«LA NUEVA LEY DE UNIVERSIDADES SERÁ LA MÁS FEMINISTA DE LA HISTORIA» LA FRASE
SiempreSiempre es una buena noticia saber que el ministro de Universidades sigue entre nosotros. Que no ha sido víctima de un secuestro ni lo han abducido los alienígenas ni se ha retirado a una secta como esas tan simpáticas y dicharacheras han acampado por predios riojanos. No. Y aunque no conocemos al detalle su destino actual, sí contamos con una prueba de vida. Inauguró de forma telemática el curso de la Universidad de Verano «La igualdad de género en la universidad: avances y propuestas», organizado por la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) y la Universidad Jaume I de Castellón, que tiene lugar en el Hotel Palasiet de Benicássim. Aunque estamos acostumbrados a la peripecia del ministro más parecido a la «Pimpinela escarlata» – «Lo buscan por aquí, lo buscan por allá, los malditos franceses lo buscan sin cesar», si bien en este caso sean los ciudadanos españoles, que además corren con sus gastos–, conviene atender a sus espaciadas y ataráxicas prédicas a la espera de alguna iniciativa sobre el presente o el futuro de la Universidad que, por lo visto, es un ámbito de su competencia. Ayer, soltó como si tal cosa que la nueva ley orgánica del sistema universitario, cuyo anteproyecto se presentará en septiembre, será la ley de universidades «más feminista de la historia en términos transversales y en todos los aspectos». A ver, ministro, no se puede soltar en frío y sin la digestión hecha una bomba de este calibre. ¿El gobierque no socialcomunista promoviendo el feminismo en la Universidad? –¡Qué escándalo!, aquí se juega, decía el Capitán Renault en «Casablanca»–. Castells no detalló mucho más. Solo que en la historia reciente de la institución «hay una feminización masiva de los campus», pero que no debe ser suficiente. En el próximo advenimiento de Castells habrá que ver si el objetivo es una Universidad solo de alumnas, profesoras, catedráticas, decanas y rectoras, y si habrá algún porcentaje masculino cortesía del «hembrismo» dominante... Así hasta la siguiente mamacharrada.