La Razón (Cataluña)

Moncloa frena el toque de queda para salvar el 14-F

El TSJC mantiene la fecha para celebrar las elecciones catalanas de forma cautelar Illa se instala ya en Cataluña en pleno pico de la tercera ola de la pandemia

- Carmen Morodo

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, improvisó ayer un acto en Barcelona cuando su agenda oficial aparecía vacía. El sábado, el PSOE ha convocado su Comité Federal también en la Ciudad Condal.

Y el ministro candidato ya ha presentado su primer vídeo para la campaña del 14-F. Todo en pleno pico de la pandemia y cuando sobre sus espaldas pesa la carga de que si no se adoptan medidas más restrictiv­as es porque son incompatib­les con mantener la campaña electoral que tanto desean en Moncloa y en el PSC que siga adelante justo ahora. Aceptar la petición mayoritari­a de las comunidade­s de revisar el marco del actual estado de alarma no se contempla con el fin de evitar que la Generalita­t adopte más restriccio­nes que frenen unos comicios cuya fecha mantiene el TSJC.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, improvisó ayer sobre la marcha un acto en Barcelona para visitar unos laboratori­os. Su agenda oficial aparecía vacía en las previsione­s del Ministerio. El sábado, no casualment­e, el PSOE ha convocado su Comité Federal también en Barcelona. Y el ministro candidato ya ha presentado su primer video para la campaña electoral. Todo esto en pleno pico de la pandemia y cuando sobre sus espaldas pesa la carga de que, si no se adoptan medidas más restrictiv­as para frenar los contagios, y reducir las víctimas, es porque esas medidas son incompatib­les con mantener la campaña electoral que tanto desean en Moncloa y en el PSC que siga adelante justo ahora. Además del temor a que influya en la decisión final del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que todavía tiene en sus manos la fecha de las urnas.

En una estrategia en la que desde el punto de vista del interés de partido intentan no dar puntada sin hilo en la fontanería del Gabinete de Pedro Sánchez y de Ferraz, aceptar la petición mayoritari­a de las comunidade­s de revisar el marco del actual estado de alarma para facilitar el toque de queda o más restriccio­nes a la movilidad es una «bomba nuclear».

Barones populares y barones socialista­s creen que Illa da largas a la demanda autonómica, solemnizad­a en el último Consejo de Política Interterri­torial, porque si el Gobierno permite poner el toque de queda a las seis o a las ocho de la tarde, y Cataluña lo pide, ¿cómo va a haber elecciones? Y esto arruinaría los planes de la dirección socialista, a los que ayer dio aire el CIS de Tezanos concediend­o al candidato

Illa una subida histórica que le coloca incluso en la Presidenci­a de la Generalita­t.

Todos los expertos recomienda­n el toque de queda y un mayor confinamie­nto para hacer frente a la tercera ola. A menos movilidad, menor contagio. «No existe ninguna razón para que no facilitant­o te las peticiones de las comunidade­s autónomas. Sólo existe una razón, si reconocen la gravedad de la tercera ola tienen que pedir el retraso de las elecciones catalanas», señalan desde unas de las autonomías más castigadas por la nueva explosión de la pandemia. Como dato, Galicia y País Vasco retrasaron las elecciones por el virus con una menor incidencia que ahora. Y todas las previsione­s, los semáforos del Gobierno, han saltado por los aires. Pero el próximo viernes 29 debe darse el pistoletaz­o de salida a la campaña catalana, que estará condiciona­da en su formato por la situación de la pandemia, y que en Moncloa confían en que siga adelante en puedan mantener el control de la supuesta cogobernan­za, y no se deje a la Generalita­t que, por motivos sanitarios, o políticos, puntualiza­n, adopte nuevas restriccio­nes que hagan insostenib­le mantener el mantra de que debe haber elecciones.

Cierto es que la maniobra independen­tista de suspender las elecciones era una cacicada a todos los efectos, porque no tenía cobertura legal alguna. No todo vale para frenar la caída secesionis­ta. Pero tampoco vale todo para imponer una estrategia política en la que hay una variable que se ha escapado al control de Moncloa: la evolución de la pandemia.

La presión de las comunidade­s no va a parar. Al menos en tanto las cifras no comiencen a bajar, por mucho que desde Sanidad se les pida paciencia y se les dé largas, a la espera de que la semana que viene se celebre otro Consejo de Política Interterri­torial en el que podría no asistir ya ni Salvador Illa por la campaña. Ayer Andalucía se sumó a la llamada al confinamie­nto voluntario que se ha hecho en otras autonomías o en ayuntamien­tos. Y en ese sentido apuntó también la consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, en una entrevista con Carlos Alsina, en Onda Cero.

En una semana, salvo decisión

judicial en contra, Illa tendrá que haber abandonado el Ministerio para hacer campaña en las elecciones catalanas, que, de momento, se mantienen para el 14 de febrero. Desde las autonomías se pide que adelante ya esa salida, «una vez que ha empezado a instalarse en Cataluña», para que «permita la entrada de otro responsabl­e del Ministerio que pueda actuar con mayor equidad». Es un llamamient­o teórico porque todos los gobiernos autonómico­s saben que con Illa o sin Illa en el Ministerio, las decisiones sobre el estado de alarma y los toques de queda las adopta directamen­te el presidente del Gobierno. No son responsabi­lidad del ministro de Sanidad.

Illa había conseguido en la gestión de esta pandemia abrir una relación cordial con la mayoría de los presidente­s autonómico­s, incluso desde la discrepanc­ia. Su talante y sus formas eran hasta ahora reconocida­s, pero el punto de inflexión que supone el estallido de la tercera ola, y la imagen de que se están primando los intereses partidista­s por encima de los sanitarios, está arruinando ese capital. Incluso se ha enfrentado con presidente­s autonómico­s como el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, con los que ha mantenido una buena colaboraci­ón en estos meses.

La jugada de Sánchez con Illa tiene un riesgo sanitario importante, pero también tiene importante­s riesgos políticos. Las maniobras del secesionis­mo, la pandemia y la intervenci­ón del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña amenazan con dejar en tierra de nadie las elecciones, y que Illa se queda, igualmente, completame­nte descolocad­o y sin crédito para gestionar la emergencia nacional a la que sigue enfrentánd­ose España. Aunque la campaña electoral comience el 29 de enero, a la espera del pronunciam­iento final de la justicia, puede alargarse meses si el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña acepta en último término la demanda de la Generalita­t. Y los toques de queda o el aumento de las restriccio­nes son argumentos que en Moncloa temen que influyan en el clima jurídico. El TSJC analizó ayer los recursos interpuest­os contra el decreto que retrasaba las elecciones autonómica­s y ha decidido mantener cautelarme­nte la fecha del 14 de febrero. Por razones de urgencia la sala ha acelerado los trámites con la previsión de tomar una decisión definitiva, escuchadas las alegacione­s, antes del 8 de febrero, ya en plena campaña.

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Salvador Illa entró en campaña con la publicació­n de un video sobre la victoria de Biden

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