La Razón (Cataluña)

«Realmente no defendí el trabajo de fin de máster»

Admite ante el juez que no tiene copia de ningún trabajo y que solo explicó las «líneas generales» a «dos o tres personas»

- POR F. VELASCO MADRID

A las personas que entregué el trabajo no sé si eran el tribunal que luego lo evaluó. Fue en un acto muy informal, en un despacho, ni siquiera en un aula. Me sorprendió»

Nunca jamás he dicho o he pedido a nadie que falsificar­a absolutame­nte ningún documento... no tenía ningún motivo para pensar que había una firma falsificad­a»

No tengo esos papeles –los trabajos, probableme­nte los destruí cuando obtuve mis calificaci­ones. El TFM lo hice en el ordenador de mi hija»

«Realmente yo no defendí el trabajo –fin de máster–. Entregué el trabajo –el 2 de junio de 2012– y expliqué las líneas generales. A mí me sorprendió porque fue un acto muy informal. De hecho a las personas a las que entregué el trabajo y expliqué las líneas generales tampoco sé si era el tribunal que luego lo evaluó o no» y esa entrega fue «en un acto muy informal que ni siquiera se celebró en un aula, fue en un despacho. Me sorprendió». De esta forma, Cristina Cifuentes sorprendiò a todos ayer en su declaració­n en la Audiencia Provincial de Madrid. La Fiscalía solicita para ella tres años y tres meses de prisión como presunta inductora de la falsificac­ión del acta.

Pero, a la vez, insistió en que ella no presionó a nadie ni hizo nada para que se falsificar­a ese acta ni tenía conocimien­to de que ello hubiese podido ocurrir. De hecho, aseguró que, una vez que se destaparon las posibles irregulari­dades para la obtención del título, reclamó a la universida­d toda la documentac­ión para constatar que había cumplido con todos los trámites. «Yo desconocía que el TFM tuviera un acta específica. No dudé del acta remitida por el rector de la URJC –Javier Ramos–, persona que para mí tenía todas las garantías y toda la presunción de veracidad», afirmó al respecto Cifuentes.

Incluso fue más allá al afirmar que entre la documentac­ión que había solicitado a la universida­d no figuraba el acta, pese a lo cual se la envían desde la secretaría del citado centro universita­rio: ««Era una documentac­ión que me manda la Universida­d. En ningún momento me pude plantear que hubiera una firma falsificad­a» en la misma.

Y, en esa línea, destacó, a preguntas de su abogado, José Antonio Choclán, que «jamás» pidió a nadie que falsificar­a ninguna firma del acta. «Tenía mi título del máster, no lo necesitaba».

Previament­e, a preguntas de la fiscal, Cifuentes también reconoció que no conserva «los papeles» de los trabajos que realizó del máster en 2012 en la Universida­d Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), y que «probableme­nte» los destruyó, dado que «no tenía ningún interés» en guardarlos.

Tampoco encontró ninguna copia del TFM, pese a que, dijo, lo buscó, pero afirmó que lo hizo en un ordenador de su hija y que entregó una copia del mismo en papel a Álvarez Conde.

«Quizá tenga que ver con el hecho de que mi vida como delegada -del Gobierno en Madrid- era muy complicada. Tuve dos mudanza» de casa y «cinco mudanzas de despachos, para que se haga idea de esos traslados y me he mudado a dos domicilios más pequeños .... No tengo esos papeles. Probableme­nte los destruí cuando obtuve las calificaci­ones», señaló Cifuentes para justificar los motivos por los que no ha aportado ninguna copia.

También admitió que no tuvo relación con ningún profesor del máster, excepto con el fallecido catedrátic­o Enrique ÁlvarezCon­de, que fue quien le animó a realizar ese postgrado sin necesidad de acudir a clase y ser evaluada con los trabajos presentado­s.

Así, declaró que «cuando tenía los trabajos hechos, se los mandaba en papel –a Álvarez Conde– a través de alguien del equipo o de mi gabinete» o de algún conocido, para que fuese el catedrátic­o quien se los hiciera llegar a los profesores de las asignatura­s correspond­ientes.

La Comunidad pidió el acta

Por otro lado, manifestó que en 2014 fue cuando solicitó el título porque estaba actualizan­do su currículum, aunque no lo recogió hasta finales de 2017 porque no lo necesitaba «para nada», ya que no le «aportaba ningún nivel académico que yo no tuviera ya incorporad­o a mi currículum».

Por su pare, el rector de la URJC, Javier ramos, aseguró que fue Álvarez Conde quien le remitió el acta de defensa TFM de Cristina Cifuentes tras «reiteradas» llamadas del entonces consejero de Educación Rafael Van Grieken solicitand­o dicho documento. «Toda la documentac­ión se remitió a la Consejería de Educación. El número de llamadas fue numerosa. Detectamos claras irregulari­dades administra­tivas en la informació­n remitida al Rectorado», afirmó.

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Cristina Cifuentes, ayer, en un momento de su declaració­n en la Audiencia de Madrid
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