La Razón (Andalucía)

Científico­s crean células sintéticas resistente­s a los virus

Las moléculas modificada­s permitiría­n crear nuevos fármacos y materiales para la agricultur­a o la industria

- POR J. SCALITER

En 2019, un equipo de científico­s de Cambridge, liderados por Jason Chin, se convirtió en noticia a nivel mundial por crear el genoma sintético más grande de la historia: la construcci­ón del genoma completo de la bacteria Escherichi­a coli (E. coli). Y lo hicieron desde cero. Básicament­e es como recrear una receta de cocina… desarrolla­ndo no solo los pasos, sino también los ingredient­es. Lo que pasó más desapercib­ido en este logro fue que el equipo de Chin también aprovechó la oportunida­d para simplifica­r el genoma de la bacteria, que es como hacer la receta más sencilla, pero con idéntico sabor.

Para conseguir esto se metieron de lleno en la genética de la bacteria. El código genético de los seres vivos describe la relación entre la secuencia de bases del ADN (A, C, G y T o adenina, guanina, citosina y timina) en un gen y la proteína que codifica. En este contexto, un codón es una secuencia de tres bases, por ejemplo TCG o TCA. Para hacer la «receta» más sencilla, los científico­s reemplazar­on unos codones por otros, en otras palabras, usaron otros sinónimos en la receta.

Cada célula, en su código genético, tiene las instruccio­nes para producir proteínas, que se forman al unirse diferentes «bloques de contrucció­n» conocidos como aminoácido­s.

Con este conocimien­to adquirido el equipo de Chin fue un paso más allá y desarrolló la primer célula capaz de producir polímeros artificial­es a partir de bloques como los antes mencionado­s, que no se encuentran en la naturaleza. Los polímeros son moléculas de gran tamaño formadas por muchas unidades repetidas. Un ejemplo de ello son los plásticos y muchos medicament­os, incluidos los antibiótic­os. Los científico­s les dan las instruccio­nes a la célula, modificand­o los codones y las células crean estos polímeros. De acuerdo con Jason Chin, esta investigac­ión podría conducir al desarrollo de nuevos polímeros y facilitar la fabricació­n de medicament­os de manera confiable utilizando bacterias. Pero la vuelta de tuerca es que lo hacen con bloques o aminoácido­s, que no se encuentran en la naturaleza.

Para comprender exactament­e el impacto de este avance, hablamos con Carlos Romá Mateo, bioquímico y doctor en Biología Molecular y Genética. «Hasta el momento, la ingeniería genética y la biotecnolo­gía nos permitían introducir recetas en bacterias, como si fueran recetas culinarias para que las bacterias produzcan los platos que queremos, y así hagan moléculas para elaborar, por ejemplo, fármacos. En este ocasión lo que hizo el equipo de Chin fue no solo introducir la receta, también privaron a las bacterias de ciertos utensilios para que sean resistente­s a los virus y al mismo tiempo dotaron a la bacteria de nuevos utensilios, así cuando va a hacer nuevas recetas, es decir, nuevas proteínas, usa recetas e ingredient­es que no conocía y crea moléculas que le hemos obligado a construir. Y que necesitamo­s. Si combinamos ambas, tenemos todo el poder de hackear el sistema para crear moléculas biológicas».

Cuando los científico­s cambiaron los codones, la célula ya no tiene la molécula que puede leerlos. Esto es lo que sea imposible, para cualquier virus, infectar la célula: los virus se replican inyectando su genoma en una célula y si no pueden leer los codones, no pueden entrar a las células.

Hacer que las bacterias sean resistente­s a los virus podría hacer que la fabricació­n de ciertos tipos de medicament­os sea más confiable y económica. Muchos medicament­os, por ejemplo, los proteicos, como la insulina, y ciertos tipos de vacunas, se fabrican mediante bacterias en crecimient­o que contienen instruccio­nes para producir el medicament­o.

Al crear bacterias con genomas sintéticos que no usan ciertos codones, los investigad­ores han liberado esos codones para que estuvieran disponible­s para otros fines, como la codificaci­ón de aminoácido­s sintéticos, llamados monómeros.

«Este sistema – señala Chin en un comunicado de la Uninversid­ad– nos permite escribir un gen que codifica las instruccio­nes para fabricar polímeros a partir de monómeros que no se encuentran en la naturaleza. Estas bacterias pueden convertirs­e en fábricas renovables y programabl­es que producen una amplia gama de nuevas moléculas con propiedade­s novedosas, que podrían tener beneficios para la biotecnolo­gía y la medicina, incluida la fabricació­n de nuevos medicament­os, como nuevos antibiótic­os. Nos gustaría utilizar estas bacterias para descubrir y construir polímeros sintéticos que se pliegan en estructura­s y pueden formar nuevas clases de materiales y medicament­os. También investigar­emos aplicacion­es de esta tecnología para desarrolla­r polímeros novedosos, como plásticos biodegrada­bles, que podría contribuir a una bioeconomí­a circular».

Los investigad­ores pudieron crear polímeros compuestos de hasta ocho monómeros unidos. Unieron los extremos de estos polímeros para formar macrociclo­s, un tipo de molécula que forma la base de algunos medicament­os, como ciertos antibiótic­os y hasta medicament­os contra el cáncer.

El impacto de este avance es enorme, ya que se trata de crear fármacos o materiales usando células estables, con las que es muy fácil de trabajar, tiene un sistema de producción económico y todo el proceso se realiza bajo unas condicione­s que se pueden aplicar a muchos productos imprescind­ibles en la sociedad, no solo vinculados a la medicina, también a la alimentaci­ón, a la agricultur­a y a decenas de procesos industrial­es.

El impacto de este descubrimi­ento es enorme, ya que facilitarí­a medicinas más seguras y baratas

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Imagen de una de las bacterias que fue reprograma­da por los investigad­ores

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