Mayor, el primer perro adoptado de la Casa Blanca
Biden lo recogió de un refugio tras las críticas recibidas por haber comprado a Champ, su otro pastor alemán
Mayor y Champ, los pastores alemanes de Joe Biden y su esposa Jill, devolverán el esplendor perruno a la Casa Blanca. Donald Trump ha sido el único presidente de EE UU en instalarse sin mascota de ningún tipo, rompiendo así una tradición centenaria. Porque por los jardines de la White House no solo han paseado perros. Inquilinos de todo tipo han pisado sus jardines. De la cabra de Lincoln a la culebra de Theodore Roosevelt, pasando por los osos cachorros de Jefferson y el loro que decía palabrotas de Jackson. Caimanes, leones y hasta hipopótamos también han formado parte de la familia presidencial estadounidense. Pero lo cierto es que los perros y los gatos han ganado por goleada. Los ex mandatarios más recientes siguieron la tradición de sus antepasados y se fueron a vivir a la Casa Blanca con sus mascotas. Todavía se recuerda a Sock, el minino de encanto indiscutible de Clinton. También a Barney y Miss Beazley, los terrier escoceses del matrimonio Bush, y por supuesto a Bob y Sunnie, los perros de agua portugueses de los Obama.
Las mascotas siempre han servido a los políticos estadounidenses para ganar votos. Sin embargo, Trump siempre rechazó tener a un peludo merodeando por la Casa Blanca. Aseguraba que «no tenía tiempo para pasearlo». Y Biden, por supuesto, supo cómo utilizarlo a su favor en campaña. En la página web que llamaba al voto por el demócrata invitaban al votante estadounidense a «escoger a tu humano inteligentemente». «Estado rojo (republicano) o azul (demócrata), todos estamos de acuerdo en el poder de los perros. Es hora de que un amante de los perros vuelva a la Casa Blanca», se leía. A continuación, en un breve texto, la página asegura que «ahora mismo es la primera vez en más de 100 años que no ha habido un perro en la Casa Blanca, y se nota. La ciencia muestra que los perros nos hacen más compasivos, más amistosos, sanos y felices. De hecho, según un reciente estudio recogido por ‘‘The Guardian’’, “la terapia con animales ayuda a desarrollar aptitudes para la resolución de problemas, empatía, interés por las necesidades de otros, sentido de la responsabilidad y una vía para canalizar pensamientos agresivos entre las personas que no lo han conseguido a través de fármacos y terapias tradicionales...” En otras palabras, vota por Joe, le gustan los perros».
Promesa a su esposa
Ya sea por la cuestión perruna o por otras tantas, lo cierto es que Biden finalmente ha llegado la presidencia de Estados Unidos, y con él sus dos perros. Uno de ellos, Mayor, ya ha hecho historia. Se ha convertido en el primer perro adoptado en pisar la Casa Blanca. Llegó a la vida de los Biden en noviembre de 2018, cuando lo adoptaron en un refugio de Delawere. El presidente tiene otro perro de la misma raza, Champ, que compró en 2008 a un criador. El presidente Barack Obama prometió a sus hijas Malia y Sasha un cachorro si ganaba las elecciones de 2008, y Joe le hizo la misma promesa a su esposa Jill. En aquel momento, Biden recibió muchas críticas por haber recurrido a un criador comercial de gran volumen para comprar un cachorro. Diez años después, decidió adoptar su nueva mascota de la Delaware Humane Association. Major llegó a este refugio junto con sus compañeros de camada, en un lamentable estados de salud. Inicialmente, los Biden acogieron a Major como un cachorro adoptivo de forma temporal, pero finalmente decidieron adoptarlo permanentemente. Sus hermanos también encontraron hogares.
El perro adoptado de Joe Biden, Major, no será sin embargo el primer perro que llega de un refugio a la Casa Blanca.
El perro preferido del presidente Lyndon B. Johnson, fue Yuki que fue encontrado por su hija en una gasolinera de Texas el Día de Acción de Gracias allá por el año 1966. También la mascota del ex amndatario demócrata Bill Clinton, el famoso gato blanco y negro llamado Socks, fue recogido de la calle por su hija Chelsie.