La Mezquita de Córdoba deslumbra a Foster
► El arquitecto visitó por primera vez el monumento el 6 de abril y quedó «sorprendido»
El prestigioso arquitecto británico Norman Foster visitó el pasado 6 de abril, por primera vez, la Mezquita-Catedral de Córdoba, acompañado por su esposa y por el académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y relevante personaje en el panorama de la arquitectura española, Luis Fernández Galiano, que también visitó junto a su esposa el monumento cordobés, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Según informó ayer el Cabildo Catedral de Córdoba en una nota, Foster y Fernández Galiano fueron guiados en su visita a la Mezquita por el arquitecto conservador del conjunto monumental, Gabriel Ruiz-Cabrero, y también por el deán-presidente del Cabildo, Joaquín Alberto Nieva.
Gabriel Ruiz explicó la historia del monumento y sus principales características arquitectónicas y artísticas. También informó a Foster y Fernández Galiano sobre las obras de restauración que se ejecutan en las cúpulas de la macsura y de la Capilla Real, así como sobre las demás obras de conservación y restauración que se han hecho o están en proyecto.
El prestigioso arquitecto británico de renombre mundial, según señaló el Cabildo, disfrutó en grado sumo durante toda la visita y quedó realmente sorprendido por las maravillosas características del principal templo de la Diócesis de Córdoba, destacando su valor excepcional mundial y su excelente estado de conservación.
También valoró especialmente la compaginación de su uso religioso diario, como lugar de culto católico, con las visitas que recibe como monumento cultural y turístico.
El arquitecto Norman Foster se hizo famoso por la obra del Banco de Hong-Kong y Shanghái, en 1985, un rascacielos de cristal de 47 plantas que destaca por la funcionalidad de los espacios, la iluminación natural y el uso de la tecnología como herramienta de creación arquitectónica. Posteriormente, construyó en España la línea de metro de Bilbao (inaugurado en 1995) y la torre de comunicaciones de Collserola en Barcelona (en el Tibidabo), para los Juegos Olímpicos de 1992.