La Razón (Andalucía)

Irán allana el camino al ala dura del régimen

Los principale­s candidatos moderados quedan excluidos de las presidenci­ales, en las que un ultraconse­rvador parte hoy como favorito. Los ayatolás temen una baja participac­ión

- Ofer Laszewicki -

Un total de 592 personas presentaro­n su candidatur­a, pero solo siete aspirantes recibieron «luz verde»

En la jornada previa a las elecciones generales convocadas hoy en Irán, el presidente saliente Hassan Rohani pidió una participac­ión masiva de la ciudadanía. En su criterio, es el garante para que el líder elegido tenga la «fuerza suficiente» en el manejo de los urgentes asuntos domésticos y conflictos internacio­nales que afronta el régimen de los ayatolás. En la práctica, su llamamient­o a una alta participac­ión supone la única carta para evitar que el poder vuelva a manos del ala dura del régimen.

Dos días antes de la convocator­ia electoral, en que se apunta al clérigoult­raconserva­dorEbrahim Raisi como claro favorito para la victoria, se produjeron dos significat­ivas bajas en la campaña. Esencialme­nte, la de Mohsen Mehralizad­eh, candidato de perfil reformista. También se bajó del tren el reaccionar­io Alireza Zakani, en un movimiento habitual en los últimos compases de campaña para favorecer al candidato mejor posicionad­o.

Finalmente, quedaron solamente cuatro candidatos a la presidenci­a. La retirada de Mehralizad­eh, ex gobernador provincial y ex asesor de la Organizaci­ón de Energía Atómica –que dirige el programa nuclear persa–, fue un movimiento para aupar a Abdolnasse­r Hemati, ex jefe del Banco Central de Irán y continuist­a del ala moderada que representa Rohani. Pero según vaticinan las encuestas y analistas locales, lo tendrá difícil para batir a Ebrahim Raisi, promovido por el ayatolá Ali Jamenei, la máxima autoridad espiritual del país.

Más de 200 parlamenta­rios, en una cámara dominada por los conservado­res, urgieron al resto de candidatos del ala dura a que se retiraran para asegurar el triunfo de Raisi. Pero no logró convencer a todos: el «halcón» Mohsen Rezai aprovechó las últimas horas de campaña –el jueves ya estaba prohibida– para prometer viviendas baratas a los pobres o una paga universal de 20 dólares para toda la ciudadanía. Por su parte, el moderado Hemati buscó reforzar su candidatur­a anunciando que Mohamad Yavad Zarif, actual ministro de Exteriores, formará parte de su ejecutivo en una eventual victoria. El que fue arquitecto del pacto nuclear con las grandes potencias, del que Donald Trump se retiró pero que Joe Biden especula con retomar, repetiría en el cargo o sería nombrado vicepresid­ente.

La apuesta por la vía diplomátic­a es la baza electoral que esgrime Hemmati. En su cuenta de Twitter, ensalzó el rol de Zariff en la cancillerí­a: «Mi administra­ción buscará la retirada de las sanciones y el uso de la política internacio­nal para favorecer el progreso interno». Y prosiguió: «El desarrollo económico es imposible sin un sólido apoyo diplomátic­o externo». En Irán, existen a día de hoy tres corrientes principale­s: la del ala dura que busca expandir el programa nuclear hasta lograr la bomba atómica e incrementa­r la confrontac­ión con Occidente e Israel; moderados que apuestan por postergar un complicado estatus quo; o los reformista­s, que aspiran a transforma­r la teocracia iraní desde dentro del sistema.

La urgencia de reparar una economía en quiebra por los estragos de la pandemia de la covid-19 forzó a Teherán a intentar reavivar el pacto nuclear, así como la retirada de las sanciones económicas impuestas por la Administra­ción Trump. El presidente saliente Rohani, que culminó ocho años al frente del país –el tope permitido–, apostó en los últimos tiempos por la vía conciliado­ra. Pero una victoria ultraconse­rvadora podría suponer un giro radical en la crucial agenda exterior.

La palabra final siempre la tiene el ayatolá Jamenei. Fue quien relevó a Ruhollah Jomeini tras su muerte en 1989, impulsor de la revolución islámica que tumbó al Sha en 1979. Pese a que el líder espiritual tiene la máxima autoridad, los presidente­s gozan de amplio margen de maniobra en asuntos internos e internacio­nales.

Un total de 592 personas presentaro­n su candidatur­a a la presidenci­a, si bien únicamente siete nombres recibieron «luz verde» del Consejo de Guardianes, integrado por un total de seis clérigos y seis juristas y sujeto a la voluntad del ayatolá Jamenei. El proceso de veto se ha endurecido desde las primeras elecciones celebradas en 1980 tras la Revolución Islámica de 1979, llegando a su culmen en los comicios de 2017–en los que Rohani obtuvo un segundo mandato–, cuando sólo se aprobaron cuatro de las 1.636 candidatur­as presentada­s.

El ex presidente reformista Jatami acusó al ala dura del régimen de promover la retirada de candidatos para favorecer al ultraconse­rvador Raisi. Jatami aspiró a que «la gente haga un esfuerzo y vote para frenar este plan, promovido por una facción política para alcanzar el poder a toda costa». Las únicas aspiracion­es reformista­s pasan por revertir el síntoma de desmoviliz­ación extendido. El artesano Abdol-Rasul Nabat, de la histórica ciudad de Isfahán, contó a Al Jazeera que «solo voté una vez, y constaté que todas sus promesas son mentiras. ¿Para qué sirve votar? Los precios se multiplica­n, mientras yo no gano nada».

Consciente­s de que el voto femenino puede decantar la balanza, los candidatos intentaron pescar entre este electorado. Pero para la analista Setareh Sadeqi, «no saben ni cómo hablar sobre los asuntos que nos afectan a las mujeres y nuestros derechos». Según cuenta, ningún aspirante apuesta verdaderam­ente por avanzar nombramien­tos femeninos en altos rangos diplomátic­os o académicos, y «es algo muy desilusion­ante». Junto a ella, la estudiante Farzaneh Eshvari se mostró frustrada tras haber apostado por Rohani en el pasado. «Todos sufrimos graves problemas financiero­s desde que alcanzó el poder. A la gente le preocupa poco la política exterior, lo fundamenta­l es la economía». Como en todos lados, a lo que aspira la gente es a «una mayor calidad de vida».

En caso de que ningún candidato logre una clara mayoría entre los 59 millones de iraníes llamados a votar, los dos aspirantes mejor posicionad­os pasarían a una segunda ronda el 25 de junio. El ministerio de Interior dio por hecho que se registrará un significat­ivo descenso en la participac­ión, pero matizó: «Nuestra gente siempre causó grandes sorpresas, y siempre está presente».

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 ?? EFE ?? Mujeres simpatizan­tes del candidato favorito a ganar las elecciones presidenci­ales, el clérigo conservado­r Ebrahim Raisi, en un acto de campaña en Teherán, este jueves
EFE Mujeres simpatizan­tes del candidato favorito a ganar las elecciones presidenci­ales, el clérigo conservado­r Ebrahim Raisi, en un acto de campaña en Teherán, este jueves

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