Más intransigencia que con Rohani
¿Están dispuestos los ultraconservadores a ganar poder?
De los alrededor de 600 candidatos inicialmente registrados en los padrones electorales, la gran mayoría de quienes son conservadores, solo se ha permitido a siete figuras leales al régimen participar en la carrera por las elecciones presidenciales. Sin embargo, la mayoría de los analistas están de acuerdo que, de los siete elegidos, seis de ellos son extras cuya única función es servir como contraste para legitimar la elección del único y verdadero aspirante del régimen: Ebrahim Raisi, líder del sistema judicial iraní y vicepresidente de la Asamblea de Expertos. El proceso es tan sumamente corrupto que la prensa ya no duda de etiquetar a Raisi como «un candidato inigualable». El poderoso Consejo de Guardianes de la Constitución, cuya función es notablemente validar candidatos, siempre ha marginado a los postulantes más antisistema. Pero este año, el Consejo ha convertido en un punto de honor más grande que nunca despedir a los candidatos menos ortodoxos.
¿Qué se sabe del probable ganador Ebrahim Raisi?
Como favorito del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, este candidato ultraconservador es un acérrimo partidario de la aplicación de la ley islámica y del principio teocrático de «Velayet-e faghih», heredado del ayatolá Jomeini en detrimento de la promoción de las libertades públicas y los derechos individuales. Ebrahim Raisi, de 60 años, está cerca de Ali Jamenei, con quien estudió en el seminario. Una figura muy controvertida tanto en Irán como en el extranjero, Ebrahim Raisi es, entre otras cosas, conocido por el papel central que desempeñó, al final de la guerra entre Irán e Irak, en la ejecución masiva de prisioneros y disidentes políticos. De hecho, solo China ejecuta a un mayor número de presos políticos cada año que Irán.
¿Cómo normalizar la relación bilateral con Estados Unidos?
Mientras espera continuar su ascenso dentro del sistema político iraní, Ebrahim Raisi promete, si es elegido presidente, traer una orientación mucho más intransigente a las relaciones de la República Islámica de Irán con los occidentales que la de su predecesor, Hasan Rohani. La Constitución de 1979 restringe considerablemente las prerrogativas del jefe del Ejecutivo iraní, cuyo papel se reduce la mayoría de las veces al de «secretario» al servicio del líder supremo, siendo este último el verdadero comandante de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Es por eso que el ayatolá Jamenei tradicionalmente se ha asegurado de que solo los candidatos que son conocidos por su lealtad a las instituciones no electivas del régimen lleguen a este puesto. Refiriéndose a las dificultades económicas extremas que enfrenta Irán actualmente y la necesidad de encontrar una solución para salir de esta rutina, Raisi se hizo eco de la declaración del líder supremo de que los dirigentes iraníes no deben «perder un solo momento» en sus esfuerzos por levantar las sanciones estadounidenses. El candidato conservador también declaró que: «En lugar de buscar negociar con el enemigo, debemos resolver los problemas económicos del país gestionando correctamente las capacidades humanas y naturales».