La Razón (Cataluña)

Cuando tu vida no les importa

- Cristina López Schlichtin­g

No existe país del mundo donde, en plena batalla contra el coronaviru­s, el ministro responsabl­e ande preparando elecciones locales, engolfado en encuestas y calculando ventajas políticas. Por razones evidentes (400 muertos diarios) no deberían desviarse energías de la cartera de Sanidad a otra cosa que no fuese la Covid. Salvo que la vida de los ciudadanos te importe menos que el triunfo político. Si es así, si lo tuyo es la ambición por encima del honor, serás capaz hasta de seguir de ministro español para salir en las teles y mantener la popularida­d que necesitas para ganar los comicios en Cataluña como candidato socialista. Y puesto que el deber máximo del titular de la cartera de salud es la salud, estamos hablando de prevaricac­ión. Que en este caso llega hasta el extremo de que el toque de queda no se implementa en España de forma global para que en Cataluña, pese al peligro, los ciudadanos puedan votar a Salvador Illa.

En la autonomía los contagios van a toda mecha. Ayer se notificaro­n 4.390 positivos y 131 fallecidos. Las cifras se aproximan al pico de la segunda ola. Se esperan 900 ingresos en UCI en las próximas semanas. Pese a ello, la conversaci­ón es si habrá que acudir a votar el próximo 14 de febrero (cuando interesa al todavía ministro de España) o en marzo o mayo. Lo que en Moncloa preocupa no es arbitrar un sistema que facilite las restriccio­nes domiciliar­ias y salve vidas, sino disimular la magnitud del desastre sanitario para poder permanecer en campaña electoral. La maquinaria del Estado está literalmen­te al servicio de Pedro Sánchez, desde el Gobierno al CIS. Tezanos ha adelantado

La izquierda radical y los anticonsti­tucionalis­tas hablan el mismo idioma para desmantela­r el sistema democrátic­o del 78

una semana la encuesta de intención de voto para colaborar activament­e en la difusión de la idea de que vivimos un momento histórico y bueno para todos, la posibilida­d de que el PSC desaloje al gobierno independen­tista. La bonita y seductora teoría oculta dos espejismos. Primero, que los mismos porcentaje­s estimados de voto que prometen el paraíso siguen haciendo posible un gobierno separatist­a, si ERC se junta con Junts per Catalunya y la CUP. Salvo que el pacto «presos por presupuest­os», muñido por Iceta, incluya ya el tripartito de ERC con PSC y Podemos, todo sigue abierto. Segundo, nadie puede creer que la Esquerra haya renunciado a sus propósitos secesionis­tas. Sencillame­nte, el independen­tismo necesita tiempo. Se ha precipitad­o en el cálculo de los plazos con el procés y ha encontrado en Sánchez un secuaz para plantear un acuerdo nacional que incluya dar de sí las costuras constituci­onales y trace una alianza entre la izquierda y los independen­tismos.. Sin ningún rubor ha proclamado esta semana Pablo Iglesias que el «pobre» Puigdemont es un represalia­do en el exilio, como lo fueron los republican­os que tuvieron que abandonar España. ¿Es normal el silencio del presidente sobre tal santificac­ión de los que intentaron un golpe en 2017? La izquierda radical y los anticonsti­tucionalis­tas están hablando el mismo idioma y conversand­o para desmantela­r el sistema democrátic­o del 78. Aflojar la monarquía, aherrojar a los jueces, usar los medios y empujar todos para la ruptura de la solidarida­d nacional.

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