en diluvio. Sergi Enrich avisó al adelantars­e en un córner al primer palo, pero Bravo evitó el empate. No era más que una prórroga: metidos ya en los diez minutos finales, el ariete menorquín escapó a la laxa vigilancia de Bartra para martillear un centro precioso de Correa desde la derecha. Empate justo.

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EFE Kevin Rodrigues y Anaitz Arbilla lamentan al final del partido el empate ante el Betis

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