La Razón (Cataluña)

«Soy un señor como Dios manda aunque no lleve traje azul marino con corbata»

Reinventó la moda masculina. Fue el primero. Se siente. El lunes vuelve a «Maestros de la costura»

- POR NEMOLATO

HaHa reinventad­o la moda masculina. Quizá porque posó su mirada en el siglo XVIII cuando los señores se ponían encajes, volantes y cretonas tanto o más que las señoras. Fue el primero en hacerlo. Se siente. Después, vinieron todos los demás. Eso pasa y se llama marcar una tendencia. Pero que la marque un «millenial», español, de Córdoba y que desfile en París, pues, oye, no es tan habitual. Y que en la tele generalist­a, sea jurado de «Maestros de la Costura» subido a unos tacones, pues tampoco. Es lo que tienen los «enfants» terribles. –Confiese, vestía a Ken con la ropa de Barbie.

–Tenía un Ken que ya venía vestido con un mono de purpurina porque era patinador artístico. –¿El traje azul marino con jersecito gris rata del cole le causó algún trauma?

–Nunca fui a un cole privado y siempre me pude vestir como me dio la gana. Pero alguna vez sí que quise tener un uniforme. Hay algo inspirador en esa ropa. –¿Por qué la moda de caballero es tan aburrida?

–No solo es que sea aburrida, sino que el caballero que se la ponga sea aburrido también. Yo me sé vestir muy moderno comprando clásicos de El Corte Inglés. –Decía Lagerfeld que los estampados son para señoras gordas. –Lagerfeld dijo muchas cosas y terminó haciendo muchísimos estampados también. Yo los utilizo sin miramiento­s para señores con todo tipo de cuerpos. Y me encanta.

–La imagen de Beyoncé con un vestido suyo dio la vuelta al mundo, pero antes, ese mismo vestido, se lo puso La Veneno. ¿A quién le quedaba mejor? –¿La famosa bata? Igual de bien a las dos. Y también al modelo impresiona­nte que la llevó en el desfile, que era un chico negro precioso. Las dos hicieron de esa bata una imagen icónica y las dos, con la misma importanci­a. –Dígame que no le chiflaría que un señor como Dios manda manda se pusiera uno de sus trajes cuando se le casa el niño. –No sé muy bien a qué se refiere con un señor como Dios manda... Yo soy un señor como Dios manda aunque no lleve un traje azul marino con una corbata. Le haría un traje perfecto. Nunca un traje que quedara ridículo en él. No va nada con mi discurso.

–Si la mona se viste de seda ¿sigue siendo una mona? –Como decía Chanel: no hay mujeres feas, sino mal vestidas. –Usted ¿cómo viste en casa? –Por el día me suelo arreglar porque, como trabajo en casa, hago el esfuerzo de vestirme para divertirme con la moda y mostrar así lo que quiero dar ese día. Si hago el ejercicio de no vestirme, significa que estoy muy triste. Por la noche, chándal, sudadera o un pijama.

–Es usted muy fan del medio tacón, ¿no se ve con «stiletto» o con manoletina?

–Usar tacón es una sensación. Te eleva. Te hace la figura más esbelta. Y claro que me veo. Si se adapta y no queda ridículo, todo es posible. Unas manoletina­s como llevan los toreros. O las típicas del traje de esmoquin.

–Esa prenda y ese diseñador que jamás ha entendido. –Los petos. Y diseñador, cada uno hace lo que le viene en gana y todo es respetable.

–¿Su prenda fetiche?

–Una camisa de rayas azules y blancas clásicas, aunque te sorprenda. Es lo que más tengo y lo que más uso. Hasta que las gasto. –¿Y su fetiche (sin prenda de por medio)?

–La belleza. Estar rodeado de cosas bonitas y bellas. Chicos, chicas, muebles, telas y trajes. –¿Cuál es la mayor estupidez que se ha dicho de usted y, sin embargo, no ha desmentido? –Me imagino que una broma, una estupidez que dije y que terminó convirtién­dose en un titular: «Estoy seguro de que algún día seré millonario». Y me hizo toda la gracia del mundo.

–Esa imagen que le hizo decidirse por ser diseñador.

–El desfile de alta costura de John Galliano que hacía referencia a la Feria y a los trajes de flamenca de una forma loca y que a mí se me clavó en la mente.

–¿Los trajes de las azafatos necesitan una vuelta de tuerca? –Depende de la compañía, porque hay azafatos que están divinos. Lo que no soporto son las camisas de manga corta. Eso lo odio. –Chándal, calcetín tenis, zuecos de enfermera... ¿El Apocalipsi­s está cerca?

–El chándal, si lo pones bien, hasta con tacones es una opción. Con el chándal, yo he puesto un top de seda y un abrigo de astracán.

Todo bien llevado y en su momento puede ser superestil­oso y superchic.

–La moda es...

–Un escape y una forma de expresarse y de mostrarse al mundo. –¿Y la tele?

–Un lugar donde ir a evadirte y divertirte y vivir realidades que no son la tuya.

–¿Siempre quiso ser una estrella de la televisión?

–Nunca. Eso ha venido mucho después y casi por casualidad. Y con bastante miedo... Ahora me divierte. Pero para nada era mi intención.

El tacón hace más esbelto y claro que me veo. Si se adapta y no queda ridículo, todo es posible»

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ALBERTO R. ROLDÁN

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