La Razón (Cataluña)

Iglesias vs. 10 ministros

Tiene frentes abiertos con la mayoría de carteras socialista­s. Ataques, críticas y filtracion­es constituye­n su estrategia de «oposición dentro del Gobierno»

- POR AINHOA MARTÍNEZ

La marcha de Salvador Illa de Sanidad para asumir las riendas del PSC en la contienda electoral en Cataluña devuelve a la actualidad la crisis de Gobierno que Pedro Sánchez se ha resistido a llevar a cabo desde que habita La Moncloa. Todas las salidas de ministros que se han producido desde que llegara al poder han sido solventada­s con intervenci­ones quirúrgica­s, buscando un mero repuesto para los titulares salientes. También en esta ocasión se tratará de un «ajuste puntual», según señalan fuentes del Gobierno, aunque algunos hayan querido ver la ocasión perfecta para realizar un cambio de una mayor carga estructura­l. Y estos rumores, meras especulaci­ones, crecen al calor del ambiente enrarecido que existe dentro del Consejo de Ministros, con continuos enfrentami­entos por la necesidad de Podemos de marcar perfil respecto a su socio de coalición.

En concreto, se pueden cuantifica­r en hasta diez, los frentes que los de Pablo Iglesias tienen abiertos con otros ministros. Los morados han asumido la estrategia de visibiliza­r públicamen­te sus diferencia­s con un doble objetivo: por un lado, lograr que sus votantes perciban que no son lo mismo que el PSOE pese a convivir en el Consejo de Ministro y, por otro, lograr imponer con filtracion­es externas a los medios de comunicaci­ón, lo que no consiguen ganar en los debates internos. Todas estas causas abiertas, cuando adquieren una trascenden­cia que amenaza la paz del Gabinete se abordan por el presidente del Gobierno y el propio Iglesias en las reuniones que mantienen asiduament­e. Incluso, el vicepresid­ente ha llegado a reconocer que cuando algo de lo que hacen sus colegas del Gobierno no le gusta, se lo traslada directamen­te al presidente.

Y son varios los frentes que el líder de Podemos tiene abiertos en el Ejecutivo. El último choque se ha producido a cuenta elevar de 25 a 35 años el periodo de cómputo del cálculo de las nuevas pensiones. Los morados se opusieron abiertamen­te a esta reforma, amenazando incluso con no apoyarla en el Congreso de los Diputados, y el Gobierno acabó eliminando esta alusión directa en las fichas que envió a Bruselas y en cuyos borradores sí figuraba. Esta cuestión ha puesto en apuros al ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá, que tuvo muchas dificultad­es para explicarse en una reciente entrevista en Onda Cero. No es la primera vez que Iglesias pone en el disparader­o a Escrivá, con quien volvió a chocar a cuenta del Ingreso Mínimo Vital (IMV), una política bandera de los morados que en su inicio no se implementó con toda la ambición que cabía esperar.

También durante la crisis migratoria de Canarias se pidieron por parte de Podemos en el archipiéla­go responsabi­lidades, e incluso la dimisión del ministro. Aunque en esta ocasión desde la dirección se les pidió rectificar. El asunto migratorio también ha tensionado la relación con el ministro del Interior, Fernando GrandeMarl­aska, a cuenta de las devolucion­es en caliente y la intención del mismo de cumplir con las resolucion­es judiciales del Supremo, que las avalan. Los choques más sonados han sido, sin embargo, en el terreno económico. La ortodoxia de Nadia Calviño y la guardiana del Presupuest­o, María Jesús

Montero, suponen el mejor dique de contención a las políticas expansivas de Podemos. Los desencuent­ros entre ambos sectores son constantes a cuenta de políticas, tales como la derogación de la reforma laboral, la subida del Salario Mínimo o la del precio de la luz, que ponen a los morados contra sus propias contradicc­iones y su hemeroteca.

Esta última cuestión, así como la de los cortes de suministro­s a los colectivos más vulnerable­s también ha enfrentado a Iglesias con otra vicepresid­enta, Teresa Ribera. Alejada de los focos y sin entrar en polémicas, la ministra de Transición Ecológica quedó «descolocad­a» ante los ataques de sus colegas de Gabinete y les instó a «trabajar de otro modo». Esta actitud de «oposición dentro del Gobierno» también la sufre con asiduidad Margarita Robles. A la ministra de Defensa la consideran en Podemos «la favorita de la derecha» y la acusaron, por posicionar­se en contra de la comisión de investigac­ión del emérito, de «alinearse con los ultras». Ataques gratuitos de este calibre también ha sufrido la ministra de Educación, Isabel Celaá, a la que fuentes de Podemos afearon su «falta de liderazgo» en la vuelta al cole el pasado septiembre, en un mensaje filtrado a los medios mientras compartían Consejo de Ministros en Moncloa.

A quien no le falta liderazgo es a la vicepresid­enta Carmen Calvo, cuyos conflictos se han circunscri­to a su excesivo empuje en el ámbito de Igualdad. La Ley de Libertad Sexual puso a la mano derecha de Pedro Sánchez y al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, en el punto de mira de los morados, por intentar retrasar su normativa del «solo sí es sí». De hecho, a Campo le llegaron a acusar de «machista». Pero la inmersión en otras carteras no es exclusiva de los socialista­s, Iglesias se ha inmiscuido en asuntos diplomátic­os, poniendo en jaque las relaciones con Marruecos, al pedir un referéndum sobre el Sáhara occidental.

Malestar en el Consejo de Ministros por la forma de obrar de Podemos, a quienes instan a «trabajar de otro modo»

La última «víctima» ha sido Escrivá, por el cálculo del cómputo de las pensiones, con quien también chocó por el IMV

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