La Razón (Andalucía)

El «avión» humano: una mochila voladora para comprar el pan o sacar al perro

Eléctrico y con dos hélices enormes, este «jetpack» se ha propuesto revolucion­ar el transporte de personas: se controla con un joystick manual y puede alcanzar hasta 90 centímetro­s de altura

- POR PEDRO DEL CORRAL

El ser humano siempre ha querido volar. Así lo ha demostrado a lo largo de la Historia a través de innumerabl­es y a menudo trágicos intentos: desde los artilugios de Leonardo Da Vinci hasta la última tecnología de la NASA. Cohetes, globos, aviones, paracaídas… pero nunca vuelos individual­es. Este sueño ha ido pasando de una mente a otra hasta que, por insistenci­a, se ha llegado a algo bastante parecido. Si bien no es la fórmula que impulsó impulsó con tanta precisión a Tom Cruise en «Minority report», sí que ha conseguido levantar a una persona del suelo y moverla con cierta estabilida­d. Se trata del Copterpack, una mochila voladora que funciona con un par de rotores y mediante el uso de un «joystick». ¿Revolucion­aria? Sí, pero no tanto.

Lo primero que hay que saber es que este tipo de inventos llevan en nuestras vidas desde hace años. Sí, parecen súper futuristas, pero realmente no lo son tanto. Cada cierto tiempo, surgen nuevos proyectos que, por unas o por otras, al final se quedan en meros bocetos que no terminan de llegar a los comercios. En cambio, la gran novedad que plantea esta última propuesta es la sustitució­n de los cinematogr­áficos autopropul­sores por unas aspas situadas a ambos lados del piloto. En definitiva, una mezcla entre jetpack y dron que ha roto con todas las ideas hasta ahora probadas. La empresa encargada de su desarrollo, de origen australian­o, ya ha realizado su primer planeo con todas las garantías: una vez que las hélices empiezan a moverse y alcanzan la potencia suficiente, el usuario puede elevarse hasta 90 centímetro­s y con

trolar los desplazami­entos a través de un mini ordenador situado frente a su mano derecha. Esto nos lleva a pensar que el tamaño y la altura de cada individuo jugará un papel clave. Y así es. Pero, por ahora, tal y como ha podido observarse en las pruebas que han hecho públicas, todo se ha gestado con total seguridad.

De hecho, para evitar desequilib­rios que pongan en peligro la vida de sus portadores, el aparato cuenta con una función de piloto automático autoniveli­zante que podrá activarse en todo momento. El resto de la tecnología que utiliza sigue siendo un misterio: la multinacio­nal no ha ofrecido detalles acerca del sistema y sus especifica­ciones. No obstante, por el tamaño y las caracterís­ticas referidas, todo parece indicar que es de tipo eléctrico. El peso es otro de los datos que más ha llamado la atención: a pesar de ser una estructura robusta, la compañía ha explicado que su creación resulta versátil y fácil de transporta­r. Está construido en fibra de carbono con estructura de panel de abeja, por lo que su ligereza y su resistenci­a estarían más que aseguradas.

Llama la atención el hecho de que las hélices no tienen ningún tipo de recubrimie­nto ni protección para que el piloto no pueda meter el brazo sin querer entre éstas, lo cual podría llegar a ser peligroso y provocar un accidente. En cualquier caso, hay que recordar que estamos ante una primera versión que, poco a poco, se irá mejorando antes de su posible irrupción en el mercado. De igual forma, existen otros interrogan­tes respecto al artefacto, como su autonomía. Ésta es una de las cuestiones más importante­s a la hora de que un cliente decida adquirirlo o no. Sobre todo, teniendo presente que, a día de hoy, un dron apenas puede mantenerse activo durante unos minutos en el aire. De ahí que haya que analizar con precisión qué aportación realiza el Copterpack.

Lo que sí está claro es que, además del uso que cada uno quiera darle, este dispositiv­o cuenta con numerosas aplicacion­es que van más allá del mero regocijo personal: de todas, la que cobra un mayor significad­o en la actualidad es la posibilida­d de dotar a los cuerpos de emergencia­s de una forma segura de acceder a terrenos inhóspitos donde un helicópter­o o un vehículo terrestre no puede llegar. De tal modo que, una vez allí, el especialis­ta podría atender a la víctima a la espera de que otras unidades lleguen. A este cometido, se pueden sumar otros relacionad­os con la seguridad, la cultura, deporte… Ahí está, por ejemplo, el fin que se les dio en 1984 para la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos de Los Ángeles (Estados Unidos). O el que, en 2021, se les da por parte las fuerzas especiales del ejército británico. Sin embargo, aunque todo suena ensoñador y práctico, no está tan clara su viabilidad como producto de consumo. ¿Por cuánto podríamos comprarlo? ¿Cuál es su vida útil? ¿Es legal su empleo? Para responder a estas preguntas, habrá que seguir esperando. Aún queda bastante para ver los cielos de España surcados por estos aparatos voladores.

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EFE La empresa encargada de su desarrollo ya ha realizado su primer planeo

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