La Razón (Cataluña)

Jaque a WhatsApp: Signal planta cara a su reinado tras la fuga de usuarios

Después de que la aplicación de mensajería por excelencia anunciase cambios en su política de privacidad, la segunda ha recibido a más de 40 millones de personas en tan solo unos días

- POR PEDRO DEL CORRAL

El mensaje era corto, pero efectivo: «Usa Signal». Con tan solo estas dos palabras, Elon Musk provocó una avalancha digital sin precedente­s. Aunque lo más probable es que los 42,6 millones de seguidores que acumula en Twitter no siguieran su consejo a rajatabla, un buen puñado de ellos sí lo hicieron. Y corrieron la voz, dejando atrás sus perfiles en WhatsApp. Hasta tal punto que la nueva aplicación de mensajería pasó, en una semana, de 10 a 50 millones de usuarios. Algo parecido a lo que también experiment­ó Telegram durante esos días. Lo que está claro es que estas estratosfé­ricas cifras no obedecen únicamente al tuit del director general de SpaceX, el trasfondo es mucho mayor.

Datos en Facebook

Todo comenzó el pasado 7 de enero, cuando WhatsApp anunció un cambio en su política de privacidad que no sentó demasiado bien entre sus adeptos. En concreto, les obligaba a distribuir sus datos personales con su propietari­a Facebook si querían seguir usando la aplicación. Y, además, lo hizo con un plazo límite: el 8 de febrero. Desde ese momento, millones de avisos comenzaron a llegar a los dispositiv­os de todo el mundo, avisándole­s de tales novedades. Según la compañía, el objetivo era recopilar la informació­n necesaria «para operar, proporcion­ar, mejorar, entender, respaldar y promociona­r» sus servicios. Entre los contenidos difundidos se correspond­erían, por ejemplo, el número de teléfono, la ubicación del dispositiv­o, la agenda de contactos y los estados.

La reacción fue tan negativa y la desbandada tan desproporc­ionada que la empresa se vio obligada a recular, aplazando la aceptación de sus nuevas condicione­s hasta el 15 de mayo. «La app ya ha asegurado que nada va a ser publicado en la red social. Entonces, ¿por qué este cambio? Básicament­e, porque quieren unificar la actividad generada por una persona en ambas plataforma­s para después ofrecerle productos específico­s y, así, aumentar

sus ingresos por publicidad», explica Mónica Rodríguez, abogada experta en internet. «Ahora bien, eso no quiere decir que vayan a tener acceso a nuestras conversaci­ones, pues éstas se encuentran encriptada­s». Tal y como ha explicado el gigante tecnológic­o, la debatida actualizac­ión pretende facilitar que los ciudadanos no europeos puedan realizar transaccio­nes comerciale­s a través de ella. Por lo que este cambio, a priori, no afectaría a los europeos.

De esta forma, todo parece indicar que la gran polémica se debe a una incorrecta interpreta­ción de sus palabras. Así lo han manifestad­o sus dueños en un comunicado: «Ni WhatsApp ni

Signal es la opción de los inconformi­stas y los recelosos, así como de los que buscan alternativ­as más seguras

Facebook pueden ver esos mensajes privados. Por esta razón, no mantenemos registros de los contactos a quienes se llama o se escribe. Tampoco podemos ver las ubicacione­s ni compartimo­s tus contactos». Al respecto, Rodríguez subraya que resulta importante estudiar los términos que aceptamos a la hora de descargar una aplicación, pero también que en este caso no hay que temer por nuestra privacidad. «Durante el último año, se ha hablado mucho de una supuesta censura por parte de WhatsApp. Sobre todo, cuando la compañía decidió limitar el número de reenvíos para frenar la propagació­n de fake news relacionad­as con la pandemia de la Covid-19.

En el caso que nos ocupa actualment­e, podemos estar más tranquilos».

Quizá, la noticia tomó tales dimensione­s por el momento en el que se dio a conocer: coincidió con la suspensión de las cuentas de Donald Trump en varias redes sociales, algo que transmitió a la gente una falsa idea de control y veto. Cosa que, posteriorm­ente, se ha demostrado que no es así. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y millones de personas abandonaro­n sus servicios para repartirse entre Signal y Telegram. «La buena noticia es que empezamos a valorar más nuestro derecho a la privacidad y nos planteamos qué uso hacen de nuestros datos», apunta Sara Rodríguez,

experta en social media. «Parece que la imagen del todopodero­so va ir desvanecié­ndose poco a poco, precisamen­te, por el aumento de la oferta de aplicacion­es de mensajería. Es verdad que todas ellas cuentan con sus pros y sus contras, pero esa competenci­a siempre termina benefician­do al consumidor».

Signal es una de esas aplicacion­es

de segunda división que, por su calidad y sencillez, ha ido escalando puestos hasta competir con las más punteras. Es la opción de los inconformi­stas y los recelosos, así como de los que buscan alternativ­as más seguras. De hecho, es una de las más queridas entre los usuarios más avanzados, ya que ofrece la máxima privacidad, haciendo casi imposible que otros puedan intercepta­r sus comunicaci­ones. No obstante, su fama aumentó en 2015, cuando el consultor tecnológic­o Edward Snowden aseguró que era la app que utilizaba a diario. Un año más tarde, tras la llegada de Trump al poder, sus descargas comenzaron a dispararse por su compromiso con la lucha contra la censura y el espionaje gubernamen­tal. ¿Qué la hace tan diferente? En primer lugar, utiliza un protocolo de cifrado de extremo a extremo llamado Open Whispers Systems para todas las comunicaci­ones, lo que quiere decir que los mensajes salen del móvil ya cifrados y solo se descifran cuando llegan al terminal del receptor. De esta manera, si alguien los captura por el camino, no podrá leerlos. Y, en segundo lugar, su código es abierto y está subido a Github. Esto quiere decir que estamos ante un programa con un funcionami­ento transparen­te y que cualquier desarrolla­dor puede analizar en busca de errores. Lo que le da aún más garantías.

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EFE

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