Un año del primer confinamiento del mundo
Ante el asombro internacional, el Gobierno chino encerró a los 11 millones de habitantes de Wuhan. Una medida histórica, y hasta entonces inédita, que ha demostrado ser eficaz contra la covid
En los últimos tiempos no dejan de circular mensajes apocalípticos con cierta guasa que predicen el fin del mundo de las maneras más variadas. Ataques de zombis, invasiones extraterrestres, desastres naturales u otras ideas que, si no fuera por lo vivido en estos últimos meses, parecerían de lo más disparatadas. Aunque la mayoría de ellas lo son, la pandemia ha dejado la puerta abierta a pensar que quizás no sean tan descabelladas. Eso es lo que debieron pensar los habitantes de Wuhan el año pasado, cuando las autoridades chinas decretaron tal día como hoy el primer confinamiento del siglo.
Aquel día, esta ciudad china se selló a cal y canto y sus once millones de habitantes quedaron encerrados en su interior. El transporte público dejó de funcionar, los trenes de alta velocidad pasaban de largo sin parar en la ciudad, el aeropuerto aparcó los aviones y las calles quedaron dellas siertas. Como si de un paciente en coma se tratara, en Wuhan lo único que latía eran unos hospitales saturados que no daban abasto. Pronto las imágenes de los pasillos colapsados con gente enferma por los suelos y cadáveres amontonados se hicieron eco en distintos medios, lo que terminó de desatar el miedo ante un virus desconocido.
Los primeros días de encierro estuvieron repletos de incertidumbre y de ciudadanos desconcertados. Sobre todo porque tan solo hacía tres semanas que se había comenzado a hablar de una neumonía atípica relacionada con el mercado de pescado y marisco de Huanan y el hermetismo de las autoridades estaba contribuyendo a aumentar las especulaciones. De hecho, no fue hasta tres días antes cuando se confirmó que la covid-19 se transmitía entre humanos.
Aunque esta medida tan criticada por los gobiernos occidentales se mostró efectiva para recuperar una normalidad que todavía no ha llegado a otros puntos del globo, los analistas coinciden coinciden en señalar que llegó tarde. La falta de coordinación y lentitud en la respuesta de las autoridades dejó la puerta abierta para que millones de personas siguieran desplazándose a las puertas de las vacaciones del Año Nuevo Lunar. «Está claro que las autoridades chinas podrían haber aplicado de forma más contundente medidas de salud pública en enero», rezaba un informe elaborado por expertos y publicado esta semana. En él, también se hacía referencia a la OMS, que también tardó en dar la voz de alarma y en declarar el nuevo coronavirus como pandemia.
Wuhan vivió 76 jornadas de bloqueo en las que se dieron situaciones de todo tipo. En los primeros días, en medio de la escasez de material médico y de protección, la ciudad levantó de la nada dos hospitales y movilizó a 42.000 sanitarios. Como el transporte público dejó de operar, los ciudadanos se servían de bicicletas para poder llegar a los supermercados, algo que más tarde resultó imposible con la prohibición de salir a comprar.
Conforme avanzaban los días, las autoridades implementaron otras medidas como las aplicaciones móviles de rastreo o aislar a casos sospechosos y sus contactos. Con todo ello lograron cercar al virus e impedirle seguir extendiéndose por el país. Cuando terminó el confinamiento, Wuhan acumulaba el 60% de contagios del país y el 80% de fallecidos.
Con la economía tocada pero no hundida, muchos comercios y restaurantes reanudaron su actividad y poco a poco se fue recuperando la ansiada rutina. Con el paso de los meses y con el virus a raya, los ciudadanos de Wuhan también aparcaron las mascariy mascariy comenzaron a reunirse en discotecas o piscinas generando unas imágenes que chocaban con lo que en ese momento se estaba viviendo en el resto del mundo.
Aquellas estampas demostraron que la estrategia china había funcionado y Pekín lo aprovechó para presumir de su gestión de la pandemia. Sin embargo, algunos analistas no están totalmente de acuerdo, ya que en ese proceso hay muchas voces críticas a los que se les hizo callar. Desde los primeros médicos que dieron la voz de alarma, a los periodistas ciudadanos que acabaron detenidos por mostrar imágenes que no pasaron la censura estatal.
Hoy, Wuhan ha recuperado el tono previo a la pandemia y sus centros comerciales lucen mientras sus habitantes contribuyen al gasto y siguen haciendo aumentar a la única economía que creció en 2020. Eso sí, algunos de ellos han recuperado la mascarilla después de que en las últimas semanas hayan tenido lugar una serie de brotes que no están controlados. El más peligroso es el de la provincia de Hebei.