La Razón (Cataluña)

Ni gobierna ni deja gobernar

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Al año de la pandemia, Sánchez es un estorbo para la gestión del coronaviru­s

EsEs cierto que ningún país, ni si quiera los más desarrolla­dos, tenía previsto que una pandemia como la del coronaviru­s pondría en jaque su sistema sanitario, provocaría decenas de miles de muertos entre su población y abriría de nuevo una crisis económicas. Así ha sido, y cada nación ha respondido en función de las reglas políticas con las que se rige y de su cualificac­ión científica. Esa ha sido la gran excusa –a todos nos ha pillado de improviso– para que los gobiernos más ineficaces, los que han contado con peores equipos para soportar una crisis de este tipo, fueran eximidos de su responsabi­lidad. Con este argumentar­io de gabinete de comunicaci­ón y marketing político se ha ido tirando hasta que las cifras de contagios y fallecidos han sido humanament­e insoportab­les, hasta que ha ido haciendo mella en la población después de meses de confinamie­nto. Esa excusa podía ponerse hace un año, cuando el 31 de enero de 2020 se anunció el primer caso en La Gomera. A pesar de ello, Fernando Simón, en marzo, dijo algo que marcaría la política sanitaria del Gobierno, la energía y el empuje: «No hay razón para alarmase con el coronaviru­s». No creía que el virus pudiera extenderse en España, ni tampoco la cepa británica, como tan alegrement­e, de nuevo, ha descartado. Hasta hoy, han fallecido 55.041 personas, según los datos de Sanidad. Es incomprens­ible que el Gobierno lo haya mantenido al frente del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias, de quien depende toda la acción sobre el coronaviru­s, porque de la misma manera que negó que la cepa británica pudiera tener incidencia en nuestro país, hace unos días cambió de opinión y dijo que «la expectativ­a que tenemos es que podría ser una cepa dominante en España hacia mediados de marzo», con una presencia de entre el 40% y el 50% del total. No es un cambio de criterio cualquiera porque, al ser mucho más contagiosa –entre un 30% y un 50%– su impacto en la pandemia sería superior. Y, sin embargo, con el permiso del ministro Salvador Illa, dedicado ahora a preparar su salto a Cataluña, abogó por no aumentar las nuevas restriccio­nes a nivel nacional. Todo esto, en contra de las propuestas de las comunidade­s autónomas, a las que el Gobierno ha dejado solas, que piden que se implemente­n las medidas. De la misma manera se ha desentendi­do de la compra de jeringuill­as adecuadas para el suministro de la vacuna Pfizer, con el riesgo de que miles de dosis se pierdan. De esta manera, ha sido la Comunidad de Madrid quien ha tenido que poner nuevo normas de confinamie­nto perimetral y toque de queda. Una lección que ha dejado esta crisis, es que es necesario un Gobierno que coordine y no enfrente a las administra­ciones, justo lo que no ha existido.

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