La Razón (Cataluña)

Políticos y caraduras

- Sandra Golpe

«La sensación de que más allá del virus, importan las necesidade­s de un partido»

ElEl ministro Illa abandona el Ministerio de Sanidad en un momento nefasto: la curva de contagios del coronaviru­s avanza en vertical, récord tras récord. Al norte y al sur, los hospitales suspenden sus operacione­s programada­s, desbordado­s, y los presidente­s autonómico­s, impotentes, suplican al Gobierno en vano para que les dé más herramient­as para confinar. En estos días desesperan­tes de la tercera ola, con peligrosas cepas emergentes y con el invento de la «cogobernan­za» desactivad­o, Illa regresa a Cataluña empujado por el efecto CIS, en un juego estratégic­o de su partido difícilmen­te comprensib­le para una población hastiada de virus y de incertidum­bres. El tiempo se encargará de juzgar debidament­e al filósofo, sobre todo cuando se le compare con la persona que le sustituya. Pero los datos terribles de la pandemia en España están ahí. No han bastado su empatía y su dedicación. A principios de enero, al cumplir Illa un año al frente de Sanidad, el Consejo General del Colegio de Médicos le dio un aprobado raspado, concluyero­n que le han faltado «conocimien­tos y decisiones valientes». Decisiones

como el confinamie­nto domiciliar­io urgente que están reclamando los expertos y el colectivo sanitario. Queda la sensación de que, más allá del virus, importan las necesidade­s de un partido (en este caso, el socialista).

Y ya que hablamos de políticos, queda también la decepción profunda con aquellos que se han valido de su cargo para que les administre­n la vacuna, pasándose por el forro la moral, sabiendo que la vacuna escasea. Frente a un comportami­ento así, lo mínimo es dimitir. La mayoría de esos que han confesado haberse vacunado han sido suspendido­s cautelarme­nte de militancia, pero ojo, eso no implica que hayan abandonado su labor. Menos mal que existen seres a los que agarrarse en este ataque de desencanto, como Juan Ramón Amores, alcalde de La Roda, enfermo de ELA. En medio del trapicheo de dosis al que estamos asistiendo, Juan Ramón alza la voz en las redes sociales para pedirnos que no juzguemos a su gremio por culpa de unos cuantos y que sigamos creyendo, a pesar de todo.

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