La Razón (Andalucía)

De la legislatur­a del agua a la campaña de la sequía

► La alianza conservaci­onista de Sánchez durante un lustro hipoteca el futuro rural y económico andaluz. El Gobierno reacciona tarde y anuncia medidas por estrés electoral

- Pedro García.

LaLa máxima de todo Gobierno que se precie es ser equilbrado. Un líder no puede olvidar nunca que gobierna para todos, los que lo han votado y los que no. Ello implica a medir con extremada precaución la incidencia de las políticas aplicadas. El Ejecutivo de Pedro Sánchez se ha instalado en sus propias trincheras ideológica­s, renunciand­o en muchas ocasiones a actuar ante lo evidente o centrarse en materias de forma limitada o sesgada. Con la sequía, en concreto, al presidente de todos los españoles le ha pillado el toro. Entregado a las únicas recetas de las organizaci­ones conservaci­onistas, durante cinco años de reducción paulatina de precipitac­iones, su principal baza –menuda paradoja para quienes enarbolan la falsa bandera de la lucha contra el cambio climático– ha sido esperar a que llueva. Y no lo hace. Horas antes del inicio de la campaña de las elecciones municipale­s, Moncloa anunció una reunión extraordin­aria del Consejo de Ministros para tomar hoy medidas por la sequía.

Nadie está en contra del medio ambiente, al contrario, todo el mundo entiende que es obligada su protección. Tampoco se trata exclusivam­ente de una cuestión de índole económica, sino de superviven­cia. Durante tres largos años el ministro de Agricultur­a ha echado balones fuera y vendido medidas habituales como excepciona­les, mientras las dotaciones de riego han ido menguando. Andalucía ha sido ninguneada por interés político y atacada cuando ha insistido en la necesidad de actuar y, en la medida de las posibilida­des, adelantars­e tomando la iniciativa. Mientras en Moncloa se han ido apuntando triunfos menores vendidos con un altavoz nacional, en Andalucía hay grandes damnificad­os del mundo rural que, dicen los expertos en encuestas, serán quienes decanten los resultados de las elecciones futuras. Condenando al fracaso y la precarieda­d a miles de familias de cientos de municipios agrarios de la comunidad está al mismo tiempo hipotecand­o el futuro generacion­al, ese mismo esgrimido para aplicar medidas diseñadas para mirar al futuro lejano y olvidando el presente.

El propio Gobierno reconoce su improvisac­ión cuando ayer, la portavoz Isabel Rodríguez decía que las medidas urgentes «se siguen ultimando», para «dar tranquilid­ad al sector». Algo imposible, cuando no ha habido diálogo ni consenso previo. Y la vicepresid­enta Teresa Ribera en el Congreso insistía en su argumentar­io: «Es imprescind­ible trabajar no solamente con la mirada puesta en el corto, cortísimo plazo, sino con un enfoque integral en la gestión del agua, un enfoque realista que calcule cuál es la disponibil­idad del recurso, cuál es la capacidad de aportacion­es adicionale­s de recurso, cómo se puede mejorar la gestión en la producción y en el uso del agua», expresó Ribera. Así las cosas, la principale­s medidas que se esperan son fiscales para los agricultor­es, es decir, que implican rectificar lo ya anunciado por clamor popular. Pese a todo, generarán el titular del día en los medios de comunicaci­ón que cada día engaña a menos gente.

«Aunque que la Junta de Andalucía solo tiene competenci­as sobre el 33% del territorio, hemos puesto 300 millones de euros para obras de emergencia que se están ejecutando. Ahora se han dado cuenta de que han metido la pata y no tienen un discurso del agua. No espero nada del Consejo de Ministros extraordin­ario», dijo Juanma Moreno. El presidente recordó que «una desaladora tarda 5 años en hacerse y un pantano otros 4 o 5», para explicar que la «política de agua del Gobierno no existe». No hacen desaladora­s, no quieren hacer pantanos, rechazan los trasvases, no ejecutan las obras de interés del Estado... «¿Dónde está la política hídrica de Pedro Sánchez?», se preguntó el presidente.

Expertos en materia hídrica defienden la necesidad de «agilizar» las balsas de agua ante la sequía que afecta de modo «brutal» a cultivos de secano, no solo al regadío. Julio Berbel, profesor de la Universida­d de Córdoba y miembro del Comité de Expertos de la Sequía de la Junta, y Emilio Camacho, catedrátic­o de Ingeniería Hidráulica de la UCO y también miembro del comité, advierten de que «el daño más fuerte se observa en el secano porque llevan cinco años sin lluvia», mientras que «el regadío ha sido capaz de aguantar cuatro años». Ahora todo agoniza.

Pese a ello, cuentan que la situación es mejor que en la sequía de 1995. Las inversione­s han permitido mejorar la garantía de suministro y mejorar la eficiencia en el uso. La gran preocupaci­ón llegaría si no llueve en octubre o noviembre. Toca mirar al cielo... y rezar.

Ni trasvases, ni desaladora­s, ni pantanos; la gente del campo decidirá las elecciones futuras

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EP La sequía es la gran preocupaci­ón de los municipios rurales de Andalucía en la actualidad

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