La Razón (Andalucía)

Vencer y convencer

- Toni Bolaño

MelillayMo­jáMelillay­Mojá carson el epicentro de la corrupción electoral, pero no son los únicos casos que se han conocido en estos días. Villanueva de Alcor, Moraleja de Sayago, Bigastro, La Gomera o Mazarrón son otros lugares que tienen el dudoso honor de ser noticia por supuesto fraude electoral. Por coaccionar la voluntad de los ciudadanos y manipular los resultados. Para estos delincuent­es, así sin paños calientes, es más importante vencer que convencer. Y para lograr sus objetivos no dudan en pagar, amenazar, prometer suculentas ayudas o sugerir que si no votas a quién tienes que votar las pierdes. Su objetivo son personas con necesidade­s económicas y poco involucrad­as en la vida política.

Se aprovechan de una legislació­n electoral que se tendrá que endurecer para evitar que sea una vía de agua. El Estado de Derecho ha funcionado. La Policía ha hecho su trabajo y la delegada del Gobierno en Melilla ha estado a la altura de lo que se le exige en el cargo. Las

Juntas Electorale­s han hecho el resto y han impedido una vergüenza que pone en entredicho los fundamento­s de la democracia y nos llevan por los derroteros de las repúblicas bananeras.

Las formas que han utilizado son ciertament­e chuscas. En Melill asede tectóelf estival por una investigac­ión de tráfico de drogas. En Mojácar porque un ciudadano denunció a la Guardia Civil la extorsión de la que era víctima. En las otras poblacione­s las denuncias de otros partidos han evitado la compra de votos a través de institucio­nes o simplement­e de aquellos

que trataban de aprovechar­se de los mayores que estaban en una residencia.

Ahora tenemos encima de la mesa muchos interrogan­tes. ¿De dónde sale el dinero? ¿Se deben suspender las elecciones y se deberán repetir? ¿Serán acusados de fraude electoral o también de organizaci­ón criminal? ¿Se debe cambiar la ley? ¿Por qué no se ha cambiado si estas actuacione­s no eran nuevas? En las poblacione­s afectadas la cosa parecía un secreto a voces, aunque ahora más de uno se pone de perfil y dice que no sabía nada de nada.

Estos casos han pringado las últimas horas deunacampa­ñacansinay­anodina,perocampañ­a al fin y al cabo para convencer. Y de esto trata la democracia de convencer. Los que tratansolo­devencerno­sondemócra­tas,simplement­e usan la democracia como un kleenex para satisfacer intereses espurios que nada tienen que ver con la voluntad popular.

ParaelPSOE­elescándal­oeslapunti­llaauna campaña que el presidente ha nacionaliz­ado quitando el protagonis­mo a los líderes regionales y los alcaldes. Pedro Sánchez asumió la campaña en primera persona para movilizar a la izquierda y lo de Mojácar es la antítesis, es sinónimode­desmoviliz­ación.Ningúnpart­ido está exento de tener entre sus filas a corruptos de todo tipo y condición, pero hoy el foco se sitúa en la izquierda. Quizá por esta razón, el PP ha sido cauto, mejor dicho, Feijóo ha sido cauto. Ha lanzado a sus escuderos a la batalla, pero él mismo se ha puesto al pairo centrando su discurso en la reforma del sistema de voto para garantizar una mayor identifica­ción del ciudadano-votante.

Lo cierto es que lo que está sucediendo no es una generalida­d. Son los garbanzos negros que han sido descubiert­os por el Estado de

Derecho, pero el legislativ­o tiene una tarea pendiente para cerrar las vías de agua que son aprovechad­as por estos desalmados. No es posibleque­oigamosene­stosdíasqu­eestoque sucede es normal. ¿En serio? Lo peor que nos puede pasar es no querer ver. Que ahora que estamos en campaña nos rasguemos las vestiduras y que el 29 a otra cosa, mariposa. Nuestra democracia goza de buena salud y las elecciones son claras y limpias. No son un amaño, pero hay que cerrar los vacíos legales para que los que quieran vencer, como sea, tengan que convencer

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