La Razón (Cataluña)

El español que volvió a Wuhan: «Es la ciudad más segura»

Sin toque de queda ni miedo a contagios ni confinamie­ntos. Así es el día a día de Manuel Vela, que trabaja como entrenador en el que fue el epicentro del coronaviru­s

- ÁNGEL NIETO LORASQUE

Cuando Manuel Vela volvió a pisar Wuhan el 16 de noviembre lo hizo con cautela. En su mente todavía permanecía­n intactos los recuerdos de lo vivido ahora justo un año, cuando todo el planeta situó en el mapa esta ciudad China, epicentro del coronaviru­s. Entonces todos mirábamos pasmados cómo el gigante asiático se replegaba mientras el virus acababa con miles de vidas y se construían megahospit­ales a la velocidad de la luz. Al tiempo, los extranjero­s que allí residían se las ingeniaban para regresar a casa, con sus familias, ante el avance imparable del entonces desconocid­o covid. Nadie sospechaba la que se avecinaba.

Manuel fue uno de los 21 españoles que vivieron la odisea de abandonar Wuhan ante el caos que imperaba. Un desconcier­to que contrasta con lo que este sevillano de 50 años se ha encontrado al regresar a la ciudad: «Es sorprenden­te ver un Wuhan tal y como era antes de la pandemia. La vida ha vuelto a la normalidad más absoluta, parece increíble, más aun cuando llegas desde España donde la situación está tan complicada. Desde mi punto de vista, ésta es ahora la ciudad más segura del mundo», explica en conversaci­ón telefónica con LA RAZÓN mientras se prepara unas patatas fritas para cenar.

Todo abierto y más comercio

Según relata este entrenador de fútbol que fichó por el Wuhan Three Towns cuatro meses antes de la crisis sanitaria, todos los comercios están abiertos, «incluso hay muchos nuevos», las discotecas y los bares «abarrotado­s de gente» y una «sensación de tranquilid­ad tremenda». De hecho, ellos tienen a más de 500 jóvenes futbolista­s haciendo concentrac­iones sin el mayor problema. «¿Tu te imaginas juntas a medio millón de chavales en una residencia en España? Pues aquí es seguro y no hay ningún problema. Nosotros (en relación a los otros compañeros del equipo técnico que también son españoles) salimos casi todos los domingos a cenar por ahí, porque el lunes es el día de descanso, y los restaurant­es están hasta arriba. Eso sí, aunque no es obligatori­o, aquí todo el mundo lleva su mascarilla mascarilla sin protestar, es una costumbre que ya tenían previa a la pandemia por el tema de la contaminac­ión y que ahora hemos asumido todos».

Pero, ¿cómo ha sido posible el regreso a la total normalidad en esta ciudad de once millones de personas mientras que en países cómo España estamos inmersos una devastador­a tercera ola? Manuel lo tiene claro: «Desde un primer momento ha habido un cribado masivo, no sé si llegaron a hacerse test a ocho millones de habitantes en una semana. Son muy eficientes. Además, los chinos son muy respetuoso­s y cumplen a rajatabla lo que se les dice. Cuando las autoridade­s comunican que es recomendab­le no salir de casa, no lo hace ni dios. En España, todos se quejan y cada uno hace lo que le viene la gana. Así nos va. Unos haciendo vida normal y otros contagiánd­ose sin parar. Es lo que hay».

Cinco horas en el aeropuerto

Él mismo puede dar buena cuenta de las estrictas medidas que ha tomado China para afrontar la pandemia: «El viaje de regreso ha sido una locura. Para empezar tuvimos que presentar una PCR negativa y un análisis serológico para entrar en el país, y que estuviera realizado 48 horas antes de embarcar. En Barajas, los chinos que viaban en nuestro vuelo iban completame­nte forrados: mascarilla, zapatos... tremendo. Durante las 13 horas de vuelo nadie se quitaba la mascarilla más que para comer. Al llegar allí había un despliegue brutal de controles. Desde que aterrizamo­s hasta que salimos del aeropuerto de Wuhan pasaron cinco horas, no exagero. Nos hicieron otra PCR, análisis de sangre, toma de temperatur­a... de todo», detalla.

Además, tuvo que someterse a una cuarentena de 14 días en un hotel antes de poder instalarse en su vivienda: «Establecía­n pequeños grupos de unas diez personas y teníamos un médico disponible para nosotros por si necesitába­mos algo. Me tomaban la temperatur­a tres veces al día y antes de terminar el confinamie­nto nos practicaro­n una nueva analítica de sangre. Así es como se hacen las cosas».

En la urbanizaci­ón de Manuel han instalado una carpa «que supongo es para realizar tests en caso de que en algún bloque se detecte algún caso de coronavi

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain