«LA DEMOCRACIA SE HA SUSTENTADO EN LA DICTADURA DE LOS VOTOS»
LaLa historia más reciente de la democracia peruana, o lo que sea el sistema que pregonan por aquellos lares, tiene un hilo invisible que lo enhebra todo al negro ovillo de la corrupción. El historial de los inquilinos del poder del Estado está definido por su carácter delictivo y amoral. Es una novela negra por entregas, de esas tan habituales en el continente, en el que las mordidas y los sobornos son el pan nuestro de cada día en una clase dirigente que ha naturalizado el trinque, el latrocinio y el conchabeo a cargo de fondos públicos y a mayor gloria de todos los socios en el negocio de la política. Desde Alberto Fujimori, que cumple 13 en prisión por violaciones de los derechos humanos y otros delitos a Alejandro Toledo, que aguarda su extradición en EEUU acusado de corrupción, pasando por Alan García, que se suicidó para no ser encarcelado como sus sucesores en la magistratura, Humala y Kuczynski, que esperan juicio tras una temporada entre rejas, la crónica presidencial peruana es el chapoteo continuado en una ciénaga ponzoñosa para la dignidad de cualquier nación. Ayer, se escribió un nuevo capítulo de este «best seller» del «noir» incaico con la destitución del gobernante Martín Vizcarra «por incapacidad moral permanente» por parte del Parlamento a cinco meses de las Presidenciales. Obviamente, el relevado mandatario está también acusado de sus correspondientes apaños y chanchullos durante su época de gobernador.
Es del todo sarcástico que la mano ejecutora del presunto corrupto haya sido la de una Cámara en la que 68 congresistas tienen procesos abiertos. Ya en su domicilio, Martín Vizcarra comentó que «la democracia se ha sustentado en la dictadura de los votos». En realidad, en la de una Ley que regula estos procedimientos, pero sobre todo en la dictadura de una casta política e institucional corrompida y degenerada en el que la honradez y la decencia agonizan en un medio hostil. Con las lecciones del pasado, puede que los peruanos deban probar con una presidencia vacante.