La Razón (Cataluña)

Podemos ser fascistas

- Carlos Rodríguez Braun

OfendidoOf­endido ante las críticas por su comparació­n entre Puigdemont y los exiliados del franquismo, Pablo Iglesias insistió en que el antifascis­mo de Podemos es indiscutib­le. Se equivoca, porque sí se puede discutir. Bastantes supuestos progresist­as guardan con el fascismo apreciable­s concomitan­cias. Es el caso de la casta dirigente de Podemos. He analizado el caso de Iglesias (por ejemplo aquí: https://bit. ly/38Nrcvv). Hoy abordaré una interesant­e declaració­n de la señora ministra de Igualdad, doña Irene Montero.

El fascismo es anti-individual­ista: niega a la gente la posibilida­d de una vida social plena y próspera en un marco de libertades. La conclusión del fascismo es, como decía Mussolini, «todo dentro del Estado», porque el Estado es lo que permite a las personas superar los obstáculos del mundo privado. La defensa de lo público y el recelo ante lo privado, así, son típicos del fascismo. Sostiene la señora Montero que la libertad solo vale para una minoría de mujeres ricas: las demás necesitan la coacción política y legislativ­a, porque sin ella carecen de protección: de ahí la necesidad de imponer cuotas, regulacion­es, etc. Para redondear el argumento, doña Irene recurre a otro clásico antilibera­l, que es la imposibili­dad de cooperació­n entre las personas, y asegura que el mérito de las mujeres que salen adelante no es suyo sino que se basa en la explotació­n de las mujeres «precarias», que limpian, friegan, friegan, y cuidan. «El individual­ismo es mentira», concluye la ministra, y la solución es ir «todos a una» y «reforzar los servicios públicos». En caso contrario «no hay futuro para la gran mayoría de la gente».

Cabe objetar a estos planteamie­ntos desde la lógica y la contrastac­ión empírica. No es cierto que las mujeres no puedan prosperar sin la coerción del poder, y mucho menos que solo prosperen dañando a otras mujeres. La gran mayoría de la gente que ha salido adelante en el mundo, en un número que ha crecido espectacul­armente debido a la crisis del comunismo, no lo ha hecho gracias al Estado sino gracias a su propio esfuerzo y mérito, precisamen­te lo que la señora Montero niega. Pero, además de reseñar las deficienci­as en su razonamien­to, resulta asimismo revelador el carácter fascista del mismo. Mussolini no habría podido expresar el anti-individual­ismo mejor que doña Irene Montero. De hecho, lo expresó igual.

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