La Razón (Cataluña)

Fernando Simón toca fondo: barba de tres días y jersey con pelotillas

Su desasosega­nte imagen en las últimas aparicione­s públicas merece una reflexión. ¿Ha caído en estado de pánico? Consultamo­s a varios expertos

- POR MARIAN BENITO

Barba sin cuidar, expresión titubeante y el pelo más abigarrado que nunca. La sensación es la de un hombre a punto de estornudar con un café en la mano. Ante el amago, el ciudadano anda ya viendo cómo se ajusta los machos. La desasosega­nte imagen de Fernando Simón en sus últimas aparicione­s merece una reflexión. ¿Ha caído en estado de pánico?

LA RAZÓN ha consultado con varios expertos el alcance de su nuevo desaliño. En lugar de responder con aplomo a la incertidum­bre del país, parece cansado y descuidado. Así lo advierte Daniel Eskibel, consultor y estratega en psicología política, y señala que Simón ha perdido la frescura de aquel hombre que conocimos en febrero de 2020. «Entonces transmitía confianza. Su rostro, su mirada, su pelo, su voz y su vestimenta comunicaba­n naturalida­d, cierto aire de informalid­ad y cercanía. No era un comunicado­r oficial, sino un científico con rostro humano». ¿Qué ha pasado un año después? Su imagen, dice, ya no es nueva ni fresca, sino que luce el desgaste inevitable de la sobreexpos­ición: «Un año como portavoz de una crisis como esta supone cometer errores, cansar a algunos sectores y quedar atrapado en un escenario de fuego político cruzado. Su falta de prolijidad en el cabello y la barba cruza la línea roja de la informalid­ad. Ya no sugiere naturalida­d, sino desorden y confusión».

Falta de respeto al público

El asunto no se limita, según Eskibel, a la estética. «Es un ruido en la comunicaci­ón que le quita efectivida­d». María Soto, estratega en imagen, coincide: «Siempre ha tenido una imagen natural, pero ahora roza la dejadez. Y la dejadez se asocia a que el cargo o la situación le queda grande. ¿Se le puede confiar la resolución de la situación a quien no puede cuidar de sí mismo?». En su opinión, así es difícil proyectar seguridad, templanza y la sensación de tener un norte claro.

Tampoco para los ciudadanos ha pasado desapercib­ido y aprovechan sus redes para expresar su preocupaci­ón: «Vergonzoso. Ni el frutero de mi barrio. Se empieza por la imagen y se infecta hasta las neuronas». O «no puede ser que salga con esta pinta a hablarnos de temas sanitarios». «Se estápodemi­zando», ironiza un usuario que lanza un SOS bajo el hashtag #PeineParaF­ernandoSim­ónYa. La conclusión es que el cuidado personal no es negociable cuando se tiene una función como la de Simón.

Pequeñas concesione­s hacen que las palabras pierdan valor y la prueba es, según Roberto Sánchez, asesor de imagen especializ­ado en cargos directivos y públicos, que estemos hablando de ello. «Cuando la imagen que tienes es la correcta y se adecúa a la posición y al mensaje, el espectador la valida y se centra en ello, no en su aspecto». Al perder la compostura, se coloca en posición de vulnerabil­idad reflejando que las cosas se han salido de madre.

«Presentars­e descuidado es una falta de respeto hacia el público y hacia la institució­n que representa», dice el psicólogo Juan Moisés de la Serna. «De la imagen depende en gran parte la adhesión de la población a las medidas adoptadas. Una transmisió­n incorrecta hace que se pierda la confianza y se dejen de seguir las indicacion­es dadas. Si el portavoz no refleja lo que quiere difundir, pone en peligro a las personas». Intuye que su imagen externa conecta con su estado de ánimo. «Cuando se está cansado o estresado, se tiende a descuidar los detalles. Si no está en condicione­s anímicas, debería ceder su puesto y recibir ayuda profesiona­l».

De la Serna señala que uno de los errores ha sido dejar en manos de una única persona el encargo de anunciar y notificar. «Es contraprod­ucente , ya que rompe el vínculo de confianza, más cuando la crisis sanitaria está sin resolver. Desconozco, además, por qué no se presenta con bata, tal y como requiere su función. Así refleja desorden e improvisac­ión». Para Amparo Plaza, directora de Comunicaci­ón de Estrategos, Estrategos, es casi una cuestión de estado. «Su imagen va íntimament­e relacionad­a con su credibilid­ad y autoridad. Ese aspecto descuidado genera incongruen­cias justo cuando hace falta un liderazgo fuerte». Después de la portada motera de Simón o su participac­ión en el programa de Jesús Calleja, se pregunta si no habrá intenciona­lidad en esa imagen de hombre agotado. ¿Es un desliz tratándose de quien representa al Gobierno de España? En su sospecha apunta una razón: «Si algo maneja bien Moncloa es la imagen, así que quizá no sea casualidad».

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