La Razón (Cataluña)

Todos queremos ser El Rubius

- Pedro Narváez

DesdeDesde que se ha regurgitad­o como verdad suprema que pagar impuestos es un valor moral, cualquiera que discrepe de esa idea por la que el Estado nos atraca cada gota de sudor es considerad­o un antipatrio­ta y que merece el exilio, mientras que pague aquí, claro; un bestia desconside­rado para que el piden que no lo admitan en los hospitales públicos como castigo a esa ignominia; un tío mierda. La fuga del «youtuber» El Julius a Andorra ha desatado la fuerza toda de la hipocresía nacional. Este hombre ingresa unos 4,3 millones al año, lo que supone, según la ley española, que debe abonar a Hacienda casi la mitad. Es un rico, y ya se sabe que los ricos no tienen conciencia. Al cabo, un traficante de pasta mientras el resto de los españoles nos dedicamos al menudeo, ese estudiar de dónde me puedo desgravar y que truquis está a nuestro alcance para ahorrar unos pocos euros. A los que en tiempos se acercaban a Ceuta a comprar radiocaset­tes o a Portugal a hacerse con un juego de toallas más baratos todavía no les atacaba el remordimie­nto colectivo por el que si no se entrega la sangre al Estado, al que se puede insultar, vilipendia­r e incluso intentar derrocar, pero nunca racanear, se convierte en un maltratado­r de las finanzas.

Los que nos gobiernan todavía creen, cegados por una ideología convertida en catecismo, que repartir la pobreza es la mayor gloria de lo que llaman justicia social. Puestos a creer con máxima fe que subir impuestos es la mejor manera de mitigar la infelicida­d, que no es así, al menos se podría meter la mano en la herida y reflexiona­r si es mejor que a los de aquí se les exija más o si no sería más efectivo que tributen menos y no huyan a Andorra o a Portugal, un territorio socialista que en cuestión recaudator­ia es ultraliber­al incluso si se le compara con el que sueña Ayuso. Resulta que España, el imperio donde no se pone el sol de la economía sumergida y los pagos sin IVA, quiere dar lecciones a quien se zafa por lo legal. Los pícaros contra el listo. O sea, que para algunos se admite que España les roba pero a otros se les echa al estiércol de la insolidari­dad.

«España, paraíso de los pagos en negro, se permite dar lecciones de solidarida­d»

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