Como en casa en ningún sitio
Una espeluznante mansión del siglo XIX se convierte en el escenario principal del debut del italiano Roberto de Feo, el filme «La maldición de Lake Manor»
Mientras los adultos tienen miedo a la brutalidad de todo lo que tiene que ver con lo real, los niños manifiestan pavor hacia lo desconocido. ¿Qué se esconde debajo de la cama? ¿Qué peligro acecha tras la puerta del armario? ¿De dónde viene ese ruido extraño que nace del fondo del pasillo? El desconocimiento asusta casi tanto o más que la seguridad que otorga el entendimiento. Roberto de Feo ha preferido centrarse en la complejidad de lo primero para configurar el perfil psicológico de Samuel, el adolescente paralítico que protagoniza «La maldición de Lake Manor», su bautismo en el largometraje.
«Samuel crece desarrollando miedo hacia lo que su madre le cuenta que es el mundo exterior. Ella le asegura que todo lo que hay fuera es terrible, peligroso, amenazador, y que por tanto la única seguridad la puede encontrar en casa. El hogar actúa de forma parecida a como lo haría el vientre materno», explica De Feo por videoconferencia.
Un miedo sin esperanza
Arropada por una atmósfera gótica, estratégicamente oscura y desasosegante que se presenta a espaldas del tiempo, la historia que plantea este filme de terror italiano desconcierta y se desmarca, según el director, de las estereotipadas propuestas del género: «Todo depende de las referencias que uno haya cultivado. Lo que diferencia desde mi punto de vista mi filme de otras películas del género es que el miedo se filtra a través de los ojos de un joven que desconoce y que además está en silla de ruedas. Tiene que depender de los demás, de lo que le cuentan, para configurar su propia estructura de las cosas. Lo que produce pavor aquí es lo real, no lo inventado. No hay grandes efectos especiales ni episodios sobrenaturales. Hablamos de un miedo más relacionado con la pérdida de la esperanza».
La asfixia que invade la mayor parte de cinta se refleja en el poder atrayente que presenta la gran casa de estilo victoriano en donde vive Samuel con su madre y algunos trabajadores de la finca. Educado en el convencimiento de que más allá de la casa todo son riesgos, inmoralidades y peligros, se repliega sobre sí mismo acunado por el sonido de la música clásica y el progresivo envenenamiento de la figura mamas terna hasta la irrupción de Denisse, por la que siente una inminente atracción. «El amor te permite conocer la realidad aunque a veces la sobredimensiona en exceso, la convierte en algo mejor de lo que realmente es. En el filme aparecen distintas forde forde querer. La relación de Elena con su hijo muestra ese tipo de amor enfermo. Denisse, por el contrario, refleja la demostración de que la belleza puede abrirse camino incluso en un entorno desesperanzado», concluye el cineasta.